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Los términos de “generación del 98” y “modernismo”


Enviado por   •  22 de Abril de 2015  •  1.153 Palabras (5 Páginas)  •  181 Visitas

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Los términos de “generación del 98” y “modernismo” , tan traídos y llevados en la crítica literaria actual, han llegado a un punto de completa confusión: la “generación del 98”, a la que, según Azorín en 1913, pertenecían Valle-Inclán, Unamuno, Benavente, Baroja, Bueno, Maeztu y Rubén Darío, está ahora únicamente formada, según Donald L. Shaw en 1975, por Ganivet, Unamuno, Maeztu, Baroja, Machado y Azorín. Y mientras Gustav Siebenmann nos habla del “afortunado nombre de generación del 98” (498), Ricardo Gullón señala: “La invención de la generación del 98 [...] y la aplicación a la crítica literaria de este concepto [...] me parece el suceso más perturbador y regresivo de cuantos afligieron a nuestra crítica en el presente siglo” (La invención, 7). La suerte que ha corrido el término “modernismo” no ha sido mucho más halagüeña: desde las duras palabras de Unamuno, por lo demás llenas de incomprensión, “eternismo y no modernismo es lo que quiero; no modernismo, que será anticuado y grotesco de aquí a diez años, cuando la moda pase” (Ensayos II: 1189); hasta la visión más amplia, defendida actualmente por Gullón y Schulman entre otros, que ve en el modernismo no una escuela, sino toda una época hispánica, ha pasado este término a significar simultáneamente en la actualidad: una escuela preciosista extranjerizante, un grupo de poetas finiseculares hispanoamericanos, un movimiento literario renovador en Hispanoamérica y, finalmente, una época en las artes hispánicas cuyos comienzos se suelen situar en 1882, fecha de la publicación de Ismaelillo, y cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días.

En realidad, todas estas diversas interpretaciones pueden ser fácilmente reducidas a dos: una restringida, superficial, continuada a fuerza de la repetición machacona que algunos críticos hacen de conceptos que fueron sólo producto de la circunstancia histórica de un momento —“generación del 98” de Azorín y “modernismo” de Rubén Darío—, donde se enfrentan la generación del 98 y el modernismo como conceptos contradictorios. La otra, más meditada, basada en los textos y no en las opiniones, y que consigue superar los problemas de detalle, donde el modernismo pasa a ser un movimiento de época. Sería prolijo el exponer aquí detalladamente la evolución por la que dichos conceptos han pasado desde su origen hasta nuestros días,[1] bástenos ahora con señalar que ya en 1930 Angel Valbuena Prat agrupa a los poetas españoles en modernistas y noventayochistas; división que en cierto modo es acentuada por Dámaso Alonso en 1931.[2] En 1934 Hans Jeschke aplicó las teorías de J. Petersen (Die literarischen Generationen, Berlín, 1930) a la generación del 98[3]. Pedro Salinas separa igualmente ambos conceptos en un discurso pronunciado en 1935.[4] Pero no es hasta 1945, con la obra de Pedro Laín Entralgo, La generación del noventa y ocho, cuando la idea generacional del 98 queda definitivamente establecida. Y con Guillermo Díaz Plaja, Modernismo frente a noventa y ocho, en 1951, se subraya una decidida oposición entre ambos conceptos.

Al mismo tiempo que los conceptos “generación del 98” y “modernismo” se iban polarizando, otra parte de la crítica, de visión más amplia, iba estableciendo, sin grandes repercusiones al principio, los fundamentos para una reinterpretación que emergería con toda fuerza en la década de los sesenta: Juan Ramón Jiménez en una entrevista publicada en 1935 en La Voz (18 de marzo), señala: “Lo que se llama modernismo no es cosa de escuela ni de forma, sino de actitud. Era el encuentro de nuevo con la belleza sepultada durante el siglo XIX por un tono general de

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