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Dialogo ECO Y NARCISO.


Enviado por   •  30 de Agosto de 2016  •  Monografía  •  1.816 Palabras (8 Páginas)  •  5.343 Visitas

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“Eco y Narciso”

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA

(Un bosque junto a una pequeña laguna azul. Hera se observa en un espejo a la esquina de la escena al tiempo que peina su cabello con sus manos. Eco se encuentra leyendo, sentada tras un árbol mientras Zeus se acerca a ella).

NARRADOR. ―Hace muchos años, en un gran bosque de la antigua Grecia, se encontraba Zeus, el rey de los dioses del Olimpo, y un poco más allá Hera, diosa protectora de la familia y el matrimonio.

ZEUS. ―Escúchame, ninfa (se agacha y toca el hombro de Eco).

ECO. ―(Mira a Zeus, asustada y se pone de pie). Señor.

ZEUS. ―Necesito de tu ayuda.

ECO. ―Haré lo que usted quiera, estoy a su disposición, mi dios.

ZEUS. ―Quiero que me cubras mientras salgo en busca de mi amante.

ECO. ―¿Y por qué quiere que lo cubra, Zeus?

ZEUS. ―Para que mi esposa, Hera, no se dé cuenta de mi ausencia y no salga en mi búsqueda.

ECO. —¿Y yo qué puedo hacer para desviar las sospechas de Hera, mi señor?

ZEUS. ―Entretenla, retenla, de forma que piense en cualquier otra cosa que no sea en su marido.

ECO. ―Sí, señor, pero ¿qué sucederá si su mujer pregunta por usted?

ZEUS. ―Inventa alguna excusa, algo que la deje tranquila.

ECO. ―Está bien (asiente y mira hacia un lado, desconcentrada).

ZEUS. ―No te preocupes por tus propios beneficios, tendrás tu recompensa, te lo aseguro.

ECO. ―Cuente conmigo, señor.

ZEUS. ―Así lo haré, ninfa.

(Zeus, se retira de la escena, mirando de reojo a Hera).

ESCENA SEGUNDA

ECO.― Ay, Dios mío, en qué problema me he metido, yo, que aborrezco cualquier acto de infidelidad o deslealtad en una relación. Simplemente para tratar de complacer a un dios y obtener una miserable recompensa.

ECO. ―Ahh, pero cuando llegué el momento en el que yo me enamore, nunca jamás le seré infiel a mi amado, sino que todo lo contrario, haré todo lo posible para hacerlo feliz cada día (asiente convencida y mira de reojo a Hera, que la observa de repente).

ESCENA TERCERA

(Hera deja su espejo de lado, para mirar detenidamente a Eco, quien le sonríe, la saluda con la mano y se acerca).

ECO. ―Buen día, mi diosa (hace otra reverencia).

HERA. ―(Se acerca a Eco y la observa de pies a cabeza) ¿Quién eres tú, ninfa, y que haces aquí en mi hogar?

ECO. ―Mi nombre es Eco, mi señora, y he venido a distraerte de tu aburrimiento.

HERA. ―Mhm, ¿Y quién te ha enviado hasta mí para complacerme?

ECO. ―Ninguna persona, Hera, simplemente he visto como intentas desenredar tu pelo y quise venir a ayudarte ¿te parece que te haga un peinado?

HERA. ―Uhm… me parece. Eres una ninfa muy encantadora, Eco. Ten, haz con mi pelo lo que te parezca bonito.

ECO. ―Haré que luzcas mucho más hermosa de lo que eres.

HERA. ―(Sonríe y asiente).

NARRADOR. ―Así, mientras Zeus engañaba a su mujer con otra ninfa, la diosa y Eco fueron entablando una pequeña amistad a base de chismes, preguntas, respuestas y peinados.

(Suena una canción de fondo, que supuestamente Eco canta mientras le termina de hacer la trenza a Hera que se arregla las uñas).

ECO. ―Ya está terminado.

HERA. ―Bien…

ECO. ―(Toma el espejo, se lo muestra a Hera y espera su reacción) ¿y qué te parece tu nuevo peinado?

HERA. ―(Encantada). Está bellísimo, eres muy buena peinando (la abraza y acaricia su mejilla).

ECO. ―Estoy muy feliz de que te guste (sonríe). 

HERA. ―(Al público). Iré por Zeus y le mostraré lo que ha hecho mi nueva amiga con mi pelo.

ECO. ―(Preocupada, la detiene). No es necesario Hera, yo no necesito que me presentes.

HERA. ―Sí, pero a mí me apetece presentarte a mi marido. ¿Dónde estará? (Mira hacia todos lados). Juraba haberlo visto por aquí hace unos minutos.

ECO. ―Yo… no lo sé.

HERA. ―(Mira a Eco y ladea la cabeza) ¿Estás segura, Eco?

ECO. ― (Duda). Claro que sí, yo… no tendría por qué saberlo.

HERA. ―(La mira fijamente y esta aparta la mirada), yo creo que si lo sabes pero no quieres contármelo ¿no es cierto?

ECO. ―No sé dónde está tu marido, lo juro (mira hacia abajo).

HERA. ―Vamos, dímelo. (Camina hacia Eco mientras esta retrocede) ¿O tienes miedo de que te castigue si lo haces?

ECO. ―Señora yo…

HERA. ―Lo veo en tus ojos, ninfa, no puedes negármelo.

ECO. ―El señor no ha estado haciendo algo que a usted le agrade (se tapa la boca).

HERA. ―Ah bien… (Piensa y suspira). Ha estado engañándome ¿verdad? Tú lo sabías. No querías que yo me enterara y por eso me mentiste.

ESCENA CUARTA

(Entra Zeus, desordenado y despeinado, en escena y al ver la tensa situación hace ademán de devolverse, pero Hera lo encuentra y lo detiene).

HERA. ―Zeus ¡aquí estás! ¿Dónde te encontrabas? Te he estado buscando y no te he hallado por ninguna parte.

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