EL DERECHO A LA INTIMIDAD DENTRO DE LA ERA DE LA INFORMÁTICA
Enviado por logan29 • 29 de Agosto de 2017 • Ensayo • 2.477 Palabras (10 Páginas) • 189 Visitas
EL DERECHO A LA INTIMIDAD DENTRO DE LA ERA DE LA INFORMÁTICA
Autor: M.D. Jorge Fuentes Morales
Introducción
La revolución de la información que han propiciado las diversas tecnologías en materia de comunicaciones, como el teléfono, la radio, la televisión, los satélites, el fax, el teléfono móvil y sobre todo la Internet, sin duda alguna han modificado los patrones de conducta de la sociedad moderna, y la mexicana no ha sido la excepción.
Las nuevas tecnologías han venido a poner al alcance de un gran número de personas información de todo tipo a un bajo costo e inclusive han rebasado las fronteras; hoy cualquiera puede acceder a información de otros países sin salir de su casa, oficina o escuela y relacionarse con ciudadanos de otras latitudes como nunca antes. En este sentido, como lo refiere el jurista norteamericano Rodney A. Smolls1, “Una generación entera de personas de todo el mundo ya ha empezado a pensar que la facilidad de acceder a la información a través de la Internet es virtualmente un derecho tan natural como respirar el aire circundante”.
En nuestra sociedad pareciera que hay un apetito desenfrenado por todo tipo información, ya sea para fines académicos, culturales, políticos o simplemente por diversión o morbo. Así por ejemplo, cada día es más común que las personas exijan conocer sobre los asuntos del gobierno, pero al mismo tiempo demandan tener acceso a aspectos de la vida privada de las figuras públicas o de otras no tan conocidas; sin duda ello ha influido inclusive en la manera de hacer televisión. Quien se hubiera imaginado hace apenas unos años que uno de los programas con mayor audiencia versaría sobre la privacidad de un grupo de concursantes (Big Brother), o que uno de los libros más populares se refiriera a cuestiones estrictamente personales de un personaje de la vida pública de nuestro país (La Jefa).
El acceso a la información es una tendencia a la que también se han sumado las instituciones públicas y privadas, especialmente en lo relativo a la información sobre aspectos personales de los ciudadanos; las primeras, bajo el argumento de requerirla para la aplicación de la ley (por ejemplo, con fines electorales) o con fines de seguridad; y las segundas, para fines que van desde los laborales hasta cuestiones relacionadas con el otorgamiento de créditos. Es por ello, que ante la irreversible y en muchos casos positiva tendencia de la apertura de la información pública y privada, surge la ineludible interrogante de ¿Cuáles son los límites del derecho a la información? Sin duda, la respuesta va relacionada con el derecho de los ciudadanos a preservar su intimidad; en esta tesitura, el presente trabajo, por su brevedad, aspira a marcar algunos lineamientos generales del derecho a la información en México y cómo consideramos que debería ser tutelado por nuestro sistema jurídico el derecho a la intimidad de las personas.
La informática y la intimidad. Un tema de actualidad
El tema de la intimidad ha cobrado mayor relevancia en nuestro país a partir de la modernización de las comunicaciones -especialmente las relacionadas con la informática- y el avance democrático; empero, en algunos caso pareciera una paradoja, pues por un lado existe una mayor libertad de expresión y facilidad para acceder a la información, pero por el otro, el uso indiscriminado e irresponsable de esas libertades también ha menoscabado el derecho de los individuos a que se respete su privacidad, por ello nos atrevemos a afirmar que hoy día tenemos menos privacidad de la que tuvieron nuestros abuelos.
Es por todos conocido que una amplia variedad de nuestros datos personales se encuentran en poder de diversas agencias gubernamentales, ya sean nacionales e incluso extranjeras o entre particulares. Así por ejemplo, cuando solicitamos una licencia de conducir, un visado, una tarjeta de crédito o simplemente acudimos al médico, proporcionamos información cuyo manejo posterior desconocemos. Anteriormente había mayor control de nuestros datos personales, quizás porque éstos se registraban en documentos, lo que hacía que estuvieran un poco más seguros, pero ahora con el uso de la informática existe la posibilidad de que cualquier persona tenga acceso a ellos y que los usos que se le den puedan afectarnos directamente. Es un hecho que el 34% de las personas que utilizan la
Internet en nuestro país desconfían de dar su número de tarjeta de crédito para realizar compras en línea.
Con la revolución de la Internet se ha abierto la posibilidad de que desde cualquier parte del mundo alguien pueda tener acceso a nuestra información. Es más, aunque ni siquiera tengamos una computadora o hayamos utilizado una, con toda seguridad nuestro nombre y diversos datos personales ya forman parte de alguna base de datos.
Muchos de nosotros hemos recibido llamadas telefónicas de promotores comerciales, que conocen cada uno de los detalles de nuestra vida, como la actividad profesional, ingresos, domicilio, estado civil, número de hijos, etc., sin que se los hubiéramos proporcionado previamente, lo que nos permite inferir que de alguna otra parte los obtuvieron y muy probablemente sin nuestro consentimiento.
Hoy día nuestra intimidad se ve afectada como nunca antes. Las agencias gubernamentales en casos justificados la requieren para conformar el padrón electoral o el censo de población, en otros resulta cuestionable. También diversas empresas privadas desarrollan bases de datos con nuestra información, como los
buroes de crédito, los bancos, las aseguradoras, las compañías de cable, las empresas de renta de videos, etc. En otros casos desconfiamos de la privacidad que puedan brindarnos los sistemas de comunicación como el teléfono, el celular, el correo electrónico y la Internet.
Actualmente existen compañías en todo el mundo que se dedican a recabar nuestra información personal para comercializarla y obtener con ella un beneficio económico, cuantas veces no hemos recibido correos electrónicos no deseados e incluso inapropiados, sin saber de donde vienen, inclusive hay empresas que ofrecen el servicio de distribución de publicidad a través del correo postal o electrónico y en donde desde luego se incluye nuestra dirección, pero ¿Se nos ha
hecho participes de las ganancias?, ¿Se nos pidió nuestro consentimiento? En nuestro concepto, si la información que hoy en día se comercializa se refiere a nosotros, entonces es nuestra y por consiguiente nos corresponde dar nuestro consentimiento para ello, y por qué no hasta ser partícipes de las ganancias.
...