Significado de la escuela

Paulo Freire

Si bien en un primer momento puede sonar casi obvio y hasta sin sentido, en estos tiempos es necesario afirmar: La escuela debe seguir siendo escuela. Con aciertos, errores, incertidumbres, comienzos, cierres, recomienzos. Con alumnos, docentes, directivos, padres, cada uno ocupando su lugar y procurando resignificar el espacio y la identidad del otro. Enseñando y formando. Siempre nueva y siempre la misma. Como ámbito social indispensable cuando la persona está formando sus alas y sus caminos para íntegramente ser humano y ser social.

La escuela debe seguir siendo escuela. Verdad tan simple como necesaria, en tiempos donde parece que “lo viejo” ya no funciona, y que hay que “modernizarlo” poniéndole un chip, un control remoto y una pantalla.

Porque allí, en la situación de clase, cuando el docente se para frente a los alumnos y dice “buenas tardes”, se pone en marcha la construcción de lo que podríamos llamar “radiografía escolar” que, quizás, es una de las mejores evidencias (de las pocas que tenemos) de aquella premisa inicial: en el aula, en todas las aulas de todos los colegios, es donde se desnuda si la escuela sigue siendo escuela. allí salen a escena y se ponen a prueba no sólo los contenidos, las actividades previstas o la evaluación confeccionada, sino también (y fundamentalmente) lo que los docentes son, lo que los alumnos quieren ser, lo que los padres esperan de la escuela, lo que la escuela esperan de los padres, lo que un gobernante decidió en su escritorio, lo que los directivos pretenden como identidad del colegio, lo que la sociedad piensa de la institución

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