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EL LI BRO DE SAN CI PRI ANO


Enviado por   •  6 de Enero de 2014  •  2.445 Palabras (10 Páginas)  •  403 Visitas

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EL LI BRO DE SAN CI PRI ANO

CAPITULO PRIMERO

El dragón rojo de Moisés y Salomón

Moisés era el jefe de los hebreos que en tiempo del Faraón residían en Egipto. Obligado a redimir su pueblo tuvo que poner en juego una serie de portentosos prodigios, y por último, el paso del Mar Rajo, lo que efectuó separando las aguas. Cuando ya se hallaban en salvo todos los israelitas volvió el mar a su estado normal, quedando sumergido el faraón y sus tropas que iban en su persecución.

El sabio Moisés poseía la ciencia de la verdadera magia de los egipcios, y de ella se valió para convertir en serpiente una vara de madera; produjo también plagas de Egipto y otros muchos sucesos extraordinarios. El paso del Mar Rojo fue un hecho tan maravilloso que todavía hay quien lo pone en duda. Sin embargo, no hay más remedio que rendirse a la evidencia, pues de no pasar el Mar Rojo, los hebreos no hubieran podido ir a establecerse en Judea. .

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Lo que se ignora y por esto queremos darla a conocer, es la siguiente historia tomada del tratado de

verdadera magia que venimos traduciendo.

Residía Moisés en Egipto, salvado de las aguas del Nilo de un modo milagroso por la hija del Rey. Su talento natural le hizo dominar pronto todas las ciencias de los egipcios; cuando ya podía dar lecciones a todos, entró en deseos de conocer las ciencias mágicas, y para conseguirla se hizo discípulo del sumo sacerdote Anacharsls, que era a la sazón el más sabio de todos los magos.

Moisés era conocido por el hijo de las aguas. El sacerdote mago, viendo su gran disposición para el estudio de la verdadera ciencia, le enseñó cuanto sabía con mucho cariño, lo cual aprovechado por Moisés, se halló bien pronto en disposición de dar lecciones a su propio maestro.

Este poseía entre sus talismanes y amuletos un pequeño dragón rojo, objeto raro de metal tallado y al cual tenía en mucha estima. Moisés, al ser iniciado en todos los secretos de la magia, lo fue también en le relativo a talismanes y amuletos, pudiendo examinar a su antojo el pequeño museo de su anciano profesor. Nada empero, le llamaba tanto la atención como el pequeño "dragón rojo" y proponiéndose saber las virtudes de tan raro objeto, instó al mago para que se lo indicara. Este no se hizo de rogar, porque realmente deseaba poner a su discípulo al tanto del misterio que aquel "dragón" encerraba, lo cual efectuó del modo siguiente:

-Mi querido Moisés:--le dijo;-este "dragón" que tanto atrae tus miradas, es símbolo de tu misma

persona.

Moisés prorrumpió en una exclamación de asombro a estas palabras, y le manifestó que no

comprendía la relación que pudiera existir entre aquel talismán y él.

-Es muy sencilla, y precisamente este "dragón" que, como tu, es hijo de las aguas, me ha servido para atraer tus pasos al templo de la verdadera sabiduría. Sí, Moisés repitió, - tu no creerías que un objeto como éste influiría sobre ti desde el momento que fuiste arrojado al Nilo, hasta la hora presente, y asimismo hasta el resto de tu vida.

Admirado de sobremanera quedó Moisés con lo que oia y eso que no creía hubiera nada en el mundo, capaz de causarle admiración. Quiso conocer la relación que guardaba con él el pequeño "dragón" y cómo había llegado éste a poder del anciano.

-Has de saber - le dijo - que en el momento que tú fuiste lanzado al río por tu misma madre, cumpliendo el mandato del Faraón de matar a los niños primogénitos de los judíos, este pequeño "dragón" te tomó bajo su protección, haciendo que el cestillo donde fuiste arrojado al Nilo sobrenadara sobre las aguas. Además influyó en el ánimo de Thermutis, la hija del rey, para que en aquella hora se dirigiera al río y entrara en deseo de ver lo que contenía el cestillo de mimbres que iba navegando sobre' el agua, y él fue, finalmente, el que la impulsó a que te recogiera y te hiciera criar, dándome, a mí a la vez señales ciertas de todo lo que en tu obsequio había hecho. Ahora y después de lo que ya conoces, no extrañarás la grande influencia que este pequeño "dragón" ha ejercido sobre tu persona; él fue también el que te sugirió el deseo de venir a mi casa para aprender las ciencias mágicas. Y él, finalmente, te dará poder para que, por su virtud, veas logrado algún día todo cuanto se te antoje por extraordinario y maravilloso que sea. Yo ya soy bastante anciano - continuó, y puesto que por tu bondad y sabiduría te has hecho digno de todo mi cariño, quiero entregarte este precioso talismán que te proporcionará un absoluto dominio sobre los espíritus y los elementos todos del Universo. Con él no habrá para ti nada imposible, puesto que todo se doblegará

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a tu mando. Lo que sí te encargo sobremanera, es de que todos los días al salir el sol, digas las palabras siguientes: "Jobse, Jalma. Afia", que es la invocación del espíritu superior, todo lo preside y al cual deberás rendir adoración. Dichas estas palabras darás al "dragón" un grano de alcanfor puro y sin mezcla, que sea del tamaño de un grano de trigo.

Moisés dio al anciano Anacharsis grandes muestras de agradecimiento y tomando su pequeño "dragón rojo", se despidió del anciano, prometiéndole que todo su emperio en adelante sería cumplir fielmente sus consejos y enseñanzas y dedicar todo su poder a procurar la libertad de los israelitas que, a la sazón, eran esclavos de los egipcios, lo cual consiguió, después de muchos maravillosos sucesos.

CAPITULO II

Adivinación por medio de los cuerpos

Celestes o astrología

Muchos pueblos de la antigüedad, como los ca1deos y egipcios, practicaron la ciencia de la Astrología,, que consiste en el examen de los cuerpos celestes, de aquellos pueblos pasó a los griegos, y de éstos a los países itálicos, de donde vino hasta nosotros. Pero donde ha practicado y conservado con mayor veneración ha sido en la Arabia.

La astrología consiste en la influencia de los astros sobre los cuerpos humanos. Esto es lo que la

distingue de la astronomía.

Según Herodoto, famoso historiador de la antigüedad griega, fueron los pueblos de Oliente los que empezaron a relacionar el nacimiento de una persona con determinado día o determinado planeta, para sacar de esto un horóscopo, por medio del cual predecía al sujeto recién nacido su fortuna, su destino y los sucesos de la vida, y en virtud de qué accidente abandonaría este mundo, a donde acaba de llegar.

He aquí la opinión de los antiguos sobre los planetas con relación a los horóscopos.

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