El Alma De La Toga Resumen:

El desdoblamiento psíquico

Fenómeno por el cual “el abogado se compenetra con su cliente de tal manera, que pierde toda postura personal” entonces se dice que “la virtud que el abogado necesita no es un verdadero y propio valer”.

Para el autor del libro es plausible renunciar a los intereses, al bienestar, al goce para entregarse al bien de otro. Sin embargo, el abogado no es un Proteo sino que se constituye como un ser de seguir su trayectoria a través del tiempo y que ha de poseer y mantener una ideología, una tendencia, un sistema como todos los demás hombres; no tantas fórmulas de pensamiento y de afección como clientes le dispensen confianza. Ser contradictorio y ambiguo en sentido diametral de las cosas es una vileza que conjuntamente corrompe todas las potencias del alma. Quien doctrinalmente sea partidario de la abolición de la pena de muerte ¿con qué atisbo de decoro pedirá casos concretos su aplicación?

No se pretende llevar lo expuesto anteriormente al punto de creer que nunca puede correctamente invocarse con los que no se esté conforme. Pues sería imposible que un abogado prestase su asentimiento teórico a todas las leyes que va a citar. Lo que se quiere decir es que ante los tribunales siempre se deben contar con los siguientes dos carriles:

A. Que no se pida aquellas cosas que, aún permitidas por la ley, sean contrarias a nuestros convencimientos fundamentales o a las inclinaciones de nuestra conciencia

B. Que tampoco se sostenga en un pleito interpretaciones legales distintas de las que se hayan defendido en otro.

El pleito vive un día y el abogado toda su vida.

Entonces habría que interpretarse el desdoblamiento psíquico en la duplicidad de personalidades. “Hasta tal punto soy mi cliente, practicando un noble renunciamiento, y desde tal punto soy yo mismo, usando facultades irrenunciables.

La independencia

Las profesiones liberales lo son porque se ejercen con libertad y en la libertad tienen el más importante atributo. Esto produce el fenómeno de que juntamente con el derecho del cliente a ser atendido nazca el del profesional a ser respetado y que paralelamente a la conveniencia del uno vaya el prestigio del otro. El abogado ha de sentirse siempre en un grado de superioridad sobre su defendido, como confesor, como el tutor, como el gerente. Por eso ha de huir cuidadosamente de los siguientes peligros:

A. El pacto cuota litis: no es que su forma de remuneración sea sustancialmente absurda o inmoral. Lo que nace condenable es que arranca al abogado de su interdependencia, Haciéndolo participe en el éxito y en la desventura. La retribución del trabajo es sedante. El abogado que a cada hora se diga “si gano este pleito, de los 5 millones me llevaré dos”, se adapta a la psicología de los jugadores.

B. De la mujer a quien se ama. El amor es rendimiento, pleitesía, encadenamiento, servidumbre; Y el que parece tan grave minoraciones de su albedrío, nada puede dirigir ni nada puede responder.

C. De la familia. La franca libertad conteste inmiscuye en nuestra vida hermanos, abuelos, tíos o sobrinos, les faculta, en caso de pleito, para fiscalizar cada uno de nuestros actos. No hay, además, hora fija para escuchar la consulta, mi facilidad para desistir de la defensa.

D. Del sueldo. Abogado que le percibe, fatalmente a de verse obligado a defender cuando le manden, o renunciar a su destino; y no siempre hay valor o posibilidad para esto último; con lo que al dimitir la libertad se pone en grave riesgo la integridad.

Nunca es tan austero ni tan respetado un letrado como cuando rechaza un asunto por no parecerle justo.

E. De la política. Raro y difícil es que quieres si afilian bajo una bandera, acatan una jefatura, Y busca un porvenir, no sufran cuando menos, una deformación de juicio que les haga ver buenas todas las causas que beneficien a su credo, y perversas cuantas lo contradigan. El jurista, como todo ciudadano, a de tener en materias política su opinión y su fe;

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