ETICA Y ECOLOGIA
Enviado por NOUS0807 • 26 de Abril de 2013 • 3.503 Palabras (15 Páginas) • 314 Visitas
ETICA Y ECOLOGIA: su fundamentación
CONOCIMIENTOS
Los actos de la persona humana: Durante siglos la moral dedicó todas sus fuerzas al estudio de los actos humanos, pues ellos son la expresión singular del ser personal. En cada acto, aún los más simples y sencillos, como escribir una carta, preparar una comida, dictar una clase o construir una casa, la persona se expresa en las múltiples facetas que la componen. En ellas se plasma algo de su genio, de su carácter, de su situación, valores y sentimientos. Por lo que cada acción es singular, es única.
Esto nos hace ver lo difícil que es valorar un acto humano, porque detrás de ellos se esconde el misterio de una vida personal. Por lo que juzgar a una persona por un acto aislado puede llegar a ser una real injusticia, si no somos capaces de ver cada acto en el marco más amplio de la persona en su conjunto, Esto, porque a través de los actos humanos, la persona va adquiriendo determinadas actitudes3 frente a un ámbito determinado del quehacer del hombre, así tendremos actitudes religiosas, familiares, económicas, sexuales, comunitarias, etc. Las actitudes, por lo tanto, son adquiridas más o menos voluntariamente –son distintas las actitudes adquiridas para comer en una mesa y las adquiridas por un médico para tratar gentilmente a los pacientes–, de este modo expresan más o menos a la persona, según la implique más o menos profundamente.
Estas actitudes responden a determinados valores que la persona elige ("prefiere", como gusta decir Max Scheller) y, de este modo, rigen su actuar como persona humana. Aquí ubicamos los actos humanos en un marco más amplio, que nos permite hacer un juicio moral más ecuánime, al ponerlos en referencia directa a las actitudes y los valores, a los cuales nos referiremos seguidamente, pero a través de las actitudes descubrimos que detrás de ellas hay un valor que las sustenta y por el que optamos, explícita o implícitamente.
Primado de lo social: La teología -y con ella la ética- del siglo XX asumió el giro antropológico provocado por el desarrollo de las ciencias y la filosofía de nuestro tiempo, viendo al hombre como centro del universo y revalorizando su capacidad de transformarlo. Y a nivel estrictamente ético se privilegiaron los aspectos psicológicos para comprender y explicar la libertad y los condicionamientos de la persona, en relación a su responsabilidad. El hombre es entendido como un ser-en-el-mundo, abierto a los otros, al cosmos y, en la mejor de las antropologías, al Absoluto. La relacionalidad y la historicidad son dos categorías fundamentales que ayudan a entender a este hombre. Pero dejan en la oscuridad la dimensión social. Lo social aparece como el medio en el cual se mueve este hombre, pero no una dimensión constitutiva del ser humano. Es éste el aporte que la ética de la liberación hace a la moral.
Esto porque en el continente latinoamericano, el hombre no es aquél que se caracteriza por el éxito y la abundancia; no es una sociedad desarrollada y de tinte liberal, donde es la sociedad misma la que le facilita su realización personal. En el sur del mundo el hombre es la no-persona, el que lucha por la vida y la sobrevivencia, es el oprimido por poderosas fuerzas que van más allá de sí mismo y desfiguran su imagen de hombre. Por lo que, el problema moral más importante que vive América Latina es la pobreza y la miseria padecida que sólo se puede explicar cómo impuesta por estructuras sociales opresoras15. En esta realidad la moral debe dar una respuesta liberadora, capaz de generar las energías que posibiliten al no-hombre reconocer su dignidad y luchar por que ella encuentre las condiciones favorables para su desarrollo. Por esto, la comprensión social de los problemas se impone como la más adecuada para responder responsablemente al imperativo evangélico de hacer presente el Reino de Dios entre los hombres.
La teología moral siempre se preocupó por los problemas sociales como la economía, la propiedad, el trabajo; pero vistos como un ámbito separado del estudio; se dedica un apartado a la ética personal y otro independiente de éste a la social. Según Moser, esto es comprensible, porque las ciencias de lo social nacen hace apenas dos siglos, y sus aportes no habían llegado al desarrollo que tenemos hoy, como para ser suficientemente atendibles.
Y es a través de ellas que llegamos a comprender las causas de tantos comportamientos humanos, causas que vayan más allá del ámbito estrictamente personal. El tejido social nos condiciona y nosotros a su vez lo condicionamos y lo podemos transformar, aunque las estructuras sociales adquieren cierta autonomía y tienden a mantenerse y perpetuarse, haciendo que los intereses de los sociológicamente más débiles sean siempre pisoteados. Por lo cual, podemos afirmar que el ámbito de lo social es el medio creado por el hombre mismo que posibilita o impide su realización como persona y como grupo. Si podemos ver en el hombre diversas dimensiones como la personal, la interpersonal y la social, es ésta última la que nos permite una visión al mismo tiempo más amplia y más profunda de los diversos ámbitos del quehacer humano.
La persona y lo social: De todo lo dicho pareciera que la ética de la liberación pierde la perspectiva del plano personal. Pero poner el acento en la dimensión social de ningún modo significa perder de vista la responsabilidad y el drama existencial vivido personalmente 19. El hombre como agente de la historia y el condicionamiento de las estructuras con su dinámica propia son dos polos que no se deben separar y que deben ser comprendidos en forma dialéctica. Antonio Moser lo expresa de la forma siguiente:
"La agudeza de la cuestión queda más patente cuando se percibe que, por un lado, es forzoso reconocer la creciente responsabilidad del hombre como agente de la historia y de la sociedad; por otro, es forzoso reconocer el peso preponderante de los condicionamientos impuestos por las estructuras socio-económicas y políticas en la formación de las conciencias. A través de hábitos sociales, leyes, dictadura de las ciencias, modas, la sociedad determina una serie de «valores» y comportamientos. Pocas son las personas que consiguen escapar a este círculo de hierro, a través de una postura crítica. "La respuesta a esta cuestión posiblemente no se encuentre en una alternativa -o pecado personal, o pecado estructural- sino en un modelo dialéctico, que traduce mejor la complejidad de la condición humana"
Teorías y prácticas sociales: La diversidad de teorías y de prácticas sociales que hoy nos ofrece el "mercado" de las ciencias sociales nos pone frente a la necesidad de discernir, pues no todas son liberadoras ni evangélicas. "De ahí
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