La Televisión En méxico

central del argumento, asesinos seriales, mujeres u hombres que eluden sin dificultad, comprando o engañando, la acción de la justicia.

Las dos televisoras, de acuerdo a las condiciones políticas del momento y sus intereses particulares, se alían o rompen con el gobierno en turno, con saña linchan a sus enemigos o al personaje caído en la desgracia de interponerse entre su prácticas y sus intereses.

En este sentido, la televisión representa toda una nueva forma de organización racional, ya que la comunicación masiva es un hecho social que tienen su origen y se desarrolla en la superestructura, es decir, en el ámbito de las ideas y las representaciones de la realidad-mundo, que es partícipe del orden económico-político-social y que, por tanto, determina y se encuentra determinado por él.

En la actualidad la “primera educadora de los niños”, “la primera escuela”, se caracteriza por mantener una programación, en sus diferentes canales, totalmente inadecuados para el desarrollo de una sana y equilibrada sociedad, pues promueve el consumismo desenfrenado, pautas de conducta, la inconsciencia masiva, formando seres altamente apolíticos, esparce el ocio entre la gente, pues la competencia por el rating, por la ganancia, se ha convertido en la fuerza creadora para atraer más audiencia: imágenes de muerte, cifras de asesinatos, consumo de droga, de violencia, maltratos a ancianos, mujeres, niños; insultos, exacerbación del crimen y rebeldía inconsciente.

De esta manera, se podría decir, que los mexicanos, en su mayoría, cuentan con televisión colmada de entretenimiento y publicidad, pasando por el show político y el proceso desinformativo de los denominados noticieros.

Por otro lado, este medio puede producir reacciones favorables cuando la programación va bien canalizada para un fin que ayude al desarrollo social; así mismo que promueva la crítica, proporcionando información que invite a la reflexión del contexto social; que proyecte los diferentes senderos de la cultura, donde la diversidad ideológica, sea plasmada a través del arte.

De tal modo, la televisión mexicana se ha convertido en una encrucijada cómica, donde bufones políticos juegan con la democracia, fabricando espectáculos (como los famosos video escándalos, cuya única función es el revanchismo periodístico, o la creación de campañas electorales colmadas de esperanzas falsas) que sólo mantienen desinformada a la sociedad.

El gobierno saca a flote su falta de habilidades para dirigir al país, mostrando su ineptitud al querer construir una nación, pero cómo conseguirlo a base de infamia queriendo enrolarse dentro de los grandes bloques económicos que marcan la “innovación” político-económico-social.

El sector empresarial y las televisoras marcan el rumbo de la sociedad mexicana, donde el gran juego llamado poder se presenta disfrazado con una túnica de fantasías

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