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Características Shakespeare'S de Hamlet


Enviado por   •  14 de Noviembre de 2014  •  Informe  •  947 Palabras (4 Páginas)  •  335 Visitas

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HAMLET * SHAKESPEARE 

(1)

HAMLET:

Ser o no ser... ¿Qué es más elevado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna, o tomar las armas contra un piélago de calamidades y, haciéndole frente, acabar con ellas? ¡Morir..., dormir, no más! ¡Y pensar que con un sueño damos fin al pesar del corazón y a los mil naturales conflictos que constituyen la herencia de la carne! ¡He aquí un término devotamente apetecible! ¡Morir..., dormir! ¡Dormir!... ¡Tal vez soñar! ¡Sí, ahí está el obstáculo! Porque es forzoso que nos detenga el considerar qué sueños nos pueden sobrevivir en aquel sueño de la muerte, cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida. ¡He aquí la reflexión que da existencia tan larga al infortunio! Porque ¿quién aguantaría los ultrajes y desdenes del mundo, la injuria del opresor, la afrenta del soberbio, las congojas del amor desairado, las tardanzas de la justicia, las insolencias del poder y las vejaciones que el paciente mérito recibe del hombre indigno, cuando uno mismo podría procurar su reposo con un simple estilete? ¿Quién querría llevar tan duras cargas, gemir y sudar bajo el peso de una vida afanosa, si no fuera por el temor de un algo después de la muerte,- esa ignorada región cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno-, temor que confunde nuestra voluntad y nos impulsa a soportar aquellos males que nos afligen, antes que lanzarnos a otros que desconocemos? Así la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes; y así el color nativo de la resolución se debilita con el pálido tinte del miramiento, y las empresas de mayores alientos e importancia, por esta consideración tuercen su curso y dejan de tener nombre de acción...

(2)HAMLET:

Ya estoy solo. ¡Oh, que miserable soy, qué parecido a un siervo de la gleba! ¿No es tremendo que ese cómico, no más que en ficción pura, en sueño de pasión, pueda subyugar así su alma a su propio antojo, hasta el punto de que por la acción de ella palidezca su rostro, salten lágrimas de sus ojos, altere la angustia su semblante, se le corte la voz, y su naturaleza entera se adapte en su exterior a su pensamiento?...¡Y todo por nada! ¡Por Hécuba! ¿Y qué es Hécuba para él, o él para Hécuba, que así tenga que llorar sus infortunios? ¿Que haría él si tuviese los motivos e impulsos de dolor que yo tengo? Inundaría de lágrimas el teatro, desgarrando los oídos del público con horribles imprecaciones; volvería loco al culpable y aterraría al inocente; confundiría al ignorante y asombraría, sin duda, las facultades mismas de nuestro ver y oír. Y, sin embargo, yo, insensible y torpe, me quedo hecho un Juan Lanas, indiferente a mi propia causa y no sé qué decir; no, ni aun en favor de un rey sobre cuyos bienes y vida apreciadísima cayó una destrucción criminal. ¿Seré un cobarde? ¿No habrá quien me tache de villano, rompa por en medio mi cabeza, me

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