Santidad
Enviado por manuelneyra • 24 de Junio de 2014 • Práctica o problema • 1.182 Palabras (5 Páginas) • 257 Visitas
Ahora administro La Mano de Dios
Por Manuel Marticorena Solís
¿Tiene alguna profesión? Pregunto. "¿Algo que haya estudiado?", me devuelve la pregunta Joaquín Rosas, gerente de Economía de la Asociación de Taxistas Profesionales La Mano de Dios. "He sido taxista toda mi vida". ¿Pero, qué es un taxista sin su auto? El vehículo es su centro de gravedad. Su condición como tal está asociada a tener volante, chasís y cuatro ruedas. Por eso para asegurarse de que nunca, jamás, perderá esa condición Rosas ahora tiene ocho autos.
Esto no siempre fue así. En el 2004 , era dueño solo de su empeño. Por eso ante tal desamparo decidió buscar la manera de conseguir el vehículo propio y juntó a cinco personas para formar La Mano de Dios. Rosas lo describe como un fondo de ayuda mutua por el cual los taxistas pagan US$25 semanales por tres años, y se someten a un sorteo semanal donde pueden obtener su vehículo. En solo cuatro años ya tienen 10.000 involucrados en el sistema y han entregado cerca de 5.000 vehículos.
¿Cuál es el sentido de crear este fondo?
Porque no existe apoyo financiero para que el taxista adquiera su vehículo. No lo ven apto para los créditos.
¿En qué consiste el apoyo?
Se junta a un grupo de interesados. El taxista o el participante paga US$25 semanales. De salir sorteado y obtener el vehículo pagará US$70, esto equivale a US$10 diarios. Cuando nosotros trabajábamos con vehículos alquilados pagábamos al día S/.50 y esto equivale a más de US$15. Con este tipo de programas, ahora pagamos más barato y al final el carro será propio. Tenemos socios que son propietarios de hasta 13 vehículos con este sistema, antes no tenían ni uno.
El sistema no es nuevo. Es el "hoy por mí mañana por ti", de las juntas populares, minkas o panderos. Solo había que tomarlo y ponerlo en funcionamiento. Javier Rosas lo hizo. Recuerda que en el 2004 la empresa de taxis en la que laboraba lo había despedido y solo le quedaba alquilar autos y esperar el milagro del vehículo propio. ¡Hasta cuando! Por eso tomó la decisión de buscar socios, repartió volantes invitando a sus colegas nocturnos a una reunión. A la cita solo fueron cinco señores completamente desconocidos pero que sintonizaban con la idea de Rosas. "La mano de Dios fue la que nos unió", recuerda, de ahí el nombre de la asociación.
¿El nombre no tiene nada que ver con alguna institución religiosa?
Para nada. El que le habla, al igual que algunos miembros de la junta directiva, sí integramos alguna iglesia y conocemos la palabra de Dios, pero la mayoría de socios no.
¿Y en esos cuatro años han convocado a diez mil taxistas? ¿Cómo lo han logrado?
Las cinco personas que nos unimos al inicio decidimos poner el nombre, registrarlo, patentarlo en Indecopi y repartiendo volantes invitamos a más gente. En una segunda convocatoria ya hubo más de 200 asociados y poco a poco la familia de La Mano de Dios iba creciendo. Hoy somos la más grande asociación en Lima.
¿De dónde obtenían los vehículos?
Los traíamos de Tacna con los aportes al fondo. Los importadores también nos financiaban una parte, de esta forma logró crecer la institución.
Los vehículos no son nuevos. Tienen una antigüedad de cinco años. Además esta no es la única asociación, aunque Joaquín Rosas asegura que es la más antigua. En San Juan de Lurigancho, distrito en el que está su local, existen otras asociaciones que aplican la misma fórmula, apelando a nombres bíblicos para ganar también confianza (que es fundamental en este negocio). Así, se encuentran: Amados por
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