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Enviado por luisfh86 • 4 de Abril de 2013 • 1.872 Palabras (8 Páginas) • 345 Visitas
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El derecho mercantil tuvo desde sus orígenes, en la Baja Edad Media, un alto grado de autonomía y de especialidad. Se le considera un derecho autónomo debido a que sus normas se crearon con relativa independencia respecto de los poderes establecidos, en especial porque sus instituciones se distinguieron de otras semejantes, propias del derecho real. En los orígenes del derecho mercantil, fenicios y griegos se rigieron por la costumbre en sus relaciones de comercio marítimo; reconociendo la existencia de instituciones jurídicas dirigidas a atender necesidades derivadas del tráfico comercial en todas las civilizaciones que han tenido un mínimo grado evolucionado de Derecho y de comercio, entre las que destaca Babilonia –Código de Hammurabi- y Grecia, se plantea si en Roma hubo un rama del ordenamiento asimilable al Derecho mercantil. El interés en aclarar esta cuestión deriva de la decisiva influencia que tuvo el Derecho Romano en la formación de los ordenamientos continentales.
Tras la caída del Imperio Romano de Occidente se rompió ese principio de comunidad y protección, con lo que se presentaron el problema de la piratería y el resurgimiento de los mares territoriales. Sin embargo, la jurisdicción privativa de los comerciantes la conservaron en parte los pueblos germánicos, en especial en el Liber Iudiciorum. Luego, con la invasión musulmana y la ocupación de la mayor parte de las islas y los puertos mediterráneos, se terminó de romper la comunicación marítima entre éstos y aun con los del Atlántico hasta entrado el siglo XIII. Así, se forjaron dos tradiciones distintas en el ambiente mercantil de la época: la mediterránea y la atlántica, que terminaron por confluir en la España medieval. Justicia mercantil y derecho mercantil van a estar íntimamente relacionados, dada la naturaleza del segundo y la necesidad de la primera entre los comerciantes.
Los conceptos e instituciones básicas del derecho mercantil se desarrollaron durante los siglos XI y XII, dando origen a lo que se conoce como la lex mercatoria o ley mercantil. Es hasta ese momento que se concibe al derecho mercantil como un cuerpo integrado y en desarrollo de derecho. El desarrollo del derecho mercantil coincide con una expansión de la producción agrícola y en el tamaño y número de las ciudades en Europa. Con ello surge una nueva clase de comerciantes a gran escala que requería un derecho mercantil más y mejor estructurado.
El nacimiento de esa clase de mercaderes fue requisito para el desarrollo de un nuevo derecho influenciado por el recién descubierto Corpus Iuris Civilis.5 Tres son los pilares sobre los que habría de descansar este nuevo derecho:
1. El uso de la práctica mercantil y de los Tribunales mercantiles.
2. Los estatutos autónomos de las corporaciones de mercaderes y artesanos, es decir el derecho gremial.
3. Los derechos municipales.
Este derecho se consolidó con la jurisprudencia de los consulados de comercio y la literatura jurídica mercantil. Por otra parte, van a destacar con mayor fuerza las particularidades del derecho mercantil al compararlas con las reglas del Corpus Iuris Civilis. La buena fe en los
contratos se va convertir en un principio fundamental de este derecho. El comerciante preferirá un arreglo rápido y equitativo de los conflictos a los procesos jurisdiccionales comunes.
La Edad Media se presenta como un periodo histórico dominado por un ideal religioso de vida y por una economía feudal; y la Edad Moderna se caracteriza por una transformación progresiva de dichas notas, con la afirmación del Estado nacional como unidad política y la significación económica del mercantilismo y el cambio sociocultural de la época, con un mayor individualismo y una paulatina y manifiesta pérdida de la influencia de la teología moral de la iglesia; cambios que, como se verá, afectarán al desarrollo del Derecho Mercantil aunque todavía sin perder si alguna vez la perdió del todo su orientación subjetiva.
Aparte de estas circunstancias sociales, las ideas económicas medievales se mezclan con cuestiones éticas y morales, que en un primer momento influyeron negativamente en el desarrollo de aquéllas. En la Alta Edad Media, la Iglesia está presente en todos los aspectos de la vida medieval y su teología moral desalentaba a aquellos que querían mejorar su situación. La condena por la Iglesia de la codicia (el camello y el ojo de la aguja de los que nos habla la Biblia) y su énfasis en la bendición de los pobres, no favorecía el desarrollo económico. Se condenaba la avaricia en todas sus manifestaciones, llegándose a considerar pecado, por ejemplo, escalar posiciones sociales u obtener ganancias por encima de la mera subsistencia sino era para la realización de obras pías, en previsión de futuras emergencias o para el mantenimiento de la descendencia. Se entiende, por tanto, que el comercio y los comerciantes estuviesen especialmente mal vistos (se hacía un símil de los mercaderes expulsados del templo de los que habla la Biblia con la expulsión de los comerciantes del Reino de los Cielos). Pero por encima de todo se censuraba la usura, que se consideraba un pecado capital.
Por otra parte, hasta mediados del siglo X la utilización de monedas en la vida cotidiana era bastante escasa. Esto se debía, de un lado a la falta de materiales preciosos y, de otro, a la posesión por parte de los señores feudales de la mayor parte de las monedas, por lo que la economía local funcionaba con una mezcla de autosuficiencia, trueque y algunos pagos en dinero. Pero es a partir de este siglo X cuando hubo una serie de circunstancias que transformaron la economía europea de una manera espectacular y se inicia un periodo denominado revolución comercial.
A esto colaboró el descubrimiento de nuevas rutas y la apertura de nuevos mercados e influencias, se establecieron bases que facilitaban el comercio con Oriente con lo que se aumenta
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