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San anselmo - proslogion


Enviado por   •  8 de Mayo de 2019  •  Apuntes  •  2.192 Palabras (9 Páginas)  •  559 Visitas

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1) RESUMEN

Este fragmento pertenece al Proslogion, obra del autor San Anselmo de Canterbury.

En estos capítulos a comentar, se pone de manifiesto el conocido como argumento ontológico del autor (desarrollo esta idea más adelante, en 3), que consiste en demostrar la existencia de Dios a partir de la comprensión y asimilación del concepto en el entendimiento, dejando a un lado la experiencia. El autor define a Dios como “el ser mayor que el cual nada puede pensarse”, y a partir de esa definición estructura el susodicho argumento haciéndose uso de la dialéctica, dando por imposible la negación de la existencia de Él si no se quiere llegar a una contradicción. Así pues, se introduce la figura del “insensato” (el ateo), en cuyo entendimiento se encuentra también la idea de Dios, en tanto que éste se sirve de ella para negar su existencia. Con ello, el insensato estaría afirmando que al no existir Dios (cuya característica implícita es ser “el ser mayor que el cual nada puede pensarse”), existe otra entidad superior con esta característica que sería propiamente Dios, cayendo así en un absurdo. Así pues, se trata de un argumento a priori, ya que se vale únicamente la comprensión del concepto “Dios” por el individuo para demostrar su existencia, extrapolándolo de la mente humana al resto del mundo.

2) ANÁLISIS DEL TEXTO

Ambos fragmentos pertenecen a los capítulos II y III del Proslogion, obra de San Anselmo de Canterbury. Es un texto de carácter argumentativo, de carácter teológico-filosófico, narrado en primera persona en una suerte de conversación con Dios.

Podemos identificar ciertos conceptos clave en la obra de San Anselmo:

Id quo maius cogitari non potest: el denominado por Kant “argumento ontológico” mediante el cual se expone la idea de que, en tanto que mediante la fe entendemos que Dios es el ser perfectísimo del que todo se genera. Así pues, ese ser debe existir, luego Dios existe.

Insensato: El insensato o “insipiens” es el que no tiene sentido. El que no tiene “phronesis”, una especie de sabiduría práctica. Este se contrapone precisamente a los sentidos, es algo interior que más propiamente constituye al hombre, y por eso el que carece de él está fuera de sí o enajenado. Así pues, no se trata de un alejamiento de Dios, sino que es una negación de Él.

Dios: ya en su primera obra encontrada, el Monologion, presenta tres razones para defender la existencia de Dios, que estaban ya insinuadas en S. Agustín, Boecio y otros, dándoles una orientación peculiar: la primera se basa en las propiedades de los seres, que aparecen de un modo diverso y limitado. Esa diversidad y limitación suponen la existencia de un ser que tenga esas propiedades en grado supremo. La segunda se basa en el ser mismo de las cosas, que participan su existencia de ese ser infinito e ilimitado. La tercera se basa en los grados de perfección de los seres.

En todas estas pruebas subyace la concepción platónica de la existencia de una “Idea” suprema y perfecta de la cual participan todas las cosas.

Encarnación: el pecado, por ser una ofensa a Dios, para ser dignamente expiado, demanda una satisfacción infinita consistente en “hacer el Verbo carne”, aludiendo al prólogo al evangelio de San Juan en el cual Jesucristo asume para siempre dos naturalezas: la humana y la divina.

Fe: para el autor, es el punto de partida para toda investigación racional. Se podría identificar con el lema también compartido por San Agustín: Credo ut intelligam.

Predestinación: sólo aquellos hombres que realicen actos que Dios ha predeterminado (que es lo que significa Predestinación para él) como “obras buenas” obtendrán la salvación. Dios predestina pues, tanto las obras buenas de los justos como las malas de los injustos.

Libertad de la voluntad: se trata de la capacidad de preservar la rectitud de la misma. Es así que la naturaleza del hombre lo puede inclinar a algo, pero él puede deliberar en contra y no generar el impulso correspondiente a una cierta impresión estimulante. Esto es, la voluntad recta. Se puede relacionar de una manera muy interesante con la predestinación en tanto que el santo de Aosta, pensaba que aunque en un individuo se den unas ciertas condiciones predeterminadas por Dios (como los deseos, el temperamento, el carácter, etc), y estos lo condujeran necesariamente a actuar de un cierto modo, no se actuó coartado por un poder externo y por ello su voluntad es libre.

Pecado original: San Anselmo pone en relieve la esencia misma de él: la negación de la justicia original.

3) PROBLEMÁTICA DEL TEXTO

El problema al que San Anselmo se enfrenta en el texto es la tesitura de saber si se puede pensar lo absoluto como existente o no. Esta concepción está bien relacionada con la teoría platónica del conocimiento, en la que encontramos una cierta “predisposición de las formas” a priori en nuestra mente. Autores como Descartes, San Agustín o Hegel aceptarán la prueba anselmiana. Sin embargo, otros como Immanuel Kant o Santo Tomás de Aquino intentarán desmontar dicha prueba, sosteniendo que “lo inteligible sólo podía alcanzarse a través de lo sensible.”

Así pues, centrémonos en el famoso argumento a priori. El santo de Aosta consideraba que era posible demostrar la existencia de Dios a partir de la comprensión de su concepto (o de su esencia) y sin utilizar los datos del mundo y la experiencia, en tanto que verdad revelada. Así pues, se trata de una suerte de proyección de la mente al mundo. Kant bautizó dicha prueba como argumento ontológico, siguiendo el concepto de su admirado Christian Wolff para quien la ontología es la ciencia de nuestro conocimiento a priori, en tanto que a través de simples conceptos se pretende demostrar la existencia de un ser supremo.

Es necesario distinguir en el argumento que nos ocupa las siguientes figuras para facilitar la comprensión y estructuración del mismo:

En primer lugar, la figura de Dios, tomada como la de “el ser mayor que el cual nada puede pensarse”, el ser más perfecto.

En segundo lugar, tenemos al insipiens (falto de conocimiento): el ateo, que tiene en su mente la idea de Dios defendida por el creyente, en tanto que se sirve de ella para poder negar su existencia.

Al hilo de esto, ya sabemos que para negar algo, es necesario tener el concepto de ese algo. Así, al oír el enunciado que describe a Dios, el insipiens lo comprende, y según el innatismo propio de San Anselmo, todo lo que se comprende está en la mente. Si ese objeto, Dios,

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