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De Estupideces Sentidos Y Aberraciones


Enviado por   •  27 de Agosto de 2013  •  37.994 Palabras (152 Páginas)  •  250 Visitas

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De Estupideces, Mitos, Mentiras, Sentidos y Aberraciones: Un Collage para Compartir.

Rodrigo Díaz L.

Libro I

Prólogo

“Una palabra, no dice nada.

Y al mismo tiempo, lo esconde todo”

Valera.

Este libro nace de una conversación que tuve hace muchos años de quien fuera mi maestro de universidad y mi mentor. En esos años, que fueron donde más leí, recorrí y me hundí en lo que conocemos como saber, aprendí más conversando un cigarro, escuchando relatos, y por supuesto, disfrutando la inconfesable música de Frank Zappa y King Crimson, de que lo puede dejar definitivamente un libro en cuestión.

Las noches de los viernes estaban consagradas a ello. En esa intemperie musical, sacudíamos lo que hoy necesariamente tendríamos que entender como realidad. Y muchas de aquellas inolvidables pláticas sabían o tenían ese gusto a esquizofrenia y paranoia. Estábamos todos locos dando vueltas al mundo y resolviendo sus mundanales controversias, estupideces y sentidos, desde los arquetipos celestes de Jung, historia europea, indígenas, hasta Heidegger, para luego reírnos de nosotros mismos y empezar todo de nuevo.

Y yo como un hombre diminuto, tuve que enfrentarme a ellos como un insignificante ser que estaba ávido de aprender. Pero después de los años y la vuelta, tengo que reconocer que jamás he vivido experiencia semejante; y mas que la guerra por el saber, por el aprender en suma, era el relato, la conversación, el susurro y la viveza de las voces circundando. La opinión. El poder que se generaba en aquel sitio, lo que en definitiva despertó en mí las ganas de escribir todo esto y lo que sigue más adelante.

Por ello es que este libro nace como una desesperación, un vómito ante la muerte que viene a paso agigantado. La alerta. Galopando. Y aquella terrible muerte tiene nombres muy definidos y precisos en este país, tiene apellidos que dejan el cuerpo helado y que de una vez por todas hay que enfrentarlos cara a cara y desenmascararlos, sin la tibieza de un noticiario o un periódico, sino tal como a este autor lo siente. Y por todas la formas posibles de que somos capaces. Desde mi trinchera lo hago con escritura. Sin cobrarle un peso a nadie. Gratis.

Pues este libro te lo regalo como los otros que vendrán. Porque aunque sea por una vez en tu vida, mi intención es que recibas algo sin tener que sacar nada de tu bolsillo. Pues no te considero ni cliente ni consumidor. Palabras soeces que deben desaparecer por completo de nuestra habla. Pues será que te veo como un posible resistente. Que sufre como yo y como muchos los embates de este modelito tan lindo y hermoso para pocos, pero horrible y desastroso para muchos.

Lo escribo en aforismos. Con ideas, citas de amigos que han quedado en la retina. Imágenes forjadas desde cualquier lugar. Desde la música, desde la cárcel, desde el patio, desde el trabajo, desde lo cotidiano de todos los días, desde el otro. Desde el borde donde quiero estar, desde la marginalidad de no creerme de alguna clase mediática que no sirve para nada, pues tengo cierta certeza que es un mito muy bien alimentado por otros.

Pero una advertencia. Este libro no es para quienes les importa un carajo el mundo, este libro es para quienes les importa lo fue, lo que es y lo que vendrá de nuestro alicaído tiempo que llamamos entre todos realidad.

R. Díaz

2011

En una maldita guerra, la entrañable verdad nace de los dientes de un fusil.

En la época de Mao.

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Hasta hoy me cuesta entender los setecientos mil millones de dólares que pusimos todos nosotros para salvar a la banca mundial de su propia debacle. De lo que recuerdo, a mi no me preguntaron.

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La propiedad del agua dejó de ser pública cuando la deuda llegó a los gobiernos.

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Los más grandes cerebros de la edad contemporánea no fueron todos a dar precisamente a las ciencias, o la cultura o la música, sino a las finanzas de wall street.

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Cuando la gente entienda que la “producción de una sociedad” se basa en intereses económicos y clasistas, recién ahí entenderemos porque somos lo que somos.

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Como Foucault dijo, “los delincuentes son útiles y necesarios”, pues gracias a ellos nos vigilan a todos.

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Es impresionante observar cómo los presidentes de la Concertación fueron, año tras año, ovacionados pirotécnicamente por la Sofofa en cada calendario tributario durante veinte años. Bueno, es normal, pues ellos optaron por los empresarios y los ricos de mi país.

Jamás nunca, ni en tiempos de aquella terrible dictadura, estos mercenarios de las finanzas habían ganado tanto dinero. Todavía oigo los ecos de esos aplausos toda vez que las noticias informan sobre el crecimiento de mi país.

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De la única forma en que el modelo capitalista se mantenga y ajuste sus incesantes desequilibrios, es que por lado de los ingresos de las personas, estos paguen más. ¿Pero cómo se preguntarán? Lo explicaré más adelante.

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“Sostenedores”, estuve buscando esa palabra en el diccionario. No la encontré. Busqué en la Rae, tampoco, busqué en internet, ahí la hallé pero asociada a escalofriantes denominaciones imposibles de escribir aquí. La dictadura dejó esa palabrita.

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La caza de bruja está desatada. Hace años que está al borde de la histeria y la paranoia. La culpa total de toda la inmensidad de fracasos está en los profesores, son ellos los culpables, religiosamente responsables, son ellos los que deberían lapidarse por completo, que no quede nadie con vida, ésa es la sentencia. La educación pública debe desaparecer al mismo tiempo que sus maestros, como los judíos europeos a manos de los nazis, fuera todos, muerte a todos. Me suena a eso.

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Con cierta impaciencia, a propósito de los párrafos anteriores, escudriñé si existe algún “sostenedor”

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