Como son los Boves el urogallo
Enviado por linoo_36 • 22 de Octubre de 2017 • Documentos de Investigación • 1.489 Palabras (6 Páginas) • 229 Visitas
BOVES EL UROGALLO
Esta novela relata la historia de José Tomás Boves, un joven guerrero asturiano que entre los años 1813 y 1814 fue el paladín de la anti-república, el destructor afiebrado del orden colonial y el primer caudillo de la democracia en Venezuela.
A los 5 años murió su padre Manuel Boves, apodado el Urogallo, ya que cuando cantaba en las tabernas de Oviedo era tal su embelezo que se quedaba sordo y ciego igual que ese heráldico pájaro astur que se vuelve piedra cuando reclama a su hembra con su canto de amor. Con sus canciones había suspirar a todas las mozas de la ciudad. De ahí que un marido celoso le lhizo en la espalda un ojal de sangre que le causó la muerte 4 meses después.
Con la muerte de su padre,, se agravó el hambre y se fue la alegría. A los pocos meses tuvieron que vender por nada la casona solariega y su madre Manuela de la Iglesia y sus dos hermanas se emplearon de sirvientas en casa de sus iguales.
A los 11 años ingresó al Instituto Real de Oviedo, como mandadero que se paga sus estudios y luego de 4 años de humillaciones se graduó de piloto. Luego la necesidad y falta de algo mejor lo llevó a Puerto Cabello donde su patrono Don Lorenzo Joves, asturiano y amigo de su familia lo tomó bajo su protección hasta que lo hizo guardamarinas de su majestad, lo que era muy importante en aquel pueblo. Curso estudios de Náutica y Pilotaje en el Instituto Asturiano de Gijón entre 1794 y 1798. Pero un día vino el diablo y arrasó con todo. Le llego una carta de su madre participándole que su hermana mayor tenía tres meses encinta (embarazo) y lo que el enviaba no era suficiente para mantener honestas a las hembras de la familia.
Fue entonces cuando José Tomás decidió aceptar la propuesta de Manuelote, un contrabandista que lo venía tentando para que depusiera su vigilancia y dejase entrar por Patanemo una goleta de seda procedente de Curazao y un falucho de queso de Aruba. De un vistazo se hizo su cómplice y los beneficios en menos de un año fueron superiores a los cálculos de Manuelote, hasta el punto que José Tomás decidió piratear por cuenta propia y así fue donde conoció a Rosaliano.
Todo funcionó bien durante tres meses, Boves desembarcaba en la madrugada y Rosaliano distribuía la mercancía. Hasta que un día fueron delatados a la guardia y José Tomás fue juzgado y sentenciado a 8 años de prisión y deportado al Castillo de Puerto Cabello en la entonces Capitanía General de Venezuela. Boves siempre sospechó que el zambo Remigio fue quien los delató.
Más tarde, gracias a Lorenzo Joves, amigo de su padre, quien le consiguió los servicios del abogado criollo venezolano German Roscio, vio conmutada su pena en prisión por la de destierro a la villa de calabozo.
Camino a calabozo se reencontró con Rosaliano, quien había dado por muerto a Boves. Más adelante se encontró también con el zambo Remigio, quien lo había delatado y en sus ojos brillo el odio y el deseo de venganza. Al divisar el techo de La Esperanza, la hacienda de Remigio, pensó en tomar cumplida venganza a diez meses de tardes frías, tomando a la esposa del zambo en su propia cama.
Al llegar a calabozo, fue a visitar a Don Juan Corrales, para quien traía cartas de presentación de don Lorenzo Joves. Siguiendo los consejos del hacendado, invirtió sus bienes (4 mil pesos) en una pulpería grande que compró a una viuda y un hato a bajo precio, donde tenía el negocio de caballos que conocía muy bien. Dos años más tarde, era uno de los más prósperos comerciantes del Alto llano.
A pesar de ser español, hablaba y vestía como criollo. Tenía además mala bebida y en esos momentos se le revolvía hasta el fondo la amargura, porque no podía olvidar la cara que le puso el mundo cuando salió de la cárcel. En el día escaso que paso en Puerto Cabello, sólo recibió burlas, por eso decidió no volver a jamás a ese lugar y prefirió exponer su mercancía en Puerto Piritu.
Deseoso de borrar en lo posible sus ataduras con el pasado, decidió utilizar en adelante su segundo apellido, Boves y renunciar al Rodríguez.
José Tomás nunca tuvo éxito con las mujeres distinguidas. Su franqueza al hablar sobre sus orígenes hizo que dejara de ser buen partido para las muchachas casaderas. Dejaron de invitarlo, le enfriaron el saludo y finalmente se los suspendieron por completo.
Sin embargo, tuvo una novia mantuana llamada Magdalena Zarrasqueta, hija de Domingo Zarrasqueta, uno de los mantuanos más ricos y respetados de la región. Accedió al noviazgo sin entusiasmo al enterarse que el novio tenía una pulpería, ya que esa profesión era desdeñable para los mantuanos. Eso no lo sabía José Tomás, por eso no percibía la discreta distancia que le oponían. Un día el viejo Sibilino le dijo la verdad: para ellos era solo un convicto con suerte, un pirata degradado a pulpero y que le faltaba mucho pujo para alcanzarlos. En un principio sintió más vergüenza que rencor y luego más odio que resentimiento. Comprendió la miseria que había en su empeño en ingresar a un mundo que negaba su esencia. También comprendió que su lenguaje procedía y venía de los arrabales, de los bajos fondos de Oviedo, de los muelles de Gijón y Puerto Cabello. El sólo se sentía a sus anchas entre mineros soeces, pardos resentidos y negros bullangueros. Entonces sí se sentía libre y gozoso. Por eso agradeció el chisme con una sonrisa amarga.
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