Computación
Enviado por omzenca • 27 de Enero de 2013 • 518 Palabras (3 Páginas) • 231 Visitas
2. Una libertad que puede llamarse social (o política)
Esta libertad está concebida primariamente como autonomía o independencia. Para los individuos dentro de
una comunidad, dicha autonomía o independencia, consiste primariamente no en evadir la ley, sino en obrar de
acuerdo con las propias leyes, es decir, conforme a las otras leyes del propio Estado.
3. Una libertad que puede llamarse personal
De este modo el hombre libre acaba por ser el que se atiene solamente- como decían los estoicos- “a las cosas
que están en nosotros”- a lo que- según indicaba Séneca “está en nuestras manos”. Por eso decían Epícteto y
Marco Aurelio: “nadie puede arrebatarnos nuestra libre elección”.
Platón y Aristóteles, coinciden con los demás filósofos en cuanto a la autonomía; Aristóteles, concibe la libertad
en la cual se coordinan de alguna manera el orden natural y el orden moral, la importancia de esta coordinación
se encuentra en la finalidad. Según este sabio, las acciones involuntarias son las producidas por coacción o por
ignorancia, las voluntarias son aquellas en las que no hay coacción ni ignorancia.
Los autores cristianos, especialmente San Agustín, colocaron el problema de la libertad dentro de un marco muy
distinto: el conflicto entre la libertad humana y la llamada predestinación divina. Pero, San Pablo ha manifestado
su radicalismo al indicar que “no el bien que quiero, sino el mal que no quiero hago”.
Hobbes, Locke, Voltaire, tendieron a destacar el elemento de “lo que quiero” en el “ser libre”.
La discusión entre “libertarios” y necesitarios”, adquirió una nueva discusión en el modo en que afrontó Kant.
Según este filósofo, habían errado todos los anteriores pensadores, porque habían considerado la libertad como
una cuestión que puede decidirse dentro de una sola y determinada esfera. Frente a ello, Kant establece, que en
el reino de los fenómenos que es el reino de la naturaleza, hay completo determinismo: es totalmente imposible
“salvar” dentro de él la libertad. Ésta en cambio aparece en el reino del nóumeno, que es fundamentalmente
moral. La libertad, en suma, no es ni puede ser una “cuestión física”: es sólo y únicamente moral.
El hombre, ha afirmado Sartre, está condenado a ser libre, aunque rehúya, o no quiera saber de ello, está
condenado. Por eso inventa artificios y artilugios que le permitan no tener que asumir su libertad radical, esto
es, que le permitan no tener que hacer frente a la decisión de lo que tendrá que hacer con ella.
Ciertos autores han presentado al marxismo, dogmáticamente, como una doctrina considerablemente
determinista; aunque se alegue que no es ningún determinismo “mecánico” sino un proceso dialéctico,
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