Capítulo 1. El cáliz y la espada.

Georcely Trejo Arroyo

07-011-0168

EL CÁLIZ Y LA ESPADA

RIAN EISLER

CAPÍTULO I Y II.

En este libro, la autora antes mencionada resalta la importancia de la mujer dentro  del simbolismo y la significación de los tótems encontrados tanto en tumbas como ruinas de Catal Hyuk y Hacilar, lo que hoy en día se conoce como la Turquía moderna. Entre estos hallazgos importantes dieron pauta a estudiar a profundidad la cultura entre la era paleolítica y la era neolítica. Cabe destacar que dentro de la cultura hay un elemento esencial: el lenguaje, porque cuando el lenguaje es modificado, según Rian Eisler, cambia la red de conversaciones que constituye y define a la cultura.

        Entre la cultura encontramos la división entre cultura patriarcal y la cultura matriarcal. Las características que predominan en la cultura patriarcal son: las acciones y emociones con respecto al poder, la guerra, la lucha, autoridad, jerarquías, procreación y control del otro, es decir, el poder y la razón complementan el sometimiento de un orden cósmico natural ajeno a lo humano; mientras que en la cultura matriarcal  se basa en la experiencia espiritual, el agradecimiento al milagro de la vida y a la Madre Naturaleza; sin embargo, la cultura patriarcal, hoy en día ha tenido ciertos cambios, iniciando por el entendimiento al otro por medio de la reflexión, que este tipo de reflexión permite profundizar una mirada ante la razón para no caer en conversaciones patriarcales que influyan el dominio y el control de la otra persona, es decir, que la mujer ejerza su libre participación ante el diario vivir, descartando la dominación, autoridad, lucha, obediencia, entre otras acciones patriarcales ante la mujer.

La era Paleolítica.

        En el momento que se realizaron excavaciones en algunas regiones de Francia, se encontraron conchas de moluscos alrededor y ocre rojo. Con estas excavaciones dieron pauta que la mujer, en esa época, era considerada como una deidad femenina, representando la menstruación que da vida a otro ser, la fecundidad  para los animales y plantas silvestres, que eran una fuente de alimentación para esta era. Además, se encontraron estatuillas de barro, de marfil, de hueso, entre otros materiales, que representaban a la mujer con caderas o senos anchos, simbolizando que la mujer emana la vida desde su vientre.

        No sólo la escultura era parte de la representación de la deidad femenina, también consideremos que las pinturas rupestres son una herramienta esencial para observar las diferentes formas de funciones sociales de las mujeres y hombres. Desafortunadamente consideramos que las personas que pintaron dichas obras de arte fueron hombres, debido a que éste es considerado como el “ser fuerte”, el ser que se dedicaba a la caza, a las labores que interviene el poder, la fuerza, el dominio y el liderazgo, así como también corrieron el riesgo de la interpretación de las estatuillas de las deidades femeninas, como objeto obscenos sexuales masculinos.

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