Santidad

“SANTIDAD”

Texto Base: (Juan 17:17)

Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad.

INTRODUCCIÓN

Ser santo significa estar “separado, apartado, alejado, ,”, de todo lo que puede perjudicar nuestra comunión y relación con Dios, como nuestras actitudes, conducta, comportamiento, tanto en palabras, pensamientos, acciones, como por ejemplo gestos y nuestra manera de mirar, también aquellas relaciones o asociaciones con personas que viven una vida en pecado.

La santificación también involucra otro aspecto:

La  “consagración”.  Por lo tanto, el proceso de santificación significa alejarse del pecado y consagrarse. Es decir, entregarse, dedicarse a Dios y a su obra aquí en la tierra.

I – DIOS Y LA SANTIFICACIÓN

a) Nuestra santificación es la voluntad de Dios.

La voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación; 

(1 Tesalonicenses 4:3).

b) Dios nos ha llamado para vivir en santificación.

Dios no nos ha llamado a inmundicia, sino a santificación. 

(1 Tesalonicenses 4:7)

c) Sin la santificación no llegaremos a la presencia del Señor.

Seguid la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.  (Hebreos 12:14).

II – ¿CÓMO SOMOS SANTIFICADOS?

a) A través de Jesucristo.

A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.  1 Corintios 1:2.

b) A través del Espíritu Santo de Dios.

Elegidos según el previo conocimiento de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.

(1 Pedro 1:2.)

c) A través de la Palabra de Dios.

Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,  (Efesios 5:26).

III – ¿CÓMO VIVIR EN SANTIDAD?

a) Viviendo en la verdad, es decir, en obediencia a la Palabra de Dios.

Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. (Juan 17:17).

b) Perfeccionando la santificación en el temor de Dios.

Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.   (2 Corintios 7:1).

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