BIENAVENTURANZAS, LAS OCHO LOCURAS DE CRISTO

BIENAVENTURANZAS, LAS OCHO LOCURAS DE CRISTO

Para comprender el pensamiento o las claves que nos dejó el legado de Jesús y sus predicaciones, podríamos entonces, remitirnos a Las Bienaventuranzas que son la base fundamental o eje central del reino prometido del que nos predicó Jesús, las bendiciones, la felicidad y la paz interior para conocer el tan anunciado nuevo espíritu.

Los afortunados que tuvieron el goce de escuchar las primeras palabras o las predicaciones de Jesús, eran personas muy humildes, que sabian lo que era el dolor, hijos de una época muy difícil donde dependían de las estaciones climáticas, campesinos, agricultores, pescadores; pero ciertamente no solo se tenían que enfrentar a los caprichos de la naturaleza, sino que también estaban bajo el mandato de los opresores políticos o tributadores y los invasores. Estas eran las personas más necesitadas de escuchar a Jesús puesto que requerían respuestas para sus problemas de vida. Jesús entonces era diferente era un consejero, una luz que enseño al hombre a enfrentar sus problemas y sus miedos como medio para alcanzar su fortaleza y ser el peldaño para alcanzar la mayor fuente de felicidad.

Lamentablemente aquellas palabras que en algún momento fueron una luz o guía espiritual hoy se han convertido en palabras corrientes que perdieron su poder o escala de valores, palabras de vida, amor y esperanza están muertas y desvanecidas para muchos.

Ahora bien, Jesús comienza su vida de predicación enfocándose en lo que todo ser humano busca y es la Felicidad, la condición de amar y ser amado, puesto que es el eje vital del ser humano y es la plenitud del ser.

Las bienaventuranzas no se enfocan en la riqueza o pobreza material puesto que va mucho más allá del problema del dinero, pobres son lo que siempre están para Dios, quienes se acercan a él y depositan su confianza y siguen al pie de la letra su voluntad, pobres son los que eligieron la libertad de no estar esclavizados y segados a lo material, al dinero, al orgullo, ni asimismo, Dios no pide vivir paupérrimamente, Dios lo que pide es vivir en plenitud pero sin apegos, porque si la riqueza material está por encima de la riqueza espiritual o la riqueza de Dios es esclavitud o atadura de un mundo donde predomina el ego y la carencia de Dios. Jesús promete una nueva humanidad a la que sólo podrán acceder los pobres, los desapegados, los que tienen su corazón libre de ataduras, de sí mismos y del mundo.

En nuestros días lo que predomina es la violencia y las ansias de poder, la gente disfruta y goza del mal ajeno, Dios no es el Dios que destruye, él es un Dios que crea, el rey pacifico, Jesús pide que aprendamos de él, que es una persona con humildad, con un corazón libre de cargas, manso, tranquilo, dócil, inundado de sentimientos de compasión y bondad, paciente; es la muestra fehaciente de la misericordia, porque Jesús y nuestro creador buscan que nosotros: la humanidad construyamos un mundo nuevo, libre de los violentos y los mal intencionados, seres pacíficos, buscadores

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