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Citas, Rflexiones


Enviado por   •  30 de Mayo de 2012  •  571 Palabras (3 Páginas)  •  360 Visitas

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AFRONTEMOS LAS DIFICULTADES

El dolor y el sufrimiento son realidades inevitables de la vida. Nos enfrentamos cara a cara con ellos cuando un ser querido muere, ocurre un accidente, un divorcio divide una familia, cuando una enfermedad hace que una persona saludable se muera lentamente, o cuando nos quedamos desempleados. Hay muchos motivos para sufrir dolor y pasar por pruebas y dificultades.

Cuando pasamos por situaciones difíciles, también tenemos preguntas difíciles. Dios no teme a estas preguntas, y si las preguntamos con un espíritu dócil, El puede usar estas situaciones dolorosas para moldear nuestras vidas y llevarnos a una intimidad más profunda con El. Quizá nos preguntemos algo así como; “¿Por qué me está pasando esto?” o incluso “¿Dónde está Dios cuando sufro?”

Sin duda José se hizo estas preguntas y experimentó el dolor de tener relaciones familiares rotas, la angustia de la traición y la injusticia de la esclavitud. Lo golpearon, encarcelaron y lo acusaron falsamente. Aun más, en lugar de dejarse vencer por estas dificultades permitió que Dios formara su carácter a través de estos problemas. José no trató de explicar el sufrimiento sino que mediante este descubrió la maravillosa habilidad de Dios para intervenir en su vida y transformar el mal en bien.

Nuestra respuesta ante el dolor es un desafío muy grande. Podemos apretar los dientes, pretender desconocerlo, tratar de encontrar explicaciones, sumirnos en el enojo, la amargura o la depresión, o aun tratar de anestesiar nuestro sufrimiento con el alcohol, las drogas, la comida, o con otras adicciones.

O como José podemos acercarnos a Dios y permitirle moldear nuestro carácter a medida que nos ayuda a atravesar estas circunstancias dolorosas. No importa qué difíciles sean las situaciones, Dios ha prometido no dejarnos, ni abandonarnos nunca (Dt 31:6).

A El le duele que tengamos que sufrir, este no era parte de su plan. Cuando Dios creó al mundo vio que todo “era muy bueno” (Gn 1:31). Luego el pecado hizo añicos el plan de Dios e introdujo la maldad en su mundo perfecto. La consecuencia más dolorosa del pecado fue la ruptura de nuestra relación de amor con El para la cual fuimos creados. Sin embargo, gracias a El se estableció un proceso de restauración. Su hijo unigénito Jesús abrazó el horrendo sacrifico de la cruz para restaurar nuestra relación con el Padre.

Cuando atravesamos el dolor y la aflicción, debemos recordar el sufrimiento que Cristo soportó para darnos este maravilloso regalo. “Por el gozo que le esperaba soporto la cruz” (Heb 12:2). Parte de su gozo es tener una relación con nosotros. Si fijamos nuestros ojos en Jesús, quien sufrió tanto por nosotros, nos ayudará a sobrepasar cualquier prueba por al que estemos atravesando.

Cuando Jesús regrese quitará todo sufrimiento. Apocalipsis

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