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Economia De La Educacion


Enviado por   •  26 de Abril de 2013  •  1.991 Palabras (8 Páginas)  •  403 Visitas

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Del crecimiento económico al desarrollo humano.

El mundo ha experimentado durante los últimos cincuenta años un auge económico sin precedentes, por lo que es necesario posicionar a la educación no ya simplemente en términos de sus repercusiones en el crecimiento económico, sino en función de un marco más amplio: el desarrollo humano.

El crecimiento económico mundial muy desigual.

La riqueza mundial ha venido aumentando considerablemente desde 1950 gracias a los efectos conjugados de la segunda revolución industrial, el aumento de la productividad y el progreso tecnológico. El avance técnico se ha difundido rápidamente; la informática ha transformado profundamente los modos de vida y estilos de consumo, y se ha conformado de manera casi universal el proyecto de mejorar el bienestar de la humanidad mediante la modernización de la economía.

Sin embargo, esa forma de desarrollo fundado únicamente en el crecimiento económico ha suscitado profundas desigualdades y los ritmos de progresión son muy diferentes según el país y la región.

Por otra parte, se han acentuado las desigualdades a raíz de la competencia entre los países y los distintos grupos humanos. Se diría que algunos países van abandonando la carrera en pos de la competitividad.

Demanda de una educación con fines económicos.

Debido a la presión del progreso técnico y la modernización, durante el periodo que nos ocupa ha venido aumentando en la mayoría de los países la demanda de una educación con fines económicos.

Las comparaciones internacionales ponen en relieve lo importante que es para la productividad el capital humano y, por consiguiente, la inversión en educación.

En la actualidad se exigen nuevas aptitudes y los sistemas educativos deben responder a esta necesidad no solo garantizando los años estrictamente necesarios de escolaridad o de formación profesional, sino formando científicos, personal innovador y tecnólogos de alto nivel.

La evolución irreversible se opone a la rutina y las calificaciones adquiridas por imitación o por repetición y se constata que son cada vez más importantes las inversiones denominadas inmateriales como la formación, conforme produce sus efectos la “revolución de la inteligencia”. En estas circunstancias la formación permanente de la mano de obra adquiere la dimensión de una inversión estratégica. En números países industrializados se observa un aumento considerable de los recursos financieros asignados a la formación permanente.

Todo indica que esta tendencia se va a intensificar a raíz de la evolución del trabajo en las sociedades modernas. En consecuencia, ya no es posible pedir a los sistemas educativos que formen mano de obra para un empleo industrial estable; se trata más bien de formar para la innovación personas capaces de evolucionar, de adaptarse al mundo en rápida mutación y de dominar el cambio.

Distribución desigual de los recursos cognoscitivos.

La educación contribuye al progreso científico y tecnológico y al avance general del conocimiento, que constituyen los factores más decisivos del crecimiento económico.

Ahora bien, es evidente que numerosos países en desarrollo se encuentran desprovistos de estos recursos y sufren de un gran déficit de conocimientos. Siendo muy graves las desigualdades en materia científica y de investigación y desarrollo, provocando el éxodo de profesionales hacia los países ricos.

De hecho los países en desarrollo no suelen disponer de los fondos necesarios para invertir de manera eficaz en la investigación, y la falta de una comunidad científica local suficientemente numerosa constituye un impedimento grave.

Los países en desarrollo no deben descuidar nada que pueda permitirles la entrada indispensable en el universo de la ciencia y la tecnología, con todo lo que ello entraña en materia de adaptación de la cultura y la modernización de las mentalidades. Considerada en esta perspectiva, la inversión en educación e investigación constituye una necesidad, y uno de los principales motivos de preocupación de la comunidad internacional debe ser el peligro de marginación total de los excluidos del progreso en una economía mundial en rápida transformación.

Si no se hace un vasto esfuerzo para conjurar este peligro, algunos países, incapaces de participar en la competencia tecnológica internacional, se constituirán en focos de miseria, desesperanza o violencia imposibles de superar mediante la asistencia y la acción humanitaria. El problema esencial sigue siendo la distribución desigual del conocimiento y las competencias.

Los países “emergentes” han salido del subdesarrollo y son precisamente los que suelen invertir más en educación, según formas adaptadas a su propia situación cultural, social y económica.

La participación de la mujer en la educación, palanca esencial del desarrollo.

En este esbozo de las principales disparidades del acceso al conocimiento y al saber hay un hecho preocupante: la desigualdad del hombre y la mujer ante la educación. No cabe duda que se ha avanzado en los últimos años, pero las desigualdades siguen siendo flagrantes, pues las dos terceras partes de los adultos analfabetos del mundo, o sea 565 millones de personas, son mujeres que en su mayor parte viven en las regiones en desarrollo en África, Asia, y América Latina.

En particular, se ha establecido una correlación muy clara entre el nivel de educación de una mujer, por una parte, y el mejoramiento general de la salud y de la nutrición de la población y la baja del índice de fecundidad, por la otra.

Se trata, en consecuencia, de romper el círculo vicioso que une la pobreza a la desigualdad entre el hombre y la mujer.

El éxodo de profesionales hacia los países ricos.

Los países en desarrollo pierden cada año miles de especialistas, ingenieros, médicos, científicos, técnicos. Frustrados por los bajos salarios y la limitación de oportunidades en sus países, se marchan a países más ricos donde se pueden aprovechar y remunerar mejor sus talentos .Los países industrializados se benefician de las capacidades de los inmigrantes.

Esta pérdida de trabajadores calificados representa una severa hemorragia de capital.

Es posible que algunos países tengan más personas capacitadas de las que pueden utilizar, pero otros están perdiendo especialistas que necesitan urgentemente.

Incumbe a los países en desarrollo tomar medidas para reducir esas pérdidas. Es preciso que adapten sus sistemas educativos para que correspondan mejor a sus necesidades prácticas y que mejoren el manejo de sus economías.

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