El Barman.

El Barman

Se pudo haber pensado que las cualidades requeridas de un top barman serían imposibles de encontrar en una persona, y no podría ser ese hombre excepcional. Todavía existen buenos bármanes.

Cuando los bármanes son buenos son diplomáticos y poliglotos, como buenos embajadores. Discretos y reservados como los psiquiatras con sus pacientes. Ellos son psicólogos y tienen un profundo entendimiento por la naturaleza humana

Ellos son confesores: Les preguntan y les dan consejos en los temas más variados, complejos y delicados. Son estoicos, también, aguantan una infinidad de cortesía y entendimiento de las incoherencias surrealistas del mundo enojado que a menudo llegan al bar.

Ellos poseen la elegancia de un conductor de orquesta sinfónica, la pulcritud y la apariencia  de un cirujano inminente  al operar. Son químicos de la actualidad, botánicos del siglo 18, alquimista medieval que produce frio, brillo del oro por voluntad propia.

Ellos son expertos en deportes y políticas internacionales, pero nunca dejan la pasión.  Ellos son filósofos;  y en ocasiones telepáticos quienes tienen que leer la mente caprichosa de sus clientes.  Aparte de eso, ellos tienen una memoria de elefante que debe recordar cómo preparar, sin mirar (la receta), entre 100 y 200 cocteles.

Tal hombre existe. Él es un barman, imaginativo y creativo, un artesano en el hielo, una poción de poeta, impregnado de amor verdadero a su trabajo. Tiene su propio estilo y personalidad. Él pone algo de el mismo, de su interior en cada bebida que prepara: parte de él está en el, dando vida. Cada coctel tiene color, fragancia y un fresco sabor nuevo; y entre el brillante cristal, el hielo siempre brilla.

El barman es un artista. Sus cinco sentidos están activos y tiene un sexto sentido: El sentido de crear un coctel.

-Fernando G. Campoamor

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