De La Sierra Al Llano
nesto12 de Marzo de 2015
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De la sierra al llano en Llamas: campesino, espacio y tiempo en la historia y literatura
Introducción
La historia como disciplina explica e interpreta sucesos del pasado y para ello hace uso del relato, la literatura por su parte cuando construye textos literarios, cuenta historias a partir de ideas, anécdotas o sucesos conocidos, los relatos que construye no pretenden ser verdad, sino darle otro sentido a lo real, trasmite ideas al mismo tiempo que sentimientos y busca que la historias creen mundos paralelos al mundo real.
El objeto del presente trabajo es explicar las diferencias entre los personajes, los tiempos y los espacios, que a pesar que cuentan historias y que parecen ambas tener base en la realidad, no son los mismos, pues la pretensión de la verdad de la historia contrasta con la posibilidad de realidad que expresa la ficción de los textos literarios. Como, quien escribe es apenas aprendíz en historia y aun un peatón en literatura, buscará a través de dos cuentos de Juan Rulfo: “Nos han dado la tierra” y “El llano en llamas”, publicados en 1953, comparar los campesinos, espacio y tiempo en la obra la Dra. Florencia E. Mallón, titulado “campesino y nación: la construcción de México y Perú poscoloniales”, quien escribió sobre la sierra Norte de Puebla, Morelos en México y el Perú, considerando solamente la sierra poblana en este trabajo, esta obra fue escrita a finales del siglo XX.
Pareciendo simple la proposición, es difícil encontrar los elementos particulares que diferencien a los personajes, el espacio y el tiempo en obras distintas. Para ello fue necesario extraer amplias citas para poder delinear los elementos que enfocamos este pequeño trabajo.
La caracterización del campesino, o el personaje
Caracterizado por la visión occidental como el elemento perturbador del nuevo orden, que anclado a formas primitivas de organización se ha negado a participar y hasta ha impedido las transformaciones sociales que conducen a la formación del estado, el campesino ha estado ahí antes que el Estado mismo. Se ha relacionado con él y le ha permitido definirse a sí mismo, considerando, así sea de forma forzada, las condiciones y la participación de éstos.
Quienes han visto al estado y la cultura popular como resultado de construcciones promovidas desde fuera e impuestas a los campesinos, han visto en las acciones de los campesinas a entes pasivos, sin ideas y sin proyectos, dirigidos por individuos o grupos con intereses distintos al de estos, que se movilizan y desmovilizan a capricho de estos.
Sin embargo, en la historia de Campesino y Nación de la Dra. Mallon, es una historia reivindicativa de los marginados, ahí los campesinos de las comunidades tuvieron participación en la definición de la historia nacional de mediados del siglo XIX. La historia de un pueblo que desde sus orígenes se comprometió con la causa liberal…
… Xochiapulco… una comunidad nahua que se fundó en tierras de hacienda después de la independencia, una comunidad comprometida con la causa liberal a lo largo de los complejos conflictos decimonónicos. Sus hombres y sus guardias nacionales jugaron un papel fundamental en la victoria del 5 de mayo de 1862, en la victoria liberal de 1867 y en la llegada de Porfirio Díaz al poder en 1876. Esta historia demuestra, por si sola, que las élites mexicanas ni lograron ni pudieron hacer la historia por su propia cuenta. … al desarrollarse la alianza entre los hombres de Xochiapulco y los liberales a nivel nacional, el liberalismo entró en disputa.
Al participar en los procesos de toma de decisiones, al negociar su participación en las luchas armadas que construyeron la nación, los campesinos no actuaron como carne de cañón, por el contrario:
… fueron participantes clave en la política nacional, que la política nacional involucró a las comunidades campesinas, y que esta participación intercalada transformó a ambos.
Pero no fueron los únicos actores de esta historia, pues los promotores del liberalismo clásico, que veían a los campesinos como impedimento del progreso, como los comerciantes, terratenientes, con frecuencia cambiaban de bando cuando veían como peligro que los campesinos reivindicaran sus derechos a la tierra, a la autonomía y atentasen contra sus privilegios.
Tanto liberales como conservadores, trataron de suavizar el trato, cuando estaban en el poder, con las comunidades, ello permitió que la balanza se inclinara de su lado. Pero en el caso de Xochiapulco y algunos pueblos aliados como Tetela, mantuvieron su lealtad siempre con los liberales. Las comunidades mestizas e indígenas encontraban con frecuencia mayor identidad en el liberalismo reinterpretado en su sentido comunitario.
Los campesinos encontraron en mestizos como Juan Francisco Lucas, Juan Nepomuceno Méndez, Juan Crisóstomo Bonilla, a dirigentes importantes, que supieron mantener a sus pueblos levantados ya contra los hacendados de los pueblos de la sierra norte, ya a favor de Juan Álvarez contra Santa Anna; ya a favor de los liberales contra los conservadores en la guerra de los tres años, luego a favor de la República contra el Imperio, de paso a favor de Porfirio Díaz contra Juárez y luego contra Sebastián Lerdo de Tejada.
Sin duda alguna, los personajes principales fueron los campesinos que negociaron todo el tiempo su participación, haciendo del estado mexicano un híbrido. Los otros actores, los dirigentes, los caciques, los comerciantes y los políticos jugaron un papel como intermediarios que permitieron que los campesinos negociaran sus acciones que en el futuro le dieran un sentido distinto a la formación del estado.
Los personajes en la historia no son azaharosos, porque son elegidos por el investigador para explicar sucesos relevantes, que responden a interrogantes cuando toman voz, y a través de sus hechos es posible narrar sucesos que reconstruyan los espacios de vida del pasado. En los estudios de marginalidad son estos quienes entran a escena, porque son sus acciones las que están bajo escrutinio.
Vistos desde la literatura, los personajes están refigurados en las acciones que los hombres tienen en la historia que se cuenta. La presencia de los campesinos en la vida política adquiere dimensiones en la narración cuando es sujeto de atención por parte del estado, sin que ello signifique consenso. En el cuento de Juan Rulfo, “Nos han dado la tierra”, los campesinos reciben la tierra, pero no la que ellos quieren si no las que el gobierno quiere darles. Un enorme llano que tiene solo piedras, sequedad y desesperanza. Cuando replican, el delegado del gobierno les increpa…
-¿El Llano?
-Sí, el Llano. Todo el Llano Grande.
Nosotros paramos la jeta para decir que el Llano no lo queríamos. Que queríamos lo que estaba junto al río. Del río para allá, por las vegas, donde están esos árboles llamados casuarinas y las paraneras y la tierra buena. No este duro pellejo de vaca que se llama Llano.
Pero no nos dejaron decir nuestras cosas. El delegado no venía a conversar con nosotros. Nos puso los papeles en la mano y nos dijo:
-No se vayan a asustar por tener tanto terreno para ustedes solos.
-Es que el Llano, señor delegado...
-Son miles y miles de yuntas.
-Pero no hay agua. Ni siquiera para hacer un buche hay agua.
¿Y el temporal? Nadie les dijo que se les iba a dotar con tierras de riego. En cuanto allí llueva, se levantará el maíz como si lo estiraran.
-Pero, señor delegado, la tierra está deslavada, dura. No creemos que el arado se entierre en esa como cantera que es la tierra del Llano. Habría que hacer agujeros con el azadón para sembrar la semilla y ni aun así es positivo que nazca nada; ni maíz ni nada nacerá.
-Eso manifiéstenlo por escrito. Y ahora váyanse. Es al latifundio al que tienen que atacar, no al Gobierno que les da la tierra.
-Espérenos usted, señor delegado. Nosotros no hemos dicho nada contra el Centro. Todo es contra el Llano... No se puede contra lo que no se puede. Eso es lo que hemos dicho... Espérenos usted para explicarle. Mire, vamos a comenzar por donde íbamos...
Pero él no nos quiso oír.
Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará de aquí. Ni zopilotes. Uno los ve allá cada y cuando, muy arriba, volando a la carrera; tratando de salir lo más pronto posible de este blanco terregal endurecido, donde nada se mueve y por donde uno camina como reculando.
Recorren su llano sin que puedan siquiera articular palabra para comentar su disgusto, solo van pensando en que esa tierra no es la que querían, ellos hubieran querido un lugar donde creciera la milpa, donde hubiera agua, pero el gobierno ya había decidido y el delegado no quiso siquiera escucharlos. Esos son los campesinos que han recibido la tierra.
El llano que los campesinos no quieren, el llano donde todo es calma, bajo el espejo de luz interminable; en “el llano en llamas” se convertirá en un llano encendido en cólera, pues los campesinos liderados por un tal Pedro Zamora pelean contra los soldados del gobierno dirigidos por un tal Petronilo Flores. En el cuento los campesinos pelean contra el gobierno, son derrotados, dispersados huyen a otros pueblos.
Aquél fue el último agarre que tuvimos con las fuerzas de Petronilo Flores. Después ya no peleamos. Para decir mejor las cosas, ya teníamos algún tiempo sin pelear, sólo de andar huyendo el bulto; por eso resolvimos remontarnos los pocos que quedamos,
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