Cirque / one shot

Primera función:

Entre sangre y miedo, maquillaje corrido y en silencio me quedo.

El domador de león, golpeándolo en la oscuridad de aquella triste habitación.

Llorando en una esquina asustados, lentamente veo al león desangrado.

Y el acróbata, el hombre bala, el titiritero, el payaso.

Es incomparable el miedo, que siento recorrer mi regazo.

El escenario esta en penumbras, y entre dolor.

Entre risas de histeria veo a los animales siendo atacados, como todos los personajes de circo escapan del escenario.

Corriendo, corriendo se marchan.

¡Escapemos!

Pero el presentador nos encuentra y nos castiga con recelo, sentimos el sudor y la sangre gotear de nuestros cuerpos.

Quiero morir, quiero morir. En este circo de miedo no se puede vivir.

Quiero escapar de este lugar en el que me quieren matar, sin embargo solo me puedo quedar y observar.

Somos víctimas de un circo demente, de personas que nos odian y no piensan en la gente, somos títeres putrefactos jugando con la muerte, noche tras noche nos cansamos pero nos golpean…tan fuerte.

Tengo miedo, tengo miedo, todos están muriendo, y yo…no puedo.  

Segunda función:

Sentada en el público fantasma del circo, viendo como presentan a mis moribundos amigos, como se alejan lentamente de sus hijos, y ponen en práctica el mismo agitante ejercicio.

Con cansancio, con miedo, observan a lo lejos al presentador, el malabarista con dedos torcidos hace sus demostraciones con dolor.

El león en su jaula gruñe con odio y con rencor, ese hombre que la vida nos ha destrozado a todos.

Nuevamente al circo macabro, debo entrar, mirando como todos lloran e ignoran su malestar. Al hombre con dos cabezas la herida de su acompañante veo vendar, los castigos que da el presentador son para llorar.

Me guía a una habitación a oscuras, simplemente como todas las de este nefasto lugar. Me deja encerrado quizá por horas, en la triste penumbra. Sin comida, sin aire, veo como mis compañeros hacen de todo para ayudarme. Pero todos estamos encerrados en una enorme jaula, tratados como animales, como pájaros sin alas. Como adefesios, como monstruos, como títeres del público.

Como esclavos, como ratas.

Somos maltratados y nadie nos salva.

Somos aquellos personajes de circo que miedo siempre le tienes, sin darte cuenta que somos nosotros los que te temen.

Somos esos personajes raros que se ven tan putrefactos, esos que a todos le causan asco, pero sin más divierten y generan aplausos. Porque día y noche ensayamos el mismo sangriento acto.

Alguien ayúdenos a escapar de aquí.

Tercera función:

Quizás el más afectado en este circo, encerrado por horas en una jaula con su atuendo colorido, entre penumbras, entre risas de niños, es el payaso psicópata quien se ríe de sus delirios.

Contando historias tristes con una sonrisa, la histeria le ha marcado como un tipo loco.

Sin embargo el payaso oculta el verdadero dolor debajo de su maquillaje y risas desenfrenadas.

Fingiendo que es feliz, a los niños aterroriza. Con globos de colores y sonrisas demacradas a los niños se acerca y los observa como si nada, les asusta.

Saliendo a presentar su acto con su maquillaje corrido, con su atuendo roto manchado con gotas de sangre, sonriendo como loco se burla de los gritos. Los espectadores intentan escapar del moribundo, pero no pueden escapar de un lugar tan monótono y vacio, están atrapados al igual que el payaso de los delirios. Mostrando su acto ficticio que risas causa, aunque estas no tengan sentido.

El payaso loco intenta demostrar que es inofensivo, que está tan trastornado como todos los personajes de este circo.

Pero sin embargo provoca el llanto de los niños, como si ellos ya supieran que él es un psicópata asesino.

Él solo está cansado de llorar, lo puedes notar por lo corrido que su maquillaje está. Él está cansado de sonreír, ¿qué no has visto las gotas de sangre que se derraman sin fin?

El payaso ya no recuerda quien es sin su traje, pero cada vez que ve al presentador le viene el coraje. Pero aun así es tratado como un animal salvaje.

El payaso se esconde en rincones oscuros, se acerca a ti en las penumbras, sonríe mostrando sus dientes afilados, esperándote, aléjate de él, va a torturarte. Al igual como hicieron con él, solo quiere vengarse.

Cuarta función:

Tras la jaula él venda sus dedos torcidos, llorando en silencio por el esfuerzo ejercido. El malabarista se ha quedado sin objetos de trabajo, es por eso que implementos nuevos ha buscado. Después de tanto tiempo en el encierro, ya no entiende que es ser cuerdo. Cortando las manos de sus espectadores, hace malabares que causan horror.

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