De Tengo Miedo Torero
Enviado por dhanismile • 12 de Septiembre de 2012 • Ensayo • 883 Palabras (4 Páginas) • 441 Visitas
Cabe destacar la inserción de Tengo Miedo Torero en el marco de la posmodernidad ya que la novela acerca, basándonos en los postulados de García Canclini, un lazo interior entre las diferentes concepciones de la posmodernidad, éste sería el concepto de heterogeneidad definida por Canclini como «una necesidad constitutiva de la cultura actual que aspira a poseer una hegemonía extensa» (1989, 87). Teniendo en cuenta esta definición podríamos destacar la importancia de esta novela al rescatar la heterogeneidad de nuestra sociedad plasmando las voces de una cultura popular tanto contestataria, reflejada en el colectivo testimonial: «Y- VA- A – CAER, Y- VA- CAER, PACO- CULIAO- CAFICHE- DEL- ESTADO» (129), como homosexual a través de los discursos de la Rana y sus amigas y por medio de las experiencias de la 'loca del frente’ en el cine y en ese ensueño que experimenta tras la celebración del cumpleaños ‘a la cubana’ de Carlos. Como podemos apreciar, Lemebel mezcla esta ‘baja cultura’ con la ‘alta cultura’ representada por la presencia y discursos de Augusto y Lucy junto con las experiencias desprendidas de Doña Catita, esposa del coronel Abarzúa y de toda la comitiva de personajes involucrados en el gobierno que rinden pleitesía al General y su señora. De esta manera podríamos afirmar que esta novela respondería a lo que García Canclini entiende por posmodernidad, estableciéndose en esta «copresencia tumultuosa de todos» [2], el lugar donde los segmentos de la historia y el folklore se cruzan, desapareciendo la unidad y primando lo heterogéneo y fragmentario.
El fragmentarismo que caracteriza su obra lo podemos apreciar a través de la visión del cuerpo que se desprende del protagonista. Su lenguaje nos provee de un cuerpo diferente, en que el énfasis está puesto en las partes, un cuerpo pornográfico[3] , un cuerpo que se abre al mundo exterior:
«Porque ese era el único respeto que ella había conocido en su vida, el único aletazo paterno que le desrajó en hemorragia su culito de niño miraflor. Y con esa costra de respeto había aprendido a vivir […] acostumbrándose a su roce violento aprendiendo a gozar su rasguño sexual como única forma de afecto». (56)
Como podemos apreciar se nos presenta un cuerpo con la boca abierta y el ano abierto, lastimado; un cuerpo que se sacia frente a lo dado, hecho que aparece en una conversación entre las «dos viejas colizas», la Fabiola y la Rana:
«En esa casa siempre había algún hombre dispuesto a deshollinar algún orto desconocido […] porque cada noche no nos falta un pichulazo para soñar con los angelitos». (76)
Es interesante hacer notar, más allá del fragmentarismo del cuerpo, la transformación de éste cuando la ‘loca del frente’ inmersa en su delirio carnal con Carlos, vivencia el momento del desprendimiento del cierre del pantalón de éste como una especie de nacimiento,
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