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Niños Y Eucaristía


Enviado por   •  21 de Junio de 2013  •  17.609 Palabras (71 Páginas)  •  278 Visitas

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En este librito deseo hacer reflexionar a los niños sobre el gran tesoro de nuestra

fe católica, Jesús Eucaristía. Jesús, el mismo Jesús de Nazaret, el hijo de María, que

resucitaba a los muertos, sanaba a los enfermos y bendecía a los niños hace 2.000 años,

es el mismo Jesús, vivo y resucitado, que está entre nosotros como un amigo cercano en

el sacramento de la Eucaristía. Por eso, es importantísimo que les hablemos a los niños

de la Eucaristía para llevarlos a amar a Jesús y para que sientan su amor en sus

corazones.

Los niños son puros y sinceros, si les hablamos del amigo Jesús que los ama y

los espera, pronto descubrirán en Él un amigo a quien pueden acudir en todas sus

dificultades. Y los niños podrán ser apóstoles de la Eucaristía, compartiendo su fe

sincera y su amor a Jesús con sus propios padres y con sus compañeros y amigos.

Deseo a todos los niños una verdadera y sincera amistad con Jesús Eucaristía, el

amigo que siempre los espera y los ama. Que Jesús sea su mejor amigo y que, desde

muy pequeños, aprendan a amarlo con todo su corazón.

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LA EUCARISTÍA

Es la presencia viva y real de Jesús en medio de nosotros en este sacramento.

Por eso, la Eucaristía es el fundamento, el centro y la esencia, de nuestra fe católica que

debe estar centrada en Jesús, nuestro Dios y Señor. La Eucaristía es el mayor regalo que

Dios ha dado a los hombres. Es el tesoro más grande del mundo. Es la vida de nuestra

vida, porque es el mismo Jesucristo en persona. La Eucaristía no es una cosa sagrada, es

Jesús mismo, que nos dice:

Yo soy el pan de vida, el que viene a Mí ya no tendrá hambre; el que cree en Mí,

jamás tendrá sed

(Jn 6, 35).

El que come mi carne y bebe mi sangre está en Mí y yo en

él… El que me come, vivirá por Mí… El que me come, vivirá para siempre

(Jn 6, 53-

59). Y para algunos que lo dudan, les dice san Pablo:

El pan que partimos, ¿no es acaso

la comunión con el Cuerpo de Cristo? El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es

acaso la comunión con la Sangre de Cristo?

(1 Co 10, 16). Como si dijera, ¿alguno lo

duda?

La Eucar istía es

el manjar de los ángeles

(Sab 16, 20),

el pan de los fuertes

(Sal

78, 25),

el pan de los cielos

(Sal 105, 40),

el pan vivo bajado del cielo

(Jn 6, 51). Es el

mejor alimento para el crecimiento de nuestra vida espiritual.

Por eso mismo, la Iglesia nos dice, por medio de los Papas, que la Eucaristía es

el don más grande que Cristo ha ofrecido a la Iglesia (Juan Pablo II, 31 de octubre de

1982).

La Eucaristía es la fuente y cima de toda la vida cristiana

(Catecismo de la

Iglesia Nº 1324).

La Eucaristía está en el centro de la vida cristiana y de la Comunidad

parroquial

(Juan Pablo II, 28 de mayo de 1996).

Precisamente, porque la Eucaristía es el mismo Jesús, nuestro Dios y Señor, hay,

ante el sagrario de nuestras iglesias, de día y de noche, millones de ángeles

acompañando, adorando y amando a su Dios sacramentado. Algunos santos se unían a

los ángeles para adorar a Jesús.

San Josemaría Escrivá de Balaguer decía:

Desde hace muchísimo tiempo,

cuando hago la genuflexión ante el sagrario, después de adorar al Señor

sacramentado, doy también gracias a los ángeles, porque continuamente hacen la corte

a Dios

. Este mismo santo dice en su libro: “

Es Cristo que pasa”: Cuando celebro la

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misa, me sé rodeado de ángeles que están adorando a la Trinidad

. San Bernardo dice:

En ese momento, los ángeles rodean al sacerdote, haciéndole una guardia de honor

.

Los ángeles llenan la iglesia, rodean el altar y contemplan extasiados la sublimidad y

grandeza del Señor.

Echevarría Javier,

Memoria del beato Josemaría Escrivá

, Madrid, 2000, p. 240.

1

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LA ESENCIA DE LA FE

La Eucaristía no es algo importante, sino imprescindible, para vivir nuestra fe.

La Eucaristía es la esencia y fundamento de nuestra fe cristiana, porque sin Cristo, no

hay cristianismo. Y la Eucaristía es el mismo Cristo en persona. No basta con creer en

Cristo de modo teórico, es necesario amarlo personalmente y tenerle el máximo respeto.

Santa Margarita María de Alacoque (1647-1690) decía:

Mi soberano Señor no

ha cesado nunca de reprenderme directamente mis faltas. Lo que más le desagrada y de

lo que me ha reprendido siempre con mayor severidad es la falta de atención y de

respeto en presencia del Santísimo Sacramento, especialmente en el tiempo de la

oración. ¡Ay de mí! De cuántas gracias me he privado por una distracción, por una

mirada curiosa, por una posición más cómoda y menos respetuosa

.

2

Santa Faustina Kowalska nos dice:

Hoy, después de la comunión, Jesús me ha

dicho: Has de saber, hija mía, que cuando llego a un corazón humano que me recibe en

la santa comunión, tengo las manos llenas de toda clase de gracias y deseo dárselas,

pero las almas ni siquiera me prestan atención. Me dejan solo, piensan en otras cosas.

¡Oh, qué triste para Mí que me traten como a una cosa muerta!

.

3

Hija mía, no dejes la santa comunión a no ser que estés segura de haber caído

gravemente. Fuera de esto, no te detenga ninguna duda para unirte a Mí en la

comunión. Tus pequeños defectos desaparecerán en mi amor como una pajita arrojada

a un gran fuego. Debes saber que me entristeces mucho, cuando no me recibes en la

comunión

.

4

El santo cura de Ars aconsejaba:

Para acercarte a la comunión, te levantarás

con gran modestia, te arrodillarás en presencia de Jesús sacramentado, pondrás todo

tu esfuerzo en avivar tu fe. Tu mente y tu corazón deben estar centrados en Jesús. Cuida

de no volver la cabeza a uno y otro lado. Si debes esperar algunos instantes, excita en

tu corazón un ferviente amor a Jesucristo. Suplícale que se digne venir a tu pobre

corazón. Y, después de haber tenido la inmensa dicha de comulgar, te levantarás con

modestia, volverás

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