Arquitectura Renacentista
Enviado por Sary_C • 10 de Marzo de 2014 • 4.604 Palabras (19 Páginas) • 254 Visitas
UNIVERSIDAD NACIONAL
AUTÓNOMA DE MÉXICO
Escuela Nacional de Artes Plásticas
Arquitectura Renacentista
Candela Toledo Sarahi
Cisneros Hernández Clara
Hernández Antonio Luis César
Huerta Rojas Romina Penélope
Monroy Molina Adrián
3317
22/Octubre/2013
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Introducción
A finales del año 1417, Martín V, patricio romano de la familia de los Colonna, elegido
Papa en Basilea, decidía trasladar a Roma la Corte pontificia de Aviñón. Este hecho
trascendental acabaría de concentrar en Italia el humanismo renaciente, cuyo progreso se
había retrasado durante el tiempo en que los Papas habían estado en Aviñón, por obra de las
relaciones entre la cultura italiana y la francesa, gótica. Martín V pasó primero a Mantua y
después a Florencia, esperando el momento propicio de entrar en la antigua capital del
Papado. Pero el estado de roma, tanto tiempo abandonada a discordia de las familias
patricias, no era a propósito para que pudiera en seguida instalarse allí una corte fastuosa
como la que de Aviñón venía. Los dos primeros Papas después del regreso de la Corte
Pontificia a Roma, Marín V y Eugenio IV, no consiguieron hacer más que restablecer su poder
y asegurar su autoridad sobre la capital; el territorio de Lacio continuó en el poder de los
barones feudales. Para los Papas sucesivos esta preocupación subsistió durante todo el siglo
XV; puede decirse que sólo la enérgica audacia de Alejandro VI, el segundo Papa de la familia
Borja, consiguió acabar con la tiranía de las familias romanas que desafiaban al Papado. Por
esto Roma, que mas tarde será el centro del arte italiano, durante el siglo XV ocupa un lugar
secundario en la historia de los orígenes del renacimiento.
Toda la gloria de haber aceptado e impulsado este gran movimiento espiritual durante
más de un siglo toca casi exclusivamente a Florencia. Al comenzar el siglo XV esta ciudad
había conseguido imponer su hegemonía sobre toda la Toscana, desde el alto valle de
Casentino, que riega el Arno con sus poderosos giros, hasta Pisa, la antigua rival sometida y
Siena, también vencida, con las ciudades de Arezzo, Cortona, Prato, Lucca y Pistoya,
convertidas, gracias a la atracción de las ideas, en suburbios espirituales de Florencia. Había
ya en Florencia una escuela artística en plena evolución: desde que Arnolfo trajo a su patria la
tradición de los escultores pisanos, ya es bien sabido que es Florencia la que mantiene las
conquistas y de ella parten los que van a Nápoles y al norte de Italia para difundir el nuevo
estilo escultórico. En pintura, el arte sienés, refinado y aristocrático, no había sido más que un
episodio; en cambio, los discípulos florentinos de Giotto continuaban progresando
ininterrumpidamente por el camino fecundado de la inspiración de la naturaleza.
La arquitectura, sin embargo, se resistía a las innovaciones; se iba conservando gótica,
del gótico híbrido que había empleado Giovanni Pisano en el campo santo de Pisa, gótico sólo
en las formas de los elementos, pero revestido de mármoles y ordenado con otras
proporciones que el estilo gótico francés, dominante en toda Europa.
La obra más importante se ejecutaba en Florencia por entonces era la catedral, de
antiguo a Santa Reparada, pero que en la nueva obra se consagraría a la Madre de Dios con
el título de Santa María de la Flor. La Catedral de Florencia, sino fuese por la cúpula de
Brunelleschi, de la que se hablará más adelante, sería solo un vasto edificio, gris y frío por
dentro, y con rica decoración de mármoles en sus fachadas exteriores. Hay una gran
diferencia con el gran arte que revela el gran edificio de la catedral de Pisa con sus rítmicas
arcadas. En Florencia no se ve sino recuadros y más recuadros de los inmensos muros mil
veces subdivididos. Tan solo en las puertas laterales los primeros escultores de la escuela
florentina labran graciosos relieves en los altos tímpanos, sobre las ojivas singulares. Quizá la
más hermosa de estas puertas es la llamada “de la Mandorla”, esculpida por Nanni di Banco
en 1421.
Al lado de la catedral se levanta campanile, también todo de mármoles, ostentando aun
más la forma ojival de las ventanas, partidas con ajimeces. El proyecto de campanile fue
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encargado a Giotto en 1334 y se sabe que los cimientos se colocaron ese mismo año. La
tradición supone que el gran pintor esculpió algunos relieves de la base, en los cuales se ve
ciertamente el soplo vivificante de su estilo. Pero el campanile de Florencia es una obra que
tomó largos años y ocupó a varios maestros, y parece muy dudoso que Giotto, que murió 3
años después de haberse iniciado y que –en ese tiempo- estuvo entregado a múltiples
trabajos, pudiera hacer más que dar la traza para una construcción de tanta importancia.
Ejecutado durante dos generaciones, el campanile florentino es una de las joyas de la
humanidad; todo está en el sabiamente dispuesto para lograr un efecto de gracia y
hermosura. La bella torre cuadrada está dividida con un plan armónico de zonas horizontales:
la primera s un basamento inferior, bajo, con relieves; encima otra zona ya más ancha con
esculturas; después un piso con ventanas; más arriba aún, otras ventanas más altas, y, por
fin, la última zona, con un solo ventanal muy airoso y con la cornisa de remate. Nada hay de
nuevo ni extraordinario; con todo, no resulta fácil describir el efecto que provoca la visión de
esa torre: las medidas son tan compasadas, hay una proporción tan elegante en las fajas que
subdividen la enhiesta mole de 82 metros de altura, que sólo puede darnos idea de un
encanto su propia contemplación.
Las formas de las ventanas son todavía góticas; en cambio, en el famoso pórticomuseo,
llamado la Loggia dei Lanzi, que está enfrente del Palacio de la Señoría y fue
edificado entre 1375 y 1381, aparecen ya los arcos de medio punto apoyados sobre una
especie de parodia de capiteles corintios y de entablamento clásico. A pesar de su belleza
singular, se comprende que este arte híbrido no podía contentar a los espíritus selectos de la
Italia central, consagrados al estudio e imitación de la antigüedad griega y romana mientras se
descubrían nuevos manuscritos antiguos. Los eruditos
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