Cuerpo Y Poder
Enviado por 291265 • 1 de Agosto de 2014 • 1.880 Palabras (8 Páginas) • 159 Visitas
II. Las marcas del cuerpo:
2.1. La religión como símbolo de poder:
La institucionalidad religiosa históricamente se ha encargado de crear, recrear y legitimar la opresión de género mediante el fundamentalismo de la moral cristiana sustentando la naturalización de la subordinación y exclusión de las mujeres. De esta razón en el contexto guatemalteco pastores, sacerdotes, delegados de la palabra, catequistas, ministros y otros actores hombres por su puesto alimentan creencias que fuerzan sublimemente el sometimiento de la voluntad y el poder de quienes a su parecer son “criaturas” débiles, indefensas, poco inteligentes y que por su naturaleza sexual deberán construirse como “buenas” mujeres en tanto respondan a los mandatos de vírgenes, esposas y madres aspectos fundantes del “ser para otros” único poder al que pueden acceder. Los otros poderes son concedidos a los “varones” quienes simbólicamente son la fuerza, inteligencia, autonomía y se consideran sujetos sociales y políticos capaces de crear e inventar fuera de los mandatos de esposos y padres y a quienes no se les norma la virginidad porque su sexualidad no se construye como único referente de poder más bien esta es concebido como acto social y no natural como al que se le asigna a las mujeres.
Las creencias por si solas no actúan, necesitan de un conjunto de dispositivos tales como espacios físicos o imaginarios, discursos, símbolos, iconos, roles y normas que imprimen un sentido práctico a las relaciones sociales y de poder. En su conjunto crean posibilidades que construyen la psique de los sujetos de tal suerte que van dictando maneras de ser que a lo largo de su aprensión social se establecen como actos innatos individuales y colectivos que hacen pensar que no pueden cambiarse. Por ejemplo para que una mujer católica o evangélica cree parte de su identidad y de tal suerte auto imagen sobre si misma como buena mujer, tiene que aprender a verse en el imaginario de la virgen, de la esposa y la madre además de las virtudes que la subliman de abnegadas, sacrificadas, obedientes, respetuosas de los otros, calladas, amorosas, humildes, trabajadoras etc.
2.2. Cómo aprenden las mujeres a resolver la desobediencia a los mandatos patriarcales según la moral religiosa:
En la moral religiosa cristiana la iconografía de la mujer se asienta en dos seres Eva la pecadora y María la virgen inmaculada sin “pecado concebida” aspecto que elude el acto sexo genital para concebir al hijo de dios. El énfasis de esta moral legitima e institucionaliza el tabú sobre la sexualidad de ahí que lo designa al ámbito de lo privado, del silencio, de lo oscuro (designación que elude todo lo que es oculto prohibido) y por tanto del pecado, este conjunto de creencias se asienta en mandatos para controlar fundamentalmente el cuerpo y sexualidad de las mujeres que inducen la práctica de la castidad, fidelidad, celibato etc.
De tal manera que para construir la división no solo objetiva y subjetiva entre las mujeres en contrapartida de las “buenas” aparecen las “malas” quienes rompen con todos estos mandatos y que por transgredir las normas deberán ser castigadas socialmente además de que al estar habitada por estas creencias se auto infringe castigos que van desde el auto abandono, la depresión, el aislamiento, la locura, aceptación de la violencia física psicológica hasta llegar al suicidio. Existen ciertas maneras de llevar a la praxis esta moral por ejemplo todo acto sexo genital deberá establecerse bajo la norma del matrimonio fuera de este las mujeres estarán en pecado o fornicación, otra es que por la naturalización de su genero en su subjetividad se les instala la creencia de que pueden ser accesibles a los hombres por ser mujeres y que todas deberán establecer una relación sexual para probar que son normales, no obstante se construye en la psique de las mujeres que aun cuando se violente su cuerpo y sexualidad es parte natural de su condición por ejemplo la creencia de que la violación sexual es una relación sexual y no un delito.
En este sentido cuando las mujeres no solo rompen los mandatos sino que por circunstancias extremas como la guerra se violentan sus cuerpos deberán aceptar el castigo “divino” como resultado de su desobediencia, acto que legítimamente lo infligen los sistemas masculinos o lo más perverso del caso hacen que las mismas mujeres se lo auto infrinjan como resultado de sentirse culpables de haber permitido que se rompa la norma o violenten su cuerpo y manchar el honor de los hombres de la familia y de la comunidad.
2.3. La violación sexual a mujeres mayas durante el conflicto armado interno
Las historias de vida de las mujeres victimas de violación sexual durante el conflicto armado interno dan cuenta de cómo este acto considerado como crimen de lesa humanidad ha formado parte de las estructuras históricas y sociales del Estado guatemalteco que tanto en la guerra como en la paz los cuerpos de las mujeres ha sido utilizado para librar la guerra de los hombres. La violación sexual como arma de guerra se fundamentó en las prácticas sociales patriarcales instaladas en todas las culturas del mundo y en este caso la guatemalteca que tomando los resabios del periodo prehispánico, de la invasión castellana hasta nuestros días y permanece como una práctica institucionalizada en relación conyugal o fuera de esta y que se exacerbo durante el conflicto armado para humillar al enemigo (indígenas y campesinos base o no de la guerrilla) del Estado quien la usa como estrategia contraisurgente.
Las nueve mujeres que compartieron sus historias relatan como antes de que la guerra acaeciera ellas experimentaban relaciones sexuales violentas con sus parejas las que debían aceptar como mandato conyugal porque para eso “las
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