POR LOS CAMINOS VAN LOS CAMPESINOS REDACCION PARTE I
Enviado por Carolina Vasquez • 11 de Agosto de 2016 • Tarea • 3.143 Palabras (13 Páginas) • 1.061 Visitas
REDACCIÓN.
ACTO I.
Una huerta. Al fondo lomas. Un árbol alto, debajo de este un Rancho de paja de Sebastiano.
Se levanta el telón. Ultimas horas de la mañana. Personas vuelven al Rancho. Primero aparece la perrita negra, agitada, la lengua de fuera. Luego Margarito con su mujer: Rosa, en risas. Después Juana. Luego Sebastiano, con su machete. Un tiempo después Pancho, sudoroso. Entran por la derecha. Donde pasa el camino al pueblo.
MARGARITO.- (Entrando en risa con Rosa. Lleva una guitarra en la mano.) ¡Yo creo que es buena la guitarra! ¡Me hacía ilusión tenerla… Y como me dijo el viejo Chano: aprende a tocar a tu mujer tocando guitarra… Ja! (Risa ingenua.)
ROSA.- ¡Alguna maldad tenía que decir el viejo!... (Ríe.)
MARGARITO.- ¡Estuvo chistoso el viejo! (Lo remeda cantando y dándole a la guitarra como en bromas:)[pic 1]
Se ríen.
ROSA.-¿Y qué te contó de un viejo calvo? ¡No lo oí bien!...
MARGARITO.- Es que estaba diciendo que ya estalló la guerra. Que van a empezar a reclutar. Y el señor Chano salió con un cuento.
ROSA.- ¿Y qué contó?
MARGARITO.- (Se ríe)… que había un hombre que tenía enredos con dos mujeres que lo querían a su modo. Una que era más muchacha, lo quería con el pelo negro y la otra que era más maciza, lo quería con el pelo blanco. Y todos los días una le quitaba un pelito del color de cabello que no lo quería. ¡ Hasta que lo dejaron calvo!
ROSA.- (Riéndose) ¡Que viejo sonso!
MARGARITO.- Pues encajó bien el cuento, porque dijo que así estaban dejando a Nicaragua los liberales y conservadores.
Entra Juana.
JUANA.- (Entrando cargada con su mecapal.) ¡Se ve que están estrenando amores! (Descarga a la puerta.) ¡No han hecho más que reírse en todo el camino!
ROSA.- Es que el viejo del mercado estuvo chistoso. (Se ríe sola.)
JUANA.- ¡Y nosotros que fuimos donde el abogado sólo a traer cólera!... Las cosas del Sebastiano.
Entra Sebastiano.
SEBASTIANO.- ¡Bueno! ¡Ya volvimos!
JUANA.- Le digo a los muchacho que no se para que buscamos al Doctor Fausto, nos está enredando tanto.
SEBASTIANO.- ¿Y a qué otro iba a buscar? ¡Me lo recomendó don Federico! ¡No me eches a mí la culpa!
JUANA.- ¡Pero nos está enredando! ¿Cuánto crees que nos cobre otra vez, otros veinte pesos?... ¡Ah!... Y ahora nos sale con que tal vez tengamos que pagar impuesto.
Rosa, que ha estado atareada, entra al Rancho.
SEBASTIANO.- (Con voz inocente) ¡No!... Pero el impuesto dijo que tal vez nos la capeaba…
JUANA.- Así nos dijo con aquellos timbres; ¿Y cuánto nos cobró?
Margarito está componiendo las cuerdas de la guitarra.
SEBASTIANO.- Yo no desconfié la primera vez, ¿Para qué mentir? (Sentencioso) ¡Por eso estás hablando vos, porque yo te dije: el abogado está sacando las uñas! … Hasta te pusiste a reír, de pura creída, la primera vez cuando te dijo que le dieras a la Soledad. ¡Vos si sos inocente: creyéndole las intenciones! Porque sos ambiciosa.
JUANA.- ¿Y qué tiene de menos mi hija para que no le guste el abogado?
SEBASTIANO.- Tiene de menos que es pobre. Es del Rancho; eso tiene.
JUANA.- Pero el Rancho tiene sus tierras.
Entra Pancho despacio, limpiándose el sudor, con su machete al brazo.
SEBASTIANO.- (Irónico; a Pancho.) ¡Oía tu mama! ¡Ya se le olvidaron sus sudores! … ¡Pensá en las enfermedades, hasta en la muerte pensá, porque eso es lo que arrea al rancho y lo espanta de la tierra! ¿Dónde vivía mi tata? ¿Y yo? ¿No viví allá, en las lomas? … Y estos (señala a sus hijos) decime dónde… Decime, ¿a qué pobre le duran las tierras? Los ranchos de los pobres van caminando cada vez más lejos.
JUANA.- ¡Toda la vida salís con tus cosas! ¡Está como el cuento ese, de la revolución! ¡Todo lo ves negro!... Lo que debes hacer es quitarle los papeles a ese abogado y buscar otro.
MARGARITO.- (Que ha estado oyendo, con guitarra en mano, interrumpe con una canción)[pic 2]
Se oye la risa de Rosa dentro del rancho.
JUANA.- (A gritos.) ¡Déjate de cantos! ¡Lo que deben hacer ustedes los hombres es quitarle los papeles al abogado y buscar otro!
PANCHO.- ¡La vaina es lo que va a cobrar!
Sale Rosa del Rancho.
JUANA.- Pues vendemos los dos chanchitos negros que están gordos.
MARGARITO.- La Soledad quería uno de esos chanchitos para el rezo de San Sebastiano.
JUANA.- (Repentinamente) ¡Bueno! ¿Y la Soledad, Pancho?
PANCHO.- Venía conmigo, pero se entretuvo con la Vicenta y la Teresa en el camino.
JUANA.- ¡Que muchacha!
SEBASTIANO.- Seguro que venía con ese Pedro Rojas. ¡Ya anda muy despierta la Soledad!...
ROSA.- ¡El Pedro no bajo al pueblo, creo yo! ¿Le viste vos, Margarito?
MARGARITO.- Y si estaba ¿qué hay? ¡Ya se puso mujer la Soledad; todos lo sabemos!...
SEBASTIANO.- Está muy joven para cargar hijos. ¡Que aprenda a vivir primero!
MARGARITO.- (Poniéndose en pie.) Bueno, Rosa, tenemos que irnos ya. ¡Ve el sol por donde va! Volvemos en la tarde. ( A Pancho.) Pancho: dámele una mirada a la milpa.
PANCHO.- ¡Es la que va mejor! Está eloteando mucho.
MARGARITO.- ¡Nos vemos, pues!
Salen los dos por la izquierda.
SEBASTIANO.- Le ha salido una buena mujer a Margarito.
PANCHO.- ¡Bueno es la Rosa!
Voz de SOLEDAD.- ¡Panchoooo! (Se oye lejana)
Entra Soledad aprisa, agitada.
...