Comentario De Las Flores Del Mal
Enviado por jeison1921 • 22 de Octubre de 2012 • 1.734 Palabras (7 Páginas) • 639 Visitas
COMENTARIO CRÍTICO SOBRE FLORES DEL PANTANO
Escribir poesía es una tarea siempre vinculada con el propósito, consciente o inconsciente, de contribuir al esclarecimiento personal de los conceptos e intuiciones que la experiencia vital provee a cada quien; siempre y cuando se trate de un espíritu sensible, animado por valores humanistas y por su admiración hacia el arte. La poesía suele ser, entonces, un producto de la inteligencia sensible que propone temas trascendentes a lectores también interesados en tratar de desentrañar los misterios de la existencia.
El nuevo poemario que presenta José E. Briceño Berrú, titulado Flores del pantano, se inscribe directamente en la línea de quienes conciben la producción poética como una de las mejores hazañas del alma; labor constante y delicada, que requiere pericia, prudencia y precisión verbal. Sus temas no son propios del asombro novedoso que a veces espera el lector postmoderno, sino que se refieren a las grandes emociones humanas de todos los tiempos: la decepción, el amor, la rebeldía, el erotismo y la esperanza. Esta decisión temática del autor, informa sobre su honda preocupación filosófica respecto al devenir humano, antes que al regodeo de las circunstancias azarosas y efímeras de la vida superficial.
El poema emblemático del libro, Los pantanos del alma, describe el derrotero decepcionante del espíritu colectivo de la humanidad, cuyo tránsito histórico se ha dirigido desde la luz hacia la oscuridad, desde el color hacia la sombra, desde el movimiento hacia la inercia. Es una percepción existencialista sobre el destino de la raza humana, que cubre de sombríos presagios el presente y el futuro (“Agua negra sobre tierra negra, légamo negro sobre agua negra”). La construcción de un mundo cenagoso y sórdido es, según el planteamiento ideológico del texto, el producto simbólico que representa el fracaso de la condición humana: en lugar de orientarse hacia un ideal positivo sólo ha conseguido erigir la perversidad como símbolo de su acontecer (“tierra y cieno negro del cerebro en acciones viles, criminales”). Horrenda pero a la vez objetiva conclusión si tomamos en cuenta las guerras, la contaminación ambiental, la ambición, las traiciones y la hipocresía que suelen empañar la vida de los hombres. Sin embargo, al final del texto, en el lejano horizonte del páramo tenebroso, se vislumbra el color vital de algunas flores, que son la promesa de alguna redención hipotética (“se puede ver en lontananza flores brillando en su amor lejano”). Es que el poeta no puede resignarse a la destrucción de la vida, que ama y exalta, y prefiere imaginar que todavía es posible la esperanza.
La primera sección del libro se titula El amor, y consta de veinte poemas en los que, desde diversas perspectivas y con diversos estados de ánimo, se aborda la pretensión de definir qué es la sensación erótico-sentimental que invade inevitablemente, en algún momento de su vida, a todo ser humano, convirtiéndolo en lo que no era y sumiéndolo en un vertiginoso abismo de felicidad e infelicidad. Por los versos de esta sección se deslizan el olvido, el amor como forma de redención, el dolor del desamor, la soledad, el enamoramiento, la ilusión y belleza del amor correspondido, el amor como reposo del guerrero, la esperanza de la continuidad vital a través del amor, pájaros, flores, remembranzas, el placer y la alegría del reencuentro, la separación de los amantes, la liviandad del amor no percibido, la supuesta duración eterna del verdadero amor, el amor y el odio hirviendo de pasión en una mezcla perversa e indiscernible, el amor efímero como ave de paso… Sin embargo, sobre la diversidad expuesta, destacan los motivos esenciales: ¿vale la pena pensar en los motivos de la ausencia amorosa? ¿No resulta preferible inventar amadas ideales para satisfacer el deseo de eternidad? El balance provisorio deja dos certezas: no se puede definir el amor, pero las flores del pantano alimentan la esperanza.
La segunda sección, titulada El hombre, está compuesta también por veinte poemas, en los que la preocupación se orienta hacia las inquietudes sempiternas de la humanidad: el transcurso de los días y el sentido del tiempo, la nostalgia por el pasado irrecuperable, la cercanía de la muerte con el avance de la edad, la ambivalencia axiológica del ser humano y el deseo irrenunciable de vivir. Los endecasílabos tejen una trama consistente para convencernos que la vida sin amor es una sombra tenebrosa y que la vida sin ilusiones es una especie de muerte en vida, por lo que existe un amor para cada edad. Las conjeturas incluyen una interesante reflexión acerca del verdadero hábitat impreciso del ser humano (mundo real objetivo – mundo ficticio mental), una discusión metafísica sobre el valor del pensamiento (según sea hecho con odio o con amor) y una proclama para no abandonar nunca la creatividad, pues es la única manera verdadera de no morir.
Rebeldías es el título de la tercera sección y, tal como su denominación anuncia, comprende veinte poemas dedicados a tratar acerca de las injusticias y vilezas con que el ser humano agobia a otros seres humanos. “Mi cólera es la furia de los pueblos” dice uno de sus versos, sintetizando el contenido y la actitud del poeta en este apartado del libro. En el conjunto de estos poemas puede organizarse una línea de pensamiento coherente y sistemática: el hombre
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