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Ofrendas Para La Misa


Enviado por   •  3 de Junio de 2013  •  503 Palabras (3 Páginas)  •  22.834 Visitas

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El credo I (Creo-Creemos)

“La fe es un acto personal… pero no es un acto aislado” (Catec. No. 166). Nadie se ha dado la fe a sí mismo: la ha recibido de otros y sólo puede vivirla, a plenitud, en una comunidad. La ha recibido de otros, debe comunicarla a otros y debe practicarla con otros; del mismo modo, su fe es sostenida por la de otros y sostiene a la de otros. “Cada creyente es un eslabón en la cadena de los creyentes” (Catec. No. 166).

Por ello cuando se dice: “Creo” (Símbolo de los apóstoles) no es la fe de un creyente expresada en la Iglesia, sino lo contrario: la fe de la Iglesia expresada en y por un creyente. Cuando se dice: “Creemos” (Símbolo de Nicea-Constantinopla) es la fe de la Iglesia confesada por la asamblea litúrgica de los creyentes.

Ahora bien, no creemos en las fórmulas, sino en las realidades que éstas expresan. Por ejemplo: al ver una luz amarilla en un semáforo, no pensamos en pintar la casa de ese color, sino en reducir la marcha del vehículo hasta que se detenga. Así el “Símbolo de los Apóstoles” y el “Símbolo de Nicea-Constantinopla” nos ayudan con sus formulaciones a expresar, vivir y celebrar nuestra fe.

¿Por qué lo llamamos “Símbolo”? Porque “en la antigüedad, cuando los hombres querían hacer un pacto, tenían la costumbre de romper un objeto y repartirse los fragmentos. Cada uno recibía un “trozo-testigo” que se llamaba “símbolo” (término griego que significa “pieza que se adapta o que corresponde a”). Sólo cuando se juntaban todas las partes y se verificaba su autenticidad y correspondencia, se reconocían sus relaciones de socios” (El libro de la fe, Conferencia Episcopal de Bélgica, Pág. 19).

Hemos visto o tenido una medalla con un corazón roto en dos, cuyas mitades son conservadas por los relacionados, por separado. El Credo es un símbolo en ese sentido, por eso la fe sólo es plena cuando la parte mía se une a la que tienen los otros.

Nuestra fe es personal, pero no individual. Personal, porque es, en parte, una actitud de la persona; no individual, porque sólo es posible vivirla en comunidad. “Una sola fe, un solo Señor y una sola Iglesia” como afirmó San Pablo.

Le llamamos de Nicea-Constantinopla, porque fue reformulado (ya lo habían expresado los apóstoles) en concilios (o reuniones de la jerarquía eclesiástica), en esas ciudades: Nicea (325), Constantinopla (381).

Y es esa fe mancomunada (comunitaria) que nos ha mantenido firmes a través de los siglos, fe que es a la vez necesaria para salvarse: “El que crea y se bautice se salvará” (Marcos 16,16); y como decía Santo Tomás: “Un gusto anticipado del conocimiento que nos hará bienaventurados en la vida futura” (Catec. No. 184).

¿Por qué “proclamamos nuestra fe”? Porque, como

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