EL JARDIN DE ARIS
Enviado por Pauliina Ramos Abascal • 29 de Noviembre de 2017 • Apuntes • 982 Palabras (4 Páginas) • 119 Visitas
EL JARDIN DE ARIS
Cuentan por ahí que en un país lejano llamado Boribandua existía una pequeña princesa, la princesa Aris, la cual vivía en un hermoso castillo con grandes jardines y bellos árboles. Se decía que la pequeña princesa viva solo con sus padres y un montón de servidumbres, ella no salía a jugar con ningún niño puesto que su madre cuidaba mucho de ella y decía que los niños del pueblo eran sucios y groseros.
Un día la princesa Aris salió a jugar a su gran patio, pero como todos los juegos ya los había jugado le aburrían, hasta los que ella misma habían inventado, entonces la princesa para calmar su aburrimiento se puso a correr entre los jardines corrió y corrió se metió por donde los arboles dejaban pasar poca luz llego hasta el fondo de los bellos manzanos y los grandes pinos, ahí fue donde se dio cuenta que estaba muy cansada y también donde se dio cuenta que árboles atrás la seguían con pasitos rápidos.
Aris volteo en seguida y pensó que algún gato se abría metido al castillo, al darse cuenta que tras un manzano había una pequeña mano algo sucia y con las uñas largas agarrando el árbol se acercó un poco y le pregunto:
- Hola, ¿Tú vives en el pueblo? – la pequeña mano se jalo como si tratara de esconderse de ella - … descuida no le diré a mamá que estas aquí, ¿tienes hambre?
La pequeña Aris se acercó más y vio que en el suelo había un pequeño hombrecillo sentado tapándose la cara, ella se había asustado puesto que eso que ella veía no era un niño tenía orejas grandes y picudas sus manos eran algo arrugadas estaba descalzo de un pie y el otro tenía un calcetín que hace un mes había perdido su ropa parecían pedazos de tela rasgados. Al ver esto la pequeña princesa se estremeció y un escalofrió recorrió su cuerpo. El pequeño hombrecillo quito sus manos de la cara la cual tenía arrugas y una ligera barbita a medio salir, se paró y la vio fijamente, él era más bajo de estatura que ella, pero con un aspecto de anciano.
- Hola… – dijo con una voz rasposita con un tono agudo. – yo soy Ludwig…- rodeo a la pequeña viéndola de arriba abajo – si definitivamente ya te había visto antes, cada vez te haces más alta, ¿por qué…
- ¿Quién eres tú? – interrumpió la niña un poco espantada
- Jeje descuida niña, yo soy un duende- la princesa lo vio perpleja – desde hace tiempo cuido tú casa, pero a veces me aburro y me meto a jugar jijiji – hiso una ricita burlona tapando su boca con sus pequeñas manitas sucias
- Me das miedo- dijo aris con una voz llorona.
- Hey niña tranquila descuida mira – el pequeño duende metio su mano a la bolsa vieja de su pantalón roto y le mostro dulcesitos eran pequeñas envolturas de colores, aris tomo unos cuantos
- Como es que tienes dulces nunca había visto de este tipo – el río y le dijo
- Te diere un secreto… me los robe del pueblo- dijo susurrando. Aris en seguida se alarmo y los intento devolver, pero este no los acepto.
La princesa y el duende toda la tarde se la pasaron hablando. Pasaban varios días y ella lo iba a visitar le llevaba emparedados y dulces. Su nana al darse cuenta que Aris salía muy seguido de la casa y que además la comida se acababa más rápido empezó a sospechar que algo no estaba bien, una tarde aris echo en su mochila unos malvaviscos y fue a visitar a su amigo el duende. Estando sentados comiendo el le propuso algo ya que su amistad se había fortalecido mucho.
- Aris… ¿y si te quedas a vivir aquí? – dijo comiéndose un malvavisco
- Amm me gustaría pero yo tengo mi cama dentro del castillo
- Por favor quédate y jugaremos todos los días y noches saltaremos sobre hojas… -la princesa movía la cabeza diciendo no- …robaremos dulces del pueblo te enseñare a salir del castillo- aris al ver la insistencia del duende se espantó a tal grado que decidió marcharse.
- No puedo Ludwig mi mamá me espera tengo que irme – dijo parándose rápidamente
- No te vayas quédate un rato más – dijo el duende jalándola de la mano y llevándola cada vez más dentro de los enormes árboles. La princesa empezaba a tenerle miedo y a jalarse, pero no podía soltarse.
- Te prometo volveré a jugar mañana pero ahora déjame ir, necesito ir con mi mamá.
- ¡ARIS! - Dijo su nana que se encontraba detrás de ella asustada por la escena - ¿Quién es él y que pasa? – el pequeño duende asustado soltó corriendo a la princesa y se alejó un poco, aris al ver al pequeño tan asustado intento defenderlo
- Nana él es mi amigo el duende… quiere jugar, pero yo ya quería ir a dentro – la nana espantada no creyó lo que oía y agarro su mano para irse con ella dentro del castillo pero el duende volvió a tomar su otra mano y la jalo.
- Dime pequeño que quieres de mi querida aris ella no se puede quedar – dijo un tanto preocupada
- Necesito que se quede aquí vivo muy solo- exclamo con gran tristeza – no tengo amigos y paso frio por las noches
Entonces la nana le propuso algo muy conveniente
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