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La Santidad de vida


Enviado por   •  5 de Octubre de 2014  •  Ensayo  •  1.106 Palabras (5 Páginas)  •  224 Visitas

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La Santidad de vida

Cuando se piensa en la santidad, tradicionalmente vienen a nuestra mente imágenes de personas casi divinas, con rasgos muy finos y celestiales, con ese brillo en la mirada elevada al cielo y las manos juntas, como suplicándole angustiadamente a su Señor y que parecen estar predestinados para llegar a ser lo que representan, sin ningún esfuerzo, sin padecer.

Cierto que los artistas buscan representar en sus obras la divinidad que conlleva una vida de santidad, sin embargo, es también muy importante para nosotros cristianos, colocar nuestra mirada en la historia humana que esa persona debió vivir; el duro y progresivo proceso de conversión experimentado en el transcurrir de los años y de las experiencias concretas de la vida.

Un proceso lleno de luchas internas y confrontación con sus más profundos miedos y tentaciones; camino de búsqueda del conocimiento de Dios y de la necesidad imperiosa de comprender su voluntad, para poder llegar a ese nivel de perfección o de santidad, es decir, de identificación con Cristo.

Así es como los santos de nuestro tiempo nos han enseñado un rostro nuevo de lo que significa “ser santo”, de lo que implica la vida santidad en la vida cotidiana y ordinaria de los hombres, y de lo que verdaderamente implica ser consciente de que para ser santo, no debe buscarse afanosamente como una meta final; sino como un estilo de vida que crece, madura y da fruto a su tiempo.

Haciendo una lectura de la vida de los santos, se puede ver como el punto de partida que nos mueve desde la fe es que todo bautizado está llamado a vivir la santidad; como lo diría el ahora santo Juan XXIII "el fin de la vida cristiana es: buscar, amar y servir en todo y siempre a Dios y esto significa hacer totalmente su voluntad”, es decir, lograr una identificación tan profunda con Dios que cada vez seamos más semejantes a Él.

Con lo que podríamos comprender como los cristianos de este tiempo no pueden caer en la tentación de reducir la búsqueda de la santidad a situaciones extraordinarias o experiencias místicas -que aunque reales y fuente de santidad en nuestra Iglesia- la mayoría de las veces parecen alejarnos de alguna posibilidad de llegar a vivir como un cristiano santo, porque el común de los fieles viven una experiencia de Dios un poco más común.

La verdad es que ser santo, implica un largo y constante proceso de purificación y elevación espiritual, caracterizado por quien vive su vida con transparencia y libertad; aquel que logra reconocerse como el apóstol Pablo quien en las debilidades encuentra su fortaleza y reconoce que es suficiente la gracia divina para alcanzar la perfección a la que estamos llamados (cfr 2Cor 12,9). Sin embargo, este proceso no se puede llevar acabo sin la adecuada madurez humana que lleve al cristiano a buscar en todo la voluntad del Padre, que los lleve a identificarse con Él.

Los santos nunca han buscado serlo, en sus meditaciones y pensamientos reflejan la idea de no avanzar lo suficiente en el camino de santidad, luchan, caen y se levantan, sufren y gozan, se abandonan a la misericordia de Dios, se alimentan de su palabra y de su amor, pero también se molestan, discuten, sienten, se decepcionan y se alientan; se reconocen pequeños, débiles y humanos, muy humanos;

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