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Enviado por   •  12 de Mayo de 2014  •  2.489 Palabras (10 Páginas)  •  308 Visitas

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Pensamiento Estratégico - Conceptos y perspectiva

El pensamiento estratégico es un talento y en un mundo cambiante como el actual, las organizaciones cuyos principales ejecutivos no tengan este talento, es posible que no subsistan con éxito en este entorno.

Por Juan Carlos Pérez Herra

Decano, Facultad de Ciencias Económicas, Universidad Latina de Costa Rica

Juaperhe@ns.ulatina.ac.cr

Como bien lo afirma el proverbio popular: “lo que natura no da, Salamanca no lo enseña”. Hoy más que nunca las organizaciones deben ser deliberadamente oportunistas. (Drucker, 1999, p. 57)

En la bibliografía sobre estrategia suelen confundirse pensamiento estratégico con planeamiento estratégico. Sin embargo, el pensamiento estratégico es considerado por la psicología positiva como una habilidad natural. Por otra parte, algunos especialistas en estrategia establecen la diferencia a partir del liderazgo y la alta gerencia. Lo anterior podría variar el objetivo de los programas de educación formal orientados a la enseñanza de la estrategia. Este artículo explora el concepto, apoyándose para ello en una revisión bibliográfica de los autores más destacados sobre el tema.

PENSAMIENTO ESTRATÉGICO

La abundante bibliografía sobre estrategia que ofrece el mercado de textos para el estudio de la administración se caracteriza por la confusión en el uso del término pensamiento estratégico. La explicación es la siguiente: “La necesidad de pensar en forma estratégica nunca ha sido mayor. El crecimiento lento, la desregulación, la globalización, el rápido y radical cambio tecnológico han sacudido a una y otra industria” (Porter, 1993, p. 26).

Como punto de partida es importante dejar claro que el pensamiento estratégico y el planeamiento estratégico no son lo mismo, ya que el primero se refiere a un proceso mental característico de ciertos individuos y el segundo, a un proceso estructurado aplicable a organizaciones con el fin de mejorar en forma metódica y controlada su desempeño futuro. Dentro de esta perspectiva, De Kluyver (2000) establece una clara diferencia entre ambos términos al afirmar:

“Debemos aprender a distinguir entre pensamiento estratégico y planeamiento estratégico. Pensamiento estratégico es un proceso utilizado por los líderes de la organización para crear un boceto conciso y claro de la visión. Planeamiento estratégico es un proceso para desarrollar, analizar, comunicar e implementar la estrategia seleccionada”. (p. 10) [1]

La necesidad de definir ambos conceptos adquiere más importancia cuando se les visualiza en diferentes niveles de la organización. En este sentido, De Kluyver enfatiza que la responsabilidad por el pensamiento estratégico recae en el director ejecutivo y la gerencia superior, quienes deben conducir el proceso, guiando los estratos encargados del planeamiento estratégico; orientados específicamente a asegurar toda la información relevante que permita definir las áreas críticas en las que se debe trabajar.

Esta apreciación se adscribe a las definiciones clásicas del proceso administrativo, para las cuales el profesional que utiliza la administración como medio de vida, debe reunir una mezcla balanceada entre habilidades técnicas, humanas y conceptuales. Así, las habilidades conceptuales tradicionalmente se han ubicado en la alta dirección y se concentran en la capacidad para comprender la complejidad total de la organización (Chiavenato, 1999, pp. 3-5).

Lo anterior comprende el pensamiento estratégico, definido por la psicología positiva como una habilidad o aptitud natural; talento o patrón recurrente de pensamiento o comportamiento que se puede aplicar productivamente. En este sentido el talento estratégico se caracteriza por cuanto:

“…permite ordenar la confusión y descubrir el mejor camino para seguir adelante. Como los demás talentos, no se trata de una capacidad que puede ser enseñada. Es un proceso de pensamiento singular, que le permite contar con una perspectiva especial del mundo. Esta perspectiva le permite captar diferentes modelos o patrones donde otros no pueden ver más que una opción o la complejidad”. (Buckinghan y Clifton, 2001, p.130).

Entendido por la psicología como una habilidad natural, resulta lógico pensar que estos individuos son escasos y altamente diferenciados por su potencial para conducir y liderar organizaciones en contextos que suman una gran cantidad de variables.

Es importante mencionar que los trabajos recientes sobre liderazgo establecen diferencia entre el líder y el gerente en el ámbito organizacional, siendo el primero la fuente de la visión, estrategia y fuerza primaria detrás de un cambio eficaz. En este sentido Kother (1999) afirma:

“Hablo de liderazgo como desarrollo de una visión y de unas estrategias, conseguir gente que pueda apoyar esas estrategias y delegar poder en unos individuos para que hagan realidad esa visión, a pesar de los obstáculos. Lo anterior contrasta con la gerencia, que significa mantener funcionando el sistema existente, planeando, presupuestando, organizando, administrando personal, controlando y resolviendo problemas”. (p. 19)

Hasta aquí podemos afirmar que el pensamiento estratégico se entiende como una habilidad natural de individuos que se ubican comúnmente en el estrato superior de las organizaciones; capaces de inspirar una visión y plantearse un curso de acción para hacerla realidad, a partir de un proceso mental que involucra el manejo de una gran cantidad de variables que afectan el accionar de la organización; estableciendo opciones y resultados posibles en virtud de la construcción de escenarios mentales, los cuales son inferidos de patrones identificados en el aparente caos de los hechos.

Estado mental

Por otra parte, no podemos dejar de lado los aportes de Ohmae (1988), cuya premisa de partida es, “…las estrategias de negocios que llegan a tener éxito no provienen de un análisis riguroso, sino más bien de un particular estado mental. En lo que yo llamo la mente del estratega, la percepción y la consecuente determinación en pos de su cumplimiento, a menudo equivalentes a un sentido de misión, alimentan un proceso mental básicamente creativo e intuitivo, más que racional”, añadiendo más adelante, “Las grandes estrategias, al igual que las grandes obras de arte o los grandes descubrimientos científicos, exigen gran maestría técnica en su elaboración, pero originan ideas fuera del ámbito del análisis consciente” (p. 4), esto último porque son procesos particulares, propios de individuos con una gran diversidad de experiencias, formación y motivaciones, en contextos únicos que marcan la generación de nuevas ideas.

Sobre este punto De Kluyver (2000) coincide con Ohmae al afirmar,

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