Analisis Pelicula Tras Los Muros
Enviado por avh_heim • 18 de Septiembre de 2014 • 1.151 Palabras (5 Páginas) • 589 Visitas
ANALISIS: PELICULA “TRAS LOS MUROS”
"Soy profesor de tablas de multiplicar. A veces logro enseñar matemática." Así se presenta uno de los personajes a los colegas recién llegados. La escena se desarrolla en una escuela media de un barrio popular de París, pero la experiencia podría repetirse en cualquier ciudad, en cualquier escuela. Ese es el principal encanto de Entre los muros: los personajes, los diálogos, los conflictos que atraviesan a docentes y alumnos a lo largo de la película reaparecen en cualquier comunidad educativa marcada por la segmentación social y cultural, por la dificultad para adecuar los objetivos de la escuela media a las demandas e intereses de los estudiantes, por la brecha generacional...
Desde el sugerente título, la película de Cantet plantea las dificultades de trascender la lógica que impera "entre los muros" y trata de dar cuenta de las inquietudes y dificultades que los estudiantes traen desde más allá del muro, desde el mundo en el que deben vivir sus vidas.
Es interesante pensar la relación del film con otro trabajo que retrató la escuela francesa de los años 40: Los 400 golpes, de François Truffaut. Allí se mostraba un institución extraordinariamente rígida, con jerarquías inflexibles, gélidos métodos de enseñanza y castigos severos. (Sobre Los 400 golpes de Francois Truffaut puede verse este texto.)
Sin duda, ni la relación entre el docente y los alumnos de Entre los muros es comparable a los niveles de autoritarismo que planteaba Truffaut, ni la escuela o la sociedad francesa son las mismas. Sin embargo, las preguntas permanecen: ¿qué hacer con "la diferencia"?
¿Qué pasa cuando un joven no encuentra, ni en la familia ni en la escuela, puntos de orientación, contención emocional o un marco de relaciones que le permitan un desarrollo intelectual y emocional adecuado?
El aula es espejo de una sociedad marcada por los problemas ligados a la inmigración –diferencias lingüísticas, culturales, religiosas, emocionales–. Allí los docentes se encuentran tironeados entre el deseo de atender –y entender– las demandas de los alumnos y la necesidad de enseñar ciertos contenidos disciplinares y de cumplir con las exigencias institucionales, cuyo ritmo de cambio no se adecua fácilmente a lo que ocurre más allá de los muros.
Los cuestionamientos de los chicos encuentran siempre el camino para “meter el dedo en la llaga”, para detectar con agudeza las debilidades de los adultos y del sistema, y buscan expresarlas, ya sea con timidez o con insolencia.
Una de las escenas más notables de la película corresponde al diálogo que prepara la producción de un autorretrato. Cuando el profesor intenta indagar sobre la resistencia de los chicos a hablar de sí mismos surgen planteos como: “Usted nos pregunta para que hablemos, pero no es verdad”, explica una de las chicas. “¿Qué cosa no es verdad?” –pregunta Marin–. “Que le interese saber de nosotros..” es la franca y dura respuesta. A partir de allí, se plantea una conversación de una enorme riqueza acerca de la privacidad, el pudor, el temor al rechazo que todos ellos padecen.
Isabella Boscov, en su reseña para Veja cinema, subraya la diferencia entre esta obra y ciertos clásicos de Hollywood –como Semilla de maldad– en los que la buena voluntad de un docente carismático logra barrer con las resistencias de los adolescentes, desvanecer la hostilidad e instaurar la armonía. En Entre los muros los conflictos nunca se resuelven de manera definitiva. Hay una tensión permanente entre la tendencia a exigir a los alumnos lo que no pueden dar –por ejemplo la adecuación a códigos que les resultan bizarros e incomprensibles– y
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