Autobiografia.

Tal vez me toque revolcar un poco ese baúl de los recuerdos allí donde deposito lo más recóndito de mi vida. Comencemos por mí, ese 12 de agosto de 1995  nació en Bogotá  a quien llamarían Santiago Pacheco Barrientos, mis padres Obed Pacheco Acevedo y Gloria Yessenia Barrientos Urrego, cierto día no sé si por equivocación o no decidieron engendrarme, desde allí se empieza a escribir una historia, la primera pagina de este libro llamado vida, no necesito tener memoria para saber que fue el primer día feliz de mi vida, respirar y sentir el mundo gracias al esfuerzo de una madre.

No recuerdo muchas cosas de mi vida en el lapso de 5 a 7 años, pero hay una máquina del tiempo, la que a muchos a veces avergüenza o simplemente trae risas y nostalgias, si, esa que cuando estás en una reunión familiar con visitas viene antecedida de una frase que dice así “traigamos el álbum familiar” ya sabes lo que se viene después de eso, además de fotos en muchas ocasiones vergonzosas, hay algo muy especial y es el cómo puedes transportarte por medio de algo que está plasmado en una imagen, es increíble cómo se mueve tu ser al ver brillar tus ojos de niño y saber que has crecido.

 Muchas veces el tiempo se convierte en nuestro peor enemigo se va llevando lo que más amamos, lo que más anhelamos, se lleva nuestra niñez, nuestra juventud y al final se va llevando hasta nuestra propia vida, pero bueno de todo lo que vives quedan historias que marcan tu vida y cada vez que las recuerdas traen sonrisas o también tristezas.

A mis 7 años solía salir con mis padres al parque, ellos me regalaron un carro a pedal de la formula uno el cual venia con el uniforme era de color rojo y yo era feliz usándolo. Me subía y empezaba a correr por todo el lugar me sentía todo un profesional al volante, ver a mi mama detrás de mí, aplaudiendo y diciéndome: “que bien lo hace mi amor” ver la gente curiosa que se me acercaba pues me hacía muy atractivo, me llenaban de emociones positivas. Por cuestiones de trabajo de mis padres tuvimos que viajar y dejar atrás nuestros estilos de vida de la ciudad, me iba con expectativas de las cosas que cambiarían, de los nuevos paisajes, nuevas personas y entornos.

 Llegamos a un pueblo llamado Arauquita, tierra de mis amores solo me queda agradecimiento para con esta llanura la cual me vio crecer, allí tenia la mayoría de mi familia. fue total felicidad respirar un aire a campo,  libertad, gente muy amable, su flora y su fauna fueron algo tan diferente a lo que estaba acostumbrado. Mi vida en este pueblo es la clave de lo que soy, allí aprendí muchas cosas, experimente distintas emociones, conocí tantas personas que hicieron y hacen parte de mi, de las cuales de cada una aprendes.

 No me puedo quejar de mi infancia fue la mejor, correr detrás de un balón, esconderme, ensuciarme de lodo, jugar con arena, saltar bajo la lluvia, inventar historias, creerme un superhéroe, pintar mi futuro, soñar en ser grande; estoy orgulloso de pertenecer a la gente que creció sin estar absorbidos por la tecnología, aferrados a aparatos electrónicos.

Seguía creciendo y empiezas a conocer tu segundo hogar esa estructura a la cual te daba pereza madrugar pero que al final de cuentas eras feliz yendo, mis hermanos, mis compañeros, mis amigos, tantas historias y tantos momentos compartidos, en este momento al escribir me lleno de mucha nostalgia, no es fácil verte y saber que el tiempo paso tan rápido y se llevo todos esos momentos que nunca más volverán,  con mis compañeros de estudio llegue a sentir que éramos de la misma sangre, tus primeras modas, tus primeros peinados, tu forma de vestir, todo iba cambiando mientras más años cumplías y ellos eran testigos de todos esto. El momento de mi grado llego, en ese instante me di cuenta que había crecido tanto que ya debía empezar a cumplir mis sueños y a proyectar mi vida, todo quedaba atrás y entre palabras agridulces en la despedida se separaban muchas amistades de las cuales algunas aun permaneces unidas.

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