Comprensiones lectoras
Enviado por Maritza Soledad Meneses Guerrero • 17 de Junio de 2017 • Reseña • 3.428 Palabras (14 Páginas) • 432 Visitas
Texto n° 1
Cuento Policial.
Rumbo a la tienda donde trabajaba como vendedor, un joven pasaba todos los días por delante de una casa en cuyo balcón una mujer bellísima leía un libro. La mujer jamás le dedicó una mirada. Cierta vez el joven oyó en la tienda a dos clientes que hablaban de aquella mujer. Decían que vivía sola, que era muy rica y que guardaba grandes sumas de dinero en su casa, aparte de las joyas y de la platería. Una noche el joven, armado de ganzúa y de una linterna sorda, se introdujo sigilosamente en la casa de la mujer. La mujer despertó, empezó a gritar y el joven se vio en la penosa necesidad de matarla. Huyó sin haberse llevado ni un alfiler, pero con el consuelo de que la policía no descubriría al autor del crimen. A la mañana siguiente, al entrar en la tienda, la policía lo detuvo. Azorado por la increíble sagacidad policial, confesó todo. Después se enteraría de que la mujer llevaba un diario íntimo en el que había escrito que el joven vendedor de la tienda de la esquina, buen mozo y de ojos verdes, era su amante y que esa noche la visitaría.
1.- El joven protagonista de la historia:
- Trabajaba de vendedor en una tienda.
- Era un ladrón profesional.
- Era un heredero solitario.
- Era un vendedor de libros.
2.- ¿Cuál fue el motivo por el cual el joven entró en la casa de la mujer?
- Quería declararle su amor.
- Quería advertirle de las intenciones de los clientes que había oído.
- Quería robarle su dinero y joyas.
- Quería destruir el diario de la mujer.
3.- ¿Por qué detuvieron al joven vendedor?
- Porque lo confundieron con el amante de la mujer.
- Porque unos testigos lo acusaron.
- Porque dejo huellas que lo inculpaban.
- Porque la joven mujer había escrito en su diario que él la visitaría la noche del crimen.
4.- ¿Por qué el joven decidió matar a la joven mujer?
- Porque lo había rechazado.
- Porque probablemente pensó que los gritos de la mujer atraerían a la policía.
- Porque la joven mujer había visto su rostro y con seguridad lo delataría.
- Porque se había enterado que tenía un amante.
5.- Según el contexto la expresión “Huyó sin haberse llevado ni un alfiler” podemos interpretarla como:
- Se fue de la casa sin hacer ningún ruido.
- Dejó sus cosas en la casa de la joven mujer.
- Se fue de la casa sin haber robado nada.
- Olvidó sus cosas en la casa de la mujer.
6.- En el texto la palabra “azorado” significa:
- Sereno
- Calmado
- Desorientado
- Destrozado
7.- En el texto la palabra “sagacidad” significa:
- Intensidad
- Rapidez
- Intuición
- Descaro
8.-De acuerdo a lo que la joven mujer escribió en su diario, podemos deducir que:
- A ella le desagradaba que el joven la observara a diario.
- A ella le gustaba escribir historias y cuentos en su diario.
- La joven se sentía atraída por el joven vendedor y por eso había escrito que él era su amante.
- La joven alcanzó e dejarle una pista sobre su asesino antes de morir.
Texto n°2
La pieza ausente.
de Pablo de Santis
Comencé a coleccionar rompecabezas cuando tenía quince años. Hoy no hay nadie en esta ciudad -dicen- más hábil que yo para armar esos juegos que exigen paciencia y obsesión.
Cuando leí en el diario que habían asesinado a Nicolás Fabbri, adiviné que pronto sería llamado a declarar. Fabbri era Director del Museo del Rompecabezas. Tuve razón: a las doce de la noche la llamada de un policía me citó al amanecer en las puertas del museo.
Me recibió un detective alto, que me tendió la mano distraídamente mientras decía su nombre en voz baja -Lainez- como si pronunciara una mala palabra. Le pregunté por la causa de la muerte: “Veneno” dijo entre dientes.
Me llevó hasta la sala central del Museo, donde está el rompecabezas que representa el plano de la ciudad, con dibujos de edificios y monumentos. Mil veces había visto ese rompecabezas: nunca dejaba de maravillarme. Era tan complicado que parecía siempre nuevo, como si, a medida que la ciudad cambiaba, manos secretas alteraran sus innumerables fragmentos. Noté que faltaba una pieza.
Lainez buscó en su bolsillo. Sacó un pañuelo, un cortaplumas, un dado, y al final apareció la pieza. «Aquí la tiene. Encontramos a Fabbri muerto sobre el rompecabezas. Antes de morir arrancó esta pieza. Pensamos que quiso dejarnos una señal.
Miré la pieza. En ella se dibujaba el edificio de una biblioteca, sobre una calle angosta. Se leía, en letras diminutas, Pasaje La Piedad.
-Sabemos que Fabbri tenía enemigos -dijo Lainez-. Coleccionistas resentidos, como Santandrea, varios contrabandistas de rompecabezas, hasta un ingeniero loco, constructor de juguetes, con el que se peleó una vez.
-Troyes -dije-. Lo recuerdo bien.
-También está Montaldo, el vicedirector del Museo, que quería ascender a toda costa.
¿Relaciona a alguno de ellos con esa pieza? -Dije que no.
- ¿Ve la B mayúscula, de Biblioteca? Detuvimos a Benveniste, el anticuario, pero tenía una buena coartada. También combinamos las letras de La Piedad buscando anagramas. Fue inútil. Por eso pensé en usted.
Miré el tablero: muchas veces había sentido vértigo ante lo minucioso de esa pasión, pero por primera vez sentí el peso de todas las horas inútiles. El gigantesco rompecabezas era un monstruoso espejo en el que ahora me obligaban a reflejarme. Sólo los hombres incompletos podíamos entregarnos a aquella locura. Encontré (sin buscarla, sin interesarme) la solución.
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