Romanos 7
Enviado por deliantunez • 17 de Julio de 2012 • 679 Palabras (3 Páginas) • 291 Visitas
En el Capitulo 6 del libro de Romanos viene hablando acerca de nuestra liberación… El capitulo 7 nos da detalles hacerca d la misma… en sus primeros versículos nos habla acerca de que fuimos libres de la ley por causa de que Jesucristo (quien tipifica al marido) murió… Estamos libres de la ley por Cristo. Este hecho muestra la importancia de la verdad ya expuesta -la identificación con la muerte de Cristo, el considerarnos muertos con Él, y vivos para Dios. Porque si aquellos que estuvieron una vez vivos bajo ella lo estuvieran aún, tienen que ser responsables de cumplir cada una de sus jotas y de sus tildes, o la ley tendrá que maldecirlos. De modo que el cristianismo, en tal caso, carecería totalmente de valor. Del mismo modo el creyente no puede, por así decirlo, tener dos maridos. No puede estar vivo en la carne, (bajo la ley), y estar también casado con Cristo. Sin duda alguna los hombres dicen que así ha de ser, que uno ha de tener la ley y Cristo a la vez, pero no se esta explicando lo que los hombres dicen, sino lo que dice la Escritura. Dios nos dice que no podemos tener a Cristo y la ley. Así como una esposa sólo queda libre de su antiguo marido por la muerte, así nosotros sólo podemos quedar libertados del antiguo marido, del principio de la ley, mediante la muerte. Ahora, en tanto que es cierto que materialmente no hemos muerto, debemos sin embargo observar la importancia de la verdad que hemos aprendido en el capítulo 6, de considerarnos muertos, identificados con Cristo en la muerte. Comprendiendo estas palabras «porque mientras estábamos en la carne» como significando mientras estábamos bajo el primer marido, la ley. La ley sólo puede tener que ver con el hombre mientras éste vive. La ley contemplaba de tal manera al hombre, y le mandaba y requería su obediencia, que lo contemplaba como vivo en la carne. Una vez muerto, cesan todos los mandamientos y requerimientos. No puedes mandar a un muerto que ame a Dios ni a su prójimo, pero estando vivo en una naturaleza que sólo puede pecar, el mandamiento sólo puede ser ocasión de transgresión. La ley podía exigir justicia, pero como el hombre no era justo, venía a ser una ministración de condenación y muerte. La posición cristiana es ésta: considerarse uno mismo como muerto a la carne y vivo para Dios -una vida enteramente nueva para Dios. Toda esta cuestión quedaría enormemente simplificada si mantuviésemos la distinción entre estas dos cosas: la vida antigua o vieja naturaleza, llamada la carne y la nueva vida, o nueva naturaleza, que tiene el creyente, la misma vida eterna del Cristo resucitado. Hemos visto cómo hemos sido liberados de la esclavitud del pecado al morir a lo uno y estar vivos a lo otro. Esto no se trata de que el pecado haya quedado erradicado, sino que somos muertos a él. La ley producía esta experiencia verdaderamente desgraciada, pero estamos liberados de la ley. Esta es una plena y completa justificación de los pecados
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