La cámara lúcida
Enviado por Ryan Oliva • 6 de Abril de 2019 • Apuntes • 965 Palabras (4 Páginas) • 95 Visitas
LA CAMARA LÚCIDA
Ryan Oliva Carranza[1]
“…el que a veces
pueda afirmarse de ella
que es dulce no contradice su
violencia; muchos dicen que
el azúcar es dulce, pero
yo encuentro el azúcar violento.”
ROLAND BARTHES [2]
De las manos de Roland Barthes, famoso escritor y ensayista francés, se nos ofrece esta compilación de notas sobre fotografía. Muy aparte de lo llamativo que pueda sonar, el leer las opiniones de un autor como Barthes acerca del octavo arte. La cámara lucida despierta aún más el interés, cuando se sabe que, a través de ella, se nos mostrará a la fotografía desde la perspectiva de alguien ajeno a este mundo. Su obra, en palabras del propio Roland, “defraudará a los fotógrafos”. Esto en lugar de alejar al lector, debería, aumentar aún más el interés sobre ella. Entonces, ¿De qué nos habla Roland Barthes?
En las primeras páginas, Barthes comienza por explicarnos su acercamiento a la fotografía y su cierta incomodidad sobre ella. Para él, la fotografía no consta de un carácter distintivo y empieza a mencionar ciertas características ella. La fotografía según Roland (p.31): “…reproduce mecánicamente, lo nunca más podrá ser repetido existencialmente… es lo real en su expresión infatigable.” Una fotografía siempre llevará su referente con ella, está pegada a él. También escribe sobre un aspecto aterrador de la fotografía, el retorno de lo muerto.
Según Roland, la fotografía es partícipe de tres practicas: hacer, mirar y experimentar. Por lo tanto, estarán ligadas a esas acciones: el Operator (el fotógrafo), el Spectator (el que observa la foto) y el Spectrum (lo que se fotografía). Así mismo, habla sobre dos procedimientos arraigados a la fotografía: uno químico y otro físico. El primero refería a la acción de la luz sobre ciertas sustancias, y el segundo, a la formación de la imagen a través del aparato (dispositivo óptico).
Relaciona entonces, al Spectator con el procedimiento químico, ya que es el que recibe los rayos de luz, aunque de forma retardada, y al Operator con el procedimiento físico, ya que su visión era “recortada” por el “agujero” de la cámara. (p.39-40).
Barthes nos explica a través de ciertas anécdotas, el hecho de convertirse en “otro” al momento de ser fotografiado. Es casi instintivo, cuando somos apuntados por el objetivo, automáticamente cambiamos. Queremos proyectar una imagen que es ajena a nuestro estado natural. Entonces ¿Quién se muestra ante la cámara? El autor menciona: “…aquel que creo ser, aquel que quisiera que crean, aquel que el fotógrafo cree que soy y aquel de quien se sirve para exhibir su arte”. (p.45) Posteriormente, acota que este acto, el del retrato “… es una experiencia cercana a la muerte, donde el fotógrafo debe luchar por mantener viva la imagen”.
Siguiendo en la misma línea, hace una reflexión acerca del tiempo y su relación con la fotografía y a la vez la muerte. Toma el ejemplo de las fotos familiares, resalta en ellas, la extinción de las distintas generaciones. Lo que la fotografía señala (como siempre), no lo que es, sino lo que ha sido. Un eidolon, una copia astral. Desde su creación, se opone a nuestra resistencia de no creer en el pasado, lo que no hemos presenciado.
Es entonces que Roland menciona que la fotografía no existe sin una máscara, esa mascara es el sentido. Señala que la sociedad busca un sentido en la fotografía, sin embargo, no gusta de un sentido “puro”, es decir, lo que podría entenderse como fotografías “duras o crudas”. Sino que prefiere que haya un “ruido”, algo que, de alguna forma, suavice y estilice de manera que la haga más consumible. En palabras de Roland: “…por esto la foto cuyo sentido (no digo efecto) es demasiado impresivo es rápidamente apartada; se la consume estéticamente, y no políticamente” (p. 77)
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