Cómo hacer una clase virtual

En esta primer clase pretendemos dar-nos un momento para abordar algunas nociones sobre la virtualidad y la incorporación de las TIC a las prácticas de enseñanzas. No es la intención de este espacio establecer “un deber ser” con puntos a implementar, sino mirar lo que venimos haciendo para pensar conjuntamente otros modos y a través de otros soportes de llevar a cabo una clase. 

Acerca de la virtualidad: la docencia, el aprendizaje, los recursos educativos digitales  y la comunicación

En los últimos años el avance de las TIC ha generado grandes transformaciones en todas las esferas de la vida de las personas y sobre todo en los modos de aprender y conocer. El aprendizaje asume nuevas particularidades que permiten superar y romper las barreras espacio y tiempo. Desaparecen las distancias terrestres y los escenarios de aprendizaje no sólo se modifican, sino que además se multiplican y se diversifican. Originando un cambio de paradigma, que emerge como desafió, pero también como oportunidad para repensar, desde una perspectiva histórica la cultura escolar y las prácticas de enseñanzas y aprendizajes.

El "aula virtual" (virtual classroom) es uno de los conceptos más claros en relación a lo que venimos planteando, ya que resume las posibilidades actuales de la enseñanza en línea, a través de Internet. Un "aula virtual" es un entorno de enseñanza/aprendizaje basado en un sistema de comunicación mediada por computadoras (Turoff, 1995). Por tanto, funciona como "el espacio simbólico en el que se produce la relación entre los participantes en un proceso de enseñanza/aprendizaje" (Adell y Gisbert, 1997).

En este contexto nos encontramos con el desafío de construir puentes entre nuestros estudiantes y las nuevas tecnologías, repensando nuestras prácticas docentes en los contextos actuales o quizás buscando nuevos retos.  El desafío, además se constituye en enseñar a los estudiantes en como interactuar y aprender con y/a través de las tecnologías, y de incorporar las TIC a nuestras prácticas de enseñanzas de manera genuina. Genuina desde la perspectiva de Maggio (2013) que entiende por genuino las “prácticas enriquecidas” que ayudan a comprender la inclusión digital como oportunidad de transformación de las prácticas escolares tradicionales y que a su vez alimentan la noción de inclusión genuina, entendida como aquella en donde el docente reconoce el valor de las TIC y las considera como valiosas para ser incorporadas a sus prácticas en un vínculo dialógico. 

La enseñanza podrá constituirse, entonces, a partir del diálogo que se posibilite entre la tecnología y la didáctica. La interacción debe darse entre cuatro componentes entre los cuales ubicamos el diálogo como didáctico: la docencia, el aprendizaje, los recursos educativos digitales y la comunicación. La enseñanza no puede quedar desvinculada de lo que las TIC aportan y posibilitan. Debemos pensar la tecnología no como respuesta sino como pregunta, sin demonizarla ni divinizarla. Pensarla como creadora de nuevas oportunidades, pero también de nuevos problemas. Por esto, debemos lograr integrar las TIC a las prácticas de enseñanzas, ya que esto nos ofrece una estructura original que se vincula no sólo con una creación inédita, sino que apela a la originalidad didáctica, eso que implica alternar modos de tratamiento, aunque esto implique cerrar una clase con un interrogante en lugar de una conclusión/reflexión.

¿Nuevas prácticas o nuevos soportes?

Por lo tanto, para que se produzca un verdadero aprendizaje, es decir, un aprendizaje a largo plazo que no sea sometido al olvido, es necesario conectar los conocimientos nuevos con los previos, por lo que se hace imprescindible presentar estos conocimientos al estudiante de manera coherente y no arbitraria, “construyendo” de manera sólida los conceptos, interrelacionándolos unos con otros en forma de red de conocimiento. La función del docente es engarzar los procesos de construcción del estudiante con el saber colectivo culturalmente organizado y en relación directa con su contexto social. En palabras de Maggio (2012), podríamos decir que la enseñanza para ser poderosa tiene que ser pensada en tiempo presente: se crea, se inventa, se concibe, se formula, se diseña… Concebir la enseñanza en tiempo presente quiere decir pensarla en el presente de la sociedad, de la disciplina, de la institución, del grupo específico, de la realidad de la vida de cada uno de nuestros estudiantes inmersos en una cultura digital.

Para avanzar en la descripción de cómo se configuran los docentes y estudiantes que intervienen en la cultura digital, los invitamos a leer el texto de Inés Dussel de la página 33 a la 53, que se encuentra en: https://www.educ.ar/recursos/116180/aprender-y-ensenar-en-la-cultura-digital

También podemos observar el blog de Dolors Reig: Jóvenes en la cultura digital, o escuchar a Mónica Pini refiriendo a los Consumos culturales de los jóvenes en Consumos culturales de los jóvenes.

Ahora bien, en este marco, al igual que Maggio (2012) nos preguntamos ¿es posible generar propuestas de enseñanza poderosa en el marco de la modalidad virtual? Lo es en la medida en que pensemos que el tiempo presente puede irrumpir en la formulación de propuestas que buscan ser originales desde una perspectiva didáctica y reconociendo que la diferencia más importante que se visualizan entre la educación presencial y la virtualidad reside en el cambio de medio y en el potencial educativo que se deriva de la optimización del uso de cada medio. Debemos romper con la idea (paradigma) de que podemos hacer lo mismo en medios distintos, aunque nuestras finalidades educativas y, por tanto, los resultados que perseguimos sean los mismos. En la aceptación de esta diferencia de medio de comunicación reside el éxito o el fracaso de la actividad educativa.

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