Sena.
Enviado por jessiqa123 • 24 de Octubre de 2013 • Examen • 1.211 Palabras (5 Páginas) • 279 Visitas
María Fernanda, una mula del narcotráfico que cayó en desgracia
Una dramática historia de una joven colombiana cargada con drogas en el estomago en un viaje a Nueva York
Ella es una de las miles de mujeres que intentan cruzar las fronteras para ganar dinero, en una realidad que no deja de suceder.
La agente del DAS la miró con fijeza, analizó su ropa, su manera de caminar, el grosor de sus zapatos, sus gestos, y la dejó pasar. "Siga, señora. Buen viaje". Era el último escollo. O el penúltimo.
María Fernanda avanzó una treintena de pasos más, casi tambaleando, con una mano en el estómago y un ahogo breve, apenas perceptible, como de canario sin voz. Se agarró del brazo de su esposo y le rogó -aun a sabiendas de que eso significaba mandar al traste sus sueños millonarios- que se devolvieran. Tenía los ojos quebrados por decenas de diminutas vetas rojas, y ya no eran verdes como una media hora atrás, sino que tenían un sedimento de vino viejo.
-Estoy mal. No puedo. Y falta mucho.
Seis horas, exactamente. El avión de Avianca que los llevaría hasta Nueva York estaba frente a la sala de espera en el muelle internacional del aeropuerto El Dorado, y ambos habían superado ya los controles de la Policía, el DAS, la aerolínea e inmigración. María Fernanda cargaba 60 cápsulas de 10 gramos de heroína en su estómago, y él una cantidad igual. Era el cuarto viaje que hacían en cinco meses, y esta vez la droga la habían comprado ellos mismos. Devolverse significaba la ruina. Pero ella se dobló en sus brazos y le pidió que la sacara pronto.
Salieron del aeropuerto sin reclamar el equipaje, tomaron un taxi y buscaron un hospital. Cuando llegaron, María Fernanda perdió la lucidez y entró en estado de shock, y quedó aniquilada en el piso. Los médicos la subieron a una camilla, y la internaron con los ojos fuera de sus órbitas en la sala de urgencias. Con furia le pidieron a su esposo Hélmer que les confesara qué había comido ella. Él se negó a confesar.
Quince minutos más tarde le confirmaron que su estado era crítico y que estaba a punto de morir. "Heroína. Tragó heroína. Seguro se le reventó una cápsula. Ambos nos tragamos 60 pastillas", les dijo, con los ojos invadidos de lágrimas. A Hélmer, presa de los nervios, lo internaron de emergencia y lo salvaron. Luego fue a parar a la cárcel Modelo.
María Fernanda se les fue. "Se murió", alcanzaron a gritar. Para revivirla, tuvieron que aplicarle tres tandas de choques eléctricos que le quemaron la piel del pecho y le abrieron cicatrices hondas. La joven, que solo tenía 19 años, asegura que se desprendió del dolor y de sí misma, y que flotó por un túnel de luz placentero, hasta que una razón más poderosa que ella la hizo regresar: "Mis dos hijos me llamaron". Los médicos alertaron que para ese momento se le habían explotado tres cápsulas.
Negocio con su esposo
Despertó en la cárcel de El Buen Pastor. Con la mente emborronada y sin poder caminar por la debilidad extrema, comprobó que lo que había vivido se repetía en chinas, africanas, estadounidenses y colombianas. A modo de exorcismo, todas agradecían haber sido capturadas en Colombia, donde las penas eran menores, y no en Estados Unidos, donde las condenas superan los 10 años. Sin embargo, nadie había vivido en tan poco tiempo y con tal vertiginosidad como ella.
En menos de un año, su vida había girado como un reloj de arena. A ella y a Hélmer
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