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CULTURA Y EDUCACIÓN AMBIENTAL


Enviado por   •  22 de Mayo de 2014  •  2.319 Palabras (10 Páginas)  •  304 Visitas

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Como estrategia de trabajo he colocado el interrogante en el término derecho de la ecuación arriba indicada, con la intención de tener a la vista un elemento orientador que me permita acercamientos a las esencialidades involucradas en el concepto de educación ambiental, así como a los referentes que caracterizan los problemas que le compete atender.

1. La cultura y con ella la educación, es el nuevo orden alcanzado por la evolución natural.

Es sabido que la Educación es una práctica social con características denotadas en las intencionalidades propuestas y desarrolladas en un determinado estatuto cultural. Que a su vez, la educación, es uno de los indicadores más prominentes de los niveles alcanzados por la sociedad antrópica en la evolución social y cultural. Que la educación se recrea continuamente, partiendo de las capacidades intelectivas del hombre para solucionar problemas, para idear instrumentos, herramientas y medios transformadores del entorno, superando con ello la evolución físico-química y biológica de los sistemas naturales que constituyen el universo. Podría decirse que de la misma manera como el hombre es el último nivel hasta ahora alcanzado por la evolución natural, en el mejor aprovechamiento de la materia y de la energía; la educación es el indicador de su relevancia, supremacía y dominio.

El carácter mediador de la educación y la cultura, asegura al hombre en el universo, no como una especie más que la materia-energía en su proceso de evolución ha tomado; sino como la especie que se hace diferente, cuando por sí misma «inaugura una estructura diferente de adaptación y evolución, de ocupación del espacio y de acumulación energética» (Ángel, 1990:37), que lleva a la transformación progresiva de los sistemas naturales en sistemas artificiales, a través de la producción del conocimiento que persevera en sus propias dinámicas educativas y culturales.

En este sentido Augusto Ángel (1990:39) plantea que «El hombre no forma parte del ecosistema ni su actividad obedece las leyes internas del mismo. La especie humana, por el manejo artificial y consciente de la realidad, se ha segregado de las leyes biológicas que organizan los ecosistemas. Más aún, artificializa los ecosistemas, transforma sus leyes e implanta un nuevo orden de consumo energético y de utilización de recursos», apareciendo el mismo, a través de estas transformaciones, como el nuevo estado de la evolución físico-química y biológica. Como el nuevo orden ambiental, que no ha de contraponerse necesariamente a las direcciones conocidas de la evolución natural.

El nivel antrópico de la evolución es el nuevo estado de la evolución físico-química y biológica, el nuevo regulador del orden ambiental.

Murray Gell-Mann (1995:265), premio Nobel en Física, considera el nuevo orden desde su teoría de lo complejo, y de la siguiente manera:

«Dado que nosotros los humanos somos los organismos más complejos en la historia de la Tierra, es comprensible que algunos contemplen la totalidad del proceso evolutivo como algo conducente al Homo sapiens sapiens. Aún reconociendo que esta idea responde únicamente a un necio antropocentrismo, en cierto sentido si puede decirse que la evolución biológica termina con nosotros, o por los menos queda en suspenso. Nuestro efecto sobre la biosfera es tan profundo y nuestra capacidad para transformar la vida (no sólo mediante procedimientos antiguos y lentos como los de los criadores de perros, sino con métodos modernos como la ingeniería genética) será pronto tan grande que ciertamente el futuro de la vida de la Tierra depende en gran parte de decisiones cruciales tomadas por nuestra propia especie. Salvo una espectacular renuncia a la tecnología (muy difícil a la vista de la enorme población humana que depende ya de completamente de ella para su sustento) o la autodestrucción de la mayor parte del género humano -seguida de una regresión a la barbarie de los supervivientes- da la impresión de que, en un futuro previsible el papel de la evolución biológica natural será, para bien o para mal, secundario al de la cultura humana y su evolución».

La tendencia a la conservación y desarrollo está entonces, regulada por el nivel superior, de máxima complejidad de la misma evolución, que piensa, que no es pensada por ninguno otro, que transforma los sistemas naturales y que crea otros nuevos no existentes previamente, los artificiales.

Esta tendencia a la complejización es connatural a los sistemas de evolución. De ella no escapa la sociedad antrópica. Los procesos evolutivos de la materia-energía-espacio y tiempo en procura de la adaptación y de la capacidad reproductiva para su mantenimiento, han denotado sucesos umbrales o rupturas, ya señaladas por Harol Morowitz, en el proceso natural que condujo al aparecimiento de la vida. Estos umbrales son bien conocidos por nosotros, así como sus niveles de complejidad, pero recordémoslos:

El umbral que condujo al metabolismo energético con empleo de la luz solar y así a la posibilidad de una membrana aislante de una porción de materia, el prototipo de la célula. (Estamos buscando hoy la repetición de este umbral en los confines del universo).

El umbral que proporcionó la catálisis para la transmisión de los cetácidos a los aminoácidos y de allí a la producción de proteínas; y

El umbral de las reacciones químicas que dieron como resultado moléculas denominadas heterociclos dinitrogenados y que llegaron a los nucleótidos que constituyen el ADN, permitiendo así la existencia del genoma, el esquema o paquete de información biológico.

O si desean otros ejemplos, basta que pensemos en la extraordinaria complejidad de los productos de las síntesis alcanzados por la civilización que nos ha tocado vivir.

De todos los «sistemas complejos adaptativos» el más complejo es el inteligente. Aparecido en el umbral del sapiens sapiens con sus capacidades transformadoras, mantenidas y desarrolladas a través de la educación no registrada en el material genético, reproducible y modificable a través de la cultura.

Considerada entonces la educación desde el contexto de la evolución de los «sistemas complejos adaptativos», aunque de manera muy sucinta y tocando temas que se sabe requieren de mayor tratamiento, se encuentra en ella la esencialidad de un sentido histórico constructivo, que no ha terminado aún, del desarrollo del medio ambiente con el hombre adentro; que se contrapone al sentido, también antrópico, del mantenimiento del statu quo ambiental, en el cual el hombre como entidad natural es su estado final.

Ahora, si consideramos que la sociedad antrópica no es el estado final

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