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Religión En El Mundo Actual


Enviado por   •  9 de Abril de 2013  •  2.315 Palabras (10 Páginas)  •  627 Visitas

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No hay duda de que actualmente tiene lugar un poderoso renacimiento de prácticas y sentimientos religiosos, sobre todo en el ámbito islámico y en los sectores adictos a cultos protestantes fundamentalistas en los Estados Unidos, lo cual no deja de ser una curiosa paradoja. En menor grado existe un cierto florecimiento de la ortodoxia cristiana en Europa Oriental, sobre todo en los antiguos países comunistas. Y también, siendo muy optimistas, podemos percibir un tenue robustecimiento de cultos animistas y tradicionales en la región andina, Oceanía y Asia Central. Pero todo aquello ocurre simultáneamente a la poderosa expansión de la cultura globalizada decuño consumista y materialista, que a menudo se entremezcla con las confesiones religiosas, dando como resultado una amalgama que no esen última instancia favorable ni a la genuina fe religiosa, ni a la creación de una nueva teología, y ni siquiera a la producción estética, como es el caso norteamericano.

Marxistas y liberales creyeron equivocadamente que el progreso científico, el avance institucional y las transformaciones culturales harían superfluos los fenómenos del nacionalismo y la religión. La cruenta historia del siglo XX nos mostró que esto no fue así. Casi siempre la "contribución" del fanatismo religioso y de las locuras nacionalistas ha sido desastrosa para el desarrollo histórico. Esta evolución no ha significado, por otra parte, una renovación del pensamiento teológico, una concepción más adecuada y más rica de Dios y de Su obra o creaciones excelsas de arte y música religiosas, sino simplemente una exacerbación de lo más deplorable que está asociadoa la religión: el dogmatismo, la ignorancia, el oscurantismo, laintolerancia, el miedo.

Las religiones institucionalizadas, como la Iglesia Católica,tienen hoy en día que fijar posiciones, vinculantes para los feligreses,en una serie de niveles cada día más complejos. En el plano moral se hallan, por ejemplo, el aborto, las relaciones sexuales pre- y extramatrimoniales, la asesoría a separados y divorciados, la eutanasia de enfermos terminal,el comportamiento correcto frente al consumismo masivo, la objeción de conciencia frente al servicio militarobligatorio o ante órdenes que emanan de la autoridad constituida, el comportamiento respecto a la corrupción masiva y muchos otros fenómenos similares. En el nivel institucional la Iglesia Católica se enfrenta a desafíos de enorme envergadura: la fuerte declinación de vocaciones religiosas (salvo en Polonia, y hasta esto es dudoso), la escandalosa discriminación del género femenino, el mantenimiento o la abolición del celibato, la autonomía de los obispados frente alcentralismo romano, las funciones de las instituciones laicas católicas,la preservación o la mitigación del principio de la infalibilidad papal, lamala administración de las finanzas vaticanas, la poca transparenciaen el funcionamiento de la Alta Curia.

Frente a estos asuntos, la política de los últimos pontificados, pese al extraordinario despliegue de las relaciones públicas bajo Juan Pablo II, ha sido la perplejidad y elinmovilismo.

La elevación de Joseph Cardenal Ratzinger al solio pontificio nomodificará notablemente esta constelación. A pesar de la asistencia del Espíritu Santo, la elección no parece ser la más feliz. Lo más gravereside precisamente en la celeridad y en la relativa unanimidad de la elección, lo que significa, en realidad, que en el cónclave no sedestacaron grandes personalidades renovadoras y que casi todos los cardenales sucumbieron rápidamente a la fría y brillante estrategia política desplegada con tiempo y paciencia por el sector más convencional de la Alta Curia.

En su país de origen la alegría por la ascensión de Benedicto XVI ha sido muy parca. Todos los católicoscultos recuerdan su desdichada polémica con el Cardenal Lehmann, arzobispo de Maguncia y Presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, su controversia con el brillante teólogo suizo Hans Küng quien perdió su cátedra a causa de ello y sus conflictos con las instituciones laicas católicas. La previa reputación intelectual delentonces catedrático Ratzinger tuvo que ver con su participación,mediante propuestas progresistas, durante el Segundo Concilio Vaticano, de lo cual el actual pontífice no quiere acordarse.Y este es el núcleo del asunto: frente a los problemas éticos einstitucionales señalados más arriba, ni el pontífice ni la Alta Curiapresentan ideas o alternativas convincentes. El consolidar posiciones anteriores de la Iglesia es un signo de apego a la ortodoxia, muy honorable, es cierto, pero inútil y hasta contra productivo en el mundo del presente. En las declaraciones de Benedicto XVI y de la alta jerarquía católica se buscarían en vano caminos innovadores para los dilemas morales de los feligreses o soluciones originales para las cuestiones institucionales de la propia Iglesia Católica. A causa y en favor de su propia supervivencia, la Iglesia debería pensar seriamente en su renovación. La Iglesia Católica no puede caminar contra la evolución histórica o, por lo menos, de manera tan sistemática y continua como lo ha hecho en las últimas décadas.

El mundo moderno, basado en el despliegue del espíritucientífico y en el desarrollo de la tecnología, se manifiesta fundamentalmente como un ámbito secular, en el cual la religión se ha convertido en un asunto privado de las personas. Esta devaluación de los aspectos religiosos empezó con el Renacimiento y la reforma protestante. Su avance ha sido persistente en los países industrializados del Norte, cuyo ejemplo más radical es la indiferencia religiosa en las naciones escandinavas. Se percibe un proceso similar, aunque atenuado, en la mayoría de las naciones asiáticas y en América Latina. Valores basados en la religión juegan un rol cada vez menor en la vida cotidiana, y principios derivados de la teología tienen una importancia decreciente (o casi nula) en la actividad intelectual y científica.

El prestigio social de la profesión sacerdotal ha sufrido en casi todas las naciones un marcado deterioro. La excepción es el espacio civilizatorio islámico. En las carreras militares ha sucedido algo muy similar. Uno de los signos más evidentes de este proceso es el siguiente.

Los vástagos de las élites han dirigido sus preferencias vocacionales y laborales a profesiones más modernas, mejor pagadas y con posibilidades mayores de cercanía a los centros del poder político y económico.

Además: en esta época tan marcada por una sensualidad abierta y legitimada estética y comercialmente, es comprensible que muchos novicios y sacerdotes sucumban al llamado de la carne, por un lado, y se sientan atraídos por carreras y ocupaciones seculares, por otro. La enorme diversidad de roles de nuestra época contemporánea,

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