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EL JUEGO FREINET, C.


Enviado por   •  8 de Mayo de 2015  •  Síntesis  •  2.432 Palabras (10 Páginas)  •  742 Visitas

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EL JUEGO

FREINET, C.

Antologia Basica de la UPN,

El Juego, pp.147-151

Freinet señala la importancia energética del juego y su papel en la formación del niño, lo cual en principio “opone” a su propuesta de reivindicar el tratamiento pedagógico del niño a través del trabajo, exponiendo sus razones y críticas a la pedagogía del juego, las cuales pueden ser contrastadas con las teorías sobre el juego.

El juego moviliza en el niño una energía que se ha considerado durante mucho tiempo como de contrabando. Se han imaginado juegos para aprender a leer, a escribir y a contar, juegos para aprender la historia, juegos y concursos que pretenden el conocimiento geográfico y científico, juegos de dibujo y de música. Se cuenta con juegos de atención, juegos de imaginación y de destreza, juegos de iniciativa y de astucia.

Podríamos creer que contamos por fin con la solución radical para todos los problemas educativos, dado que psicólogos y pedagogos se afanan hoy en día por demostrar que el juego es natural en el niño y en el hombre. La granMODA del juego no ha servido la mayoría de las veces más que para acentuar el desequilibrio. El juego, en efecto, no prepara la vida, Quema, gasta la energía que parece excesiva en ocasiones y que correría el riesgo, por esta razón, de no utilizarse.

El juego no prepara más que muy accidentalmente a las actividades de la vida, incluso si, en algunos casos, ejerce algunas aptitudes particulares o desarrolla algunos sentidos. Distrae de la vida: tiende a que se tome por vida lo que nos es más que un sucedáneo y, por esta razón, falsea la óptica de los problemas fundamentales.

La pedagogía del juego tiende a crear dos zonas en la vida y el comportamiento de los individuos: la zona seria y constructiva, que incluye la generalidad de los actos normales y funcionales, y la zona de la distracción, destinada a compensar la tensión que necesita la vida, zona privilegiada del juego.

Esta separación de la vida entre dos zonas opuestas, la una exigiendo esfuerzo, sacrificio y sufrimientos, y la otra toda excitación y disfrute, contribuye a crear el desequilibrio que sufrimos.

Tendremos que encontrar en el niño una pedagogía del trabajo susceptible de volver a dar el sentido de la vida a los individuos, valorando elementos que les son esenciales.

Si desde muy pronto, el niño puede entregarse a trabajos-juegos, si toda su educación, toda su formación, familiar, escolar y social, toda su vida, seCENTRAN en la necesidad, en la necesidad del trabajo-juego, si extrae de ellos los goces más delicados y alegres, el juego conservará entonces para él su valor accidental de sustitutivo o de distensión, pero la función trabajo iluminará su vida, le dará armonía y equilibrio, suscitará una concepción nueva de las relaciones sociales, una filosofía y una moral que no serán ya intelectualmente abstraídas de la condición humana, sino que aparecerán como la emanación sutil de un orden nuevo basado en la dignidad y el esplendor del trabajo.

Estos trabajos-juegos deberán:

• Estar planteados a la medida del niño esplendor del trabajo.

Estos trabajos-juegos deberán:

• Estar planteados a la medida del niño por los gestos que precisan, el esfuerzo que suponen, la fatiga que entrañan, el ritmo con el que se ejecutan.

• Responder a las tendencias esenciales del individuo: necesidad de avanzar, de enriquecerse materialmente, moralmente e intelectualmente, aumentar continuamente su facultad de triunfar en la lucha por la vida, necesidad de alimentarse y protegerse contra la intemperie, necesidad de defenderse también contra los elementos, contra los animales, contra los demás hombres, necesidad de agruparse (familia, clan, patria), para asegurar la perpetuación de la especie.

La utilidad social no es absoluta y directamente indispensable. El niño es mucho menos utilitario de los que se cree: su predilección por los trabajos- juegos desinteresados lo prueba.

Precisemos que si un trabajo resulta atractivo para el niño, si satisface sus necesidades esenciales, es un trabajo-juego deseable, aunque no proporcione inmediatamente un producto directamente útil a la sociedad. Nos corresponde elegir los trabajos apasionadamente, adecuados a los niños, útiles y eficaces, y en los que su realización aparece como una luz salvadora. Lo esencial es abrir la brecha y entrar en un camino luminoso.

Pero es preciso que el niño pueda salir adelante creando una obra majestuosa de la que estará orgulloso.

La escuela funciona como un artesano que ocupa locales separados. La escuela así entendida desborda el medio escolar para integrarse en la vida de los padres, de los artesanos, del barrio. desborda el medio escolar para integrarse en la vida de los padres, de los artesanos, del barrio. Hoy en día nuestra escuela penetra en la vida del ambiente y se deja penetrar por ellas. Nuestro objetivo no es en absoluto, por otra parte, procurar un aprendizaje que no se acomoda bien al primer estadio. Pero no por ello dejamos de hacer un pre aprendizaje precioso.

• Porque hacemos amar el trabajo, cualidad esencial para toda personalidad.

• Porque desarrollamos una mano inteligente y hábil, una vista ejercitada y competente, una preocupación de experiencia y de investigación que es la condición de todo progreso.

• Porque en fin detectamos y cultivamos las tendencias favorables y preparamos así una orientación funcional.

Nuestros niños no sabrán, evidentemente, hacerlo todo. Pero amarán el trabajo, se someterán por esta razón, a un perfeccionamiento incesante que correspondería al educador reglamentar y canalizar. En los días en que nuestra educación del trabajo actúa en un cien por cien, el aspecto de nuestras escuelas es completamente distinto al de una escuela tradicional. El educador ya no ha de intervenir continuamente para promover el trabajo o mantener el orden.

Los maestros y los padres se sorprenden de ver a los niños apasionarse a partir de entonces por el trabajo lo mismo que se apasionaban no hace mucho por el juego, ir a la escuela antes de hora, salir refunfuñando cuando se cierran las puertas y proseguir en casa el trabajo que no ha podido acabarse.

Este espíritu nuevo, fruto de la educación del trabajo, permitirá audacias hasta aquí Este espíritu nuevo, fruto de la educación del trabajo, permitirá audacias hasta aquí increíbles en la conducta de las clases. Se puede vincular todavía al trabajo a niños que todavía no han fijado definitivamente sus técnicas de vida. Pero si, a los doce años, no se ha aprendido a amar el trabajo, si el juego bajo sus diversas formas y la ganancia personal se han convertido en los elementos dominantes de la educación,

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