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Analisis situaciones educativas segun los principios del aprendizaje dialogico


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2019  •  Ensayo  •  2.502 Palabras (11 Páginas)  •  208 Visitas

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CÁTEDRA

COMUNICACIÓN Y EDUCACIÓN

Parcial Final Grupal

GRUPO LES PEDAGOGUES

AÑO LECTIVO 2019

PROBLEMÁTICA EDUCATIVA.

Hay falta de predisposición para incorporar las nuevas tecnologías, por parte de  los docentes y el sistema educativo, utilizando métodos tradicionales que son obsoletos y no captan la atención de los alumnos


DESCRIPCIÓN DE SITUACIÓN

Claudia, Anahi, Martin y Evelin son nuestros nombres. En el marco del Programa FORMAR, una propuesta del Ministerio de Educación de la Provincia de Tucumán, que brinda a los docentes de todos los niveles y modalidades,  la oportunidad de capacitarse de manera gratuita y de obtener puntaje docente, nos encontrábamos capacitando a un grupo de docentes de “La escuelita de todos” ubicada en Granaderos de San Martín 1701, barrio 11 de Marzo. El curso se llamaba “El celular en la escuela, nuevo aliado en el aula”.

  En el grupo podían observarse docentes entretenidos con el celular, otros revisando planillas, otros conversando, y los menos conectados al taller. En plena capacitación, una docente expresó textualmente: “Hay falta de predisposición para incorporar las nuevas tecnologías, por parte de los docentes y el sistema educativo, utilizando métodos tradicionales que son obsoletos y no captan la atención de los alumnos”. Se instaló el debate entre todos los presentes con argumentos a favor y otros en contra.

La capacitación dio su fin, y como grupo pedagógico nos interpelamos a pensar y repensar constantemente en vía del desarrollo más útil, eficiente, y significativo de nuestras prácticas.  ¿Cómo amalgamar  lo tradicional con la tecnología? ¿Cómo disminuir la resistencia instalada de manera cultural en muchos docentes?

ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN.

“Falta de predisposición” hace alusión  a la falta de disposición, ganas, actitud, intención para hacer algo.

          Siempre es necesario partir desde los principios históricos que fueron gestando nuestra realidad. Partiendo que desde antes de la revolución digital, la enseñanza se basaba en el uso del lápiz, el papel y decenas de libros repletos de información, opacos en forma y, sobre todo, estáticos en contenido. Unos elementos que fijaban un camino muy definido para los alumnos.Válidos para una época.

A lo largo del siglo XXI, con la expansión de la revolución digital a todos los ámbitos de la vida cotidiana, la educación está sufriendo una progresiva transformación. Un proceso en el que se abandona el papel y el lápiz en favor de la pantalla táctil, el teclado; y con ello, la estática metodología tradicional. No fue hasta la década de los noventa cuando la tecnología comenzó a tomar una mayor relevancia en las escuelas.

Volviendo a la frase que abrió nuestro debate, podemos afirmar que, en líneas generales, cuando se concibe la inclusión e integración de la tecnología en las escuelas, se hace, con frecuencia, de una forma muy superficial hoy en dial. La gran mayoría de las instituciones, de los docentes y, por supuesto, de los alumnos, asumen que la integración de la tecnología en las escuelas consiste únicamente en reemplazar elementos como el lápiz o el papel por herramientas más avanzadas como la tablet, la pizarra electrónica( proyector) y las plataformas virtuales. Lo cierto es que las proyecciones se han convertido en el nuevo afiche con luz, dejando muchas veces afuera el dinamismo, la creatividad y el permitirnos pensar las tecnologías y la comunicación como espacios factibles de politizar, y capaces de generar espacios de transformación. Se desconoce el poder cultural que puede llegar a tener y tiene la comunicación en la educación.

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) están atravesando nuestra vida, cambiando nuestras visiones del mundo y modificando los patrones de acceso al conocimiento y de interacción interpersonal. Progresivamente, se han ido incorporando en los diseños curriculares de todos los niveles de la enseñanza formal y no formal. Esta incorporación tiene un pilar crítico del que el Estado debe ocuparse: la formación de docentes. Estos espacios de formación se ven influenciados por dilemas que surgen de pensar a las TICs como objeto de conocimiento y como herramienta didáctica. Además de la necesaria deconstrucción del modelo de enseñanza que resulta imprescindible a la hora de pensar críticamente en la inclusión de estas herramientas. Resignificar el rol del docente resulta central para realizar una inclusión significativa de tecnología en los espacios de enseñanza.

Jorge Huergo, en su artículo sobre “Los medios y tecnologías en educación”(2007), dirá que el uso de las tecnologías en educación se juega ante diversas representaciones sobre las mismas y sobre las relaciones entre educación y tecnologías, por un lado, y ante distintas actitudes de estudiantes y docentes frente a las tecnologías, por otro. Es frecuente que los docentes hayan tenido un encuentro muy reciente con las tecnologías, mientras lo estudiantes han tenido un contacto con ellas en toda su vida.  Los docentes no suelen tener claridad sobre el uso educativo de las tecnologías (y en particular, sobre el uso de computadoras en el aula), ya que tienen la sensación de que ellas no les ofrecen “seguridades” en la práctica educativa.  Los estudiantes prefieren los medios y las tecnologías, es cierto; sin embargo, siguen aprendiendo con el libro y las fotocopias, lo que hace que no perciban el carácter educativo de las tecnologías naturalmente. Mucho de esto se debe a que los docentes han sido capacitados (si lo fueron) por profesionales ligados a la informática o la ingeniería, más que con pedagogos especialistas en uso de tecnologías con fines educativos.   En los docentes, y también en los capacitadores, suele existir una perspectiva informática del uso de las tecnologías, y no una perspectiva comunicacional; lo cual ha llevado a formas de utilización que fomentan el activismo y el aislamiento.

Huergo detalla diversas posiciones frente a la incorporación de tecnologías en educación, sostenidas por los docentes o por las escuelas:  

  • Los tecnófobos: que reniegan del uso de las tecnologías a veces por miedo, pero más frecuentemente porque eligen un modelo pedagógico magisterial o tradicional, logocéntrico o bibliocéntrico, que los ubica en un papel de privilegiados poseedores de los saberes válidos.  
  • Los contenidistas: que hacen de la Informática o de los Saberes tecnológicos una serie de contenidos o una materia más, aislada del resto de los procesos educativos escolares.  
  • Los informados: que están interesados en estar al día, pero sin cambiar demasiado lo habitual en los procesos didácticos y sin modificar el eje escolar puesto en la lógica escritural; por eso, son los que proponen a sus alumnos tareas elementales de procesamiento de textos, únicamente, o también de datos (por ejemplo, el uso del Excel o del Word).  
  • Los disciplinadores: que aunque sepan que los niños y jóvenes usan internet y distintos programas sin la presencia del docente y fuera de la escuela, intentan controlar “pedagógicamente el uso de tecnologías, haciendo que su “uso educativo” sea más aburrido y casi ajeno a los estudiantes.
  • Los funcionales: que usan las computadoras en educación como herramientas y el paquete Office como verdadero currículum, sin intentar creativamente otro tipo de estrategias pedagógicas.  
  • Los educadores educandos (para utilizar esa idea de Paulo Freire): que se asumen en la necesidad de hacer un proceso de aprendizaje permanente de la cultura tecnológica con una intencionalidad pedagógica; no temen aprender de y con los estudiantes ni temen “desordenar” los contenidos y estrategias tradicionales al incluirse en un proceso creativo y productivo.

Reflexionando sobre los principios del aprendizaje dialógico propuesto por Aubert, estas diferentes posiciones, dan cuenta de la necesidad de desaprender y deconstruir estos modelos de enseñanza en busca de procesos de transformaciones personales y sociales a través del diálogo igualitario entre los actores educativos(docentes, estudiantes, capacitadores, familia,  etc) rompiendo la estructura vertical y jerárquica, propia de las aulas. En este diálogo, tanto estudiantes como docentes ponen en juego sus argumentos, sus conocimientos, para fortalecer el intercambio en las clases. Hacer que los estudiantes sean protagonistas de un aprendizaje colaborativo en el cual pongan de manifiesto tanto sus competencias académicas como sus habilidades humanas.

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