El Buen Vivir

“El buen vivir”

El vivir bien… es un título bastante interesante; no obstante, podría interpretarse de diversas maneras.

Dentro de lo planteado por el Canciller David Choquehuanca, algunos aspectos me parecen bastante loables, como el respeto a la naturaleza, la importancia de la identidad, la búsqueda del bien común, la sensación de felicidad al trabajar, el respeto y consideración hacia la experiencia de los ancianos para la toma de decisiones, la complementariedad de los seres humanos con otros seres humanos y con la naturaleza, la creación de bancos de semillas que eviten la utilización de transgénicos, el respeto a la mujer, el aprovechamiento y conservación del agua.

Sin embargo, existen algunos aspectos que aunque no considero negativos, aún me parecen discutibles.

En primer lugar, personalmente, considero que dentro de todos los ámbitos de lo que significa “el buen vivir” para una persona, la presencia de Dios es fundamental. Es posible que el hecho de no mencionar a Dios en el texto se deba a los preceptos del Estado Laico, pero al dar preponderancia a la Pachamama por sobre todo de cierta manera contradice tales preceptos. Ahora bien, dentro de un marco de respeto por parte de los que no creemos en la Pachamama hacia los que sí creen en ella, considero que este aspecto resulta excluyente hacia los que creemos que Dios es la única divinidad del universo…

Como se puede ver, ya se pueden notar claras divisiones y diferencias en las que sería muy difícil entrar en consenso, como afirma el canciller, para que todos estemos de acuerdo, olvidando así la democracia, que quizá incluso resulta en una mala interpretación de la misma, pues en realidad podría significar ser libre de creer en un ser superior, por voluntad propia, sin nombres específicos.

Aclarado este aspecto, me parece más acertado hablar de “naturaleza” en general, y es en este aspecto en que estoy de acuerdo en que es menester cuidar de ella, quizá no como ser superior al ser humano, sino en la jerarquía de que ambos somos creación de Dios y que nosotros mismos somos parte de ella, y que desde el Edén se nos ha encomendado protegerla.

Pero la concientización de la sociedad hacia la protección del medio ambiente necesita tiempo y muchísimos proyectos para hacerla efectiva en toda la población. De hecho, es difícil afirmar que todos los habitantes de las comunidades cuidan a cabalidad la naturaleza. A diario, los que trabajamos en provincias podemos ver que no existe un buen manejo de la basura, que los chaqueos muchas veces derivan en incendios forestales, sin mencionar la contaminación de los ríos. Si bien es cierto que todo esto proviene del proceso de industrialización y de la cultura occidental, sería difícil convencer a todos los pobladores de una comunidad que se olviden de los productos que derivan de ella, o de sus mismas prácticas ancestrales, es decir, que

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