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SOLIDARIDAD


Enviado por   •  4 de Abril de 2015  •  1.201 Palabras (5 Páginas)  •  227 Visitas

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LA SOLIDARIDAD es la virtud que permite a la familia humana compartir en plenitud el tesoro de los bienes materiales y espirituales y la subsidiariedad es la coordinación de las actividades de la sociedad en apoyo de la vida interna de las comunidades locales.

Con todo, estas definiciones no son más que el comienzo y sólo pueden comprenderse adecuadamente si se vinculan orgánicamente unas a otras y se consideran como apoyo recíproco. Al inicio podemos esbozar las interconexiones entre estos cuatro principios situando la dignidad de la persona en el punto de intersección de dos ejes, uno horizontal, que representa la "solidaridad" y la "subsidiariedad", y uno vertical, que representa el "bien común". Ello crea un campo en el que podemos trazar los diversos puntos de la doctrina social católica que forman el bien común.

Si bien esta analogía gráfica nos ofrece una imagen aproximada de cómo estos principios son imprescindibles los unos de los otros y están necesariamente interconectados, sabemos que la realidad es más compleja. En efecto, las profundidades insondables de la persona humana y la maravillosa capacidad de la humanidad de comunión espiritual, realidades éstas plenamente desveladas sólo a través de la revelación divina, superan con mucho la posibilidad de representación esquemática. En cualquier caso, la solidaridad que une a la familia humana y los niveles de subsidiariedad que la refuerzan desde dentro deben situarse siempre en el horizonte de la vida misteriosa del Dios Uno y, en quien percibimos un amor inefable compartido por personas iguales, aunque distintas.

Amigos: os invito a permitir que estas verdades fundamentales empapen vuestras reflexiones: no sólo en el sentido de que los principios de solidaridad y subsidiariedad sean indudablemente enriquecidos por nuestra fe en la Trinidad, sino en particular en el sentido de que tales principios tienen la potencialidad de situar a los hombres y a las mujeres en el camino que conduce al descubrimiento de su destino último y sobrenatural. La natural inclinación humana a vivir en comunidad es confirmada y transformada por la "unidad del Espíritu" que Dios ha conferido a sus hijas e hijos adoptivos. En consecuencia, la responsabilidad de los cristianos de trabajar por la paz y por la justicia y su compromiso irrevocable por el bien común son inseparables de su misión de proclamar el don de la vida eterna, a la que Dios ha llamado a todo hombre y mujer.

Los ojos de la fe nos permiten ver que las ciudades terrena y celeste se compenetran y están intrínsecamente ordenadas la una a la otra en cuanto pertenecen ambas a Dios, el Padre, que está "por encima de todos, actúa por medio de todos y está presente en todos" . Al mismo tiempo, la fe evidencia más la legítima autonomía de las realidades terrenas que han recibido "la propia estabilidad, verdad, bondad, sus leyes propias y su orden".

Por lo tanto estad seguros de que vuestros debates estarán al servicio de todas las personas de buena voluntad y de que contemporáneamente inspirarán a los cristianos a cumplir con mayor prontitud su deber de mejorar la solidaridad con sus propios conciudadanos y entre sí y a actuar basándose en el principio de solidaridad, promoviendo la vida familiar, las asociaciones de voluntariado, la iniciativa privada y el orden público que facilita el correcto funcionamiento de las comunidades básicas de la sociedad.

Cuando examinamos los principios de solidaridad y subsidiariedad a la luz del Evangelio, comprendemos que no son sencillamente "horizontales": ambos poseen una esencial dimensión vertical. Jesús nos exhorta a hacer a los demás lo que querríamos que se nos hiciera a nosotros,

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