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MARCOUSE Y LA VIOLENCIA


Enviado por   •  8 de Junio de 2015  •  5.592 Palabras (23 Páginas)  •  253 Visitas

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MARCUSE Y LA VIOLENCIA

El profesor de psiquiatría Friedrich Hacker -nacido en Viena en 1914, doctorado en Basilea en 1939 y radicado en California al año siguiente- es un estudioso apasionado por el problema de la violencia. Como perito de los tribunales federales norteamericanos elaboró un psicograma del asesinato de Sharon Tate y que sirvió para interrogar a los criminales. Su trabajo más importante se titula ¿Falla el hombre o la sociedad? En él analizó el origen de algunos inexplicables retornos a la barbarie. Ahora acaba de culminar sus largas y pacientes investigaciones sobre la actual violencia destructora en el mundo con una entrevista al filósofo Herbert Marcuse. En esos diálogos -que reproducimos- Hacker coteja sus conclusiones con las de Marcuse y pone a prueba sus valiosos puntos de vista. El reportaje, que Redacción publica en exclusividad con la autorización de Editorial Grijalbo, forma parte del último trabajo de Hacker titulado Agresión.

En la última década, el filósofo alemán Herbert Marcuse, establecido en San Diego (California), discípulo de Heidegger y cofundador de la Escuela de Francfort de filosofía y crítica, se convirtió en el apóstol de la juventud rebelde y en una de las figuras de la moderna historia cultural que más controversias ha suscitado. Tachado de Ángel del Apocalipsis y de provocador de la juventud, ensalzado como profeta moderno y primero de los filósofos vivos, la valoración de este hombre notable oscila entre el amor y el odio. Los conceptos, por él acuñados, de tolerancia represiva, de sociedad unidimensional y de gran negación han entrado hace tiempo en el lenguaje habitual de las personas informadas.

La idea de Freud

Marcuse: La brutalización de la sociedad moderna, de la que se ocupa usted en sus trabajos, me parece una observación incontrovertible. Según la teoría de Freud, habría que admitir que la liberación sexual del presente debería conducir a una reducción de la agresión; pero vemos que la agresividad estalla en grupos y en individuos que poseen una libertad erótica mucho mayor y que se han deshecho de todos los imperativos sexuales. En realidad, un aumento de la libido debería conducir a una disminución de la agresión.

Hacker: Las cosas no son tan simples. Ante todo, ya Freud hizo observar que las formas con que se manifestaban los impulsos no debían confundirse con éstos. En las manifestaciones de los instintos, éstos aparecen en gran medida transformados, mezclados y nunca en forma pura. Desde el primer momento, los impulsos se mezclan con los mecanismos de defensa dirigidos contra ellos; además aparecen todas las aleaciones, fusiones, mezclas y disociaciones posibles entre formas libidinosas y formas agresivas, condicionadas además por organizaciones internas y externas, o sea por los condicionamientos sociales. En otras palabras: la energía instintiva como tal se transforma, se pospone y se metamorfosea, y, aunque alimenta las distintas manifestaciones instintivas, no se puede desligar de ellas sin más ni más, o ser extraída por filtración de las mismas, para determinarlas cuantitativamente.

Marcuse: A menudo, se me ha reprochado que interpreto a Freud de un modo cuantitativo o mecanicista. Pero yo afirmo precisamente esta idea freudiana del depósito de energía, según la cual la energía instintiva -sea en forma directa o sublimada- que se aplica a un objetivo ya no está a nuestra disposición para aplicarla a otro.

Hacker: Precisamente en el caso de la agresión, esto no debe ser necesariamente así. Hay muchos ejemplos en los que el hecho de hacer posible una manifestación de la agresión conduce al hábito de la agresión, a la habituación e incluso a una especie de manía agresiva. La agresión ocasionalmente explosiva, pero mucho más la habitual, contribuye al general incremento del nivel agresivo, al embrutecimiento antes que al alivio.

Marcuse: Es posible. No obstante, queda por explicar cómo es que la mayor libertad sexual, la pérdida de los vínculos paternos autoritarios, la creciente tolerancia del "super-yo" o su falta parcial conducen -dentro de una perspectiva social general- a un aumento y no a una reducción de la agresión. En realidad -al menos según Freud- cabría esperar lo contrario.

Hacker: Ante todo habría que poner en claro la cuestión siguiente: la situación actual, ¿representa una auténtica liberación sexual o tal vez únicamente una desinhibición en unos sectores muy determinados y delimitados? Unos tabúes igualmente fuertes, sólo que distintos, impondrían con mayor intensidad que antes unos preceptos socialmente aprobados y fomentados, en el sentido de una moral del placer. Así, estamos condenados a la búsqueda del placer y a la supuesta obtención del mismo. La libertad se convierte en obediencia, bajo el imperativo del placer y de la variedad.

Las transformaciones de la agresión

Marcuse: En una publicación psicoanalítica reciente se señalaba que la hostilidad contra la civilización que limitaba los instintos ha aumentado, a pesar de la disminución de la represión.

Hacker: No sé si esto es exacto para la represión en general y no sólo para ciertas formas, muy determinadas, a partir de las cuales hemos desarrollado hasta ahora, tradicionalmente, el modelo de represión. Tanto los organismos que reprimen como los contenidos reprimidos han cambiado sustancialmente en la actualidad.

Marcuse: Una transformación esencial es el desgaste de la confianza de la sociedad en ella misma, bajo los efectos de unas contradicciones crecientes dentro de esa misma sociedad. Toda sociedad necesita una gran fe en los propios valores, que definen la salud y la normalidad sociales y que garantizan el funcionamiento y el contacto armónico cotidianos entre las personas, en el trabajo y en el tiempo libre. Cuando esta seguridad se tambalea, proliferan no sólo la insatisfacción y las perturbaciones psíquicas sino también toda especie de actitudes sociales erróneas, como la ineptitud, la indiferencia, la negligencia, la resistencia al trabajo y a todo principio de rendimiento.

Hacker: La secular transformación aparencial de la constitución psíquica y de los caracteres es algo que se puede comprobar fácilmente, tanto en la vida diaria como en la clínica psiquiátrica. En la actualidad, no han disminuido las neurosis y otras perturbaciones mentales, pero sí se han transformado mucho en su manifestación claramente agresiva. Los llamados casos clásicos se presentan cada vez con menos frecuencia, y en cambio nos encontramos con un montón de combinaciones y formas híbridas de comportamientos sociopáticos y neuróticos, con elementos psicosomáticos y maníacos; estas combinaciones se presentaban antes con escasa frecuencia. Además, el indudable cambio que se puede observar en la

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