El Diosero
Enviado por Erik9093 • 4 de Diciembre de 2014 • 639 Palabras (3 Páginas) • 217 Visitas
El Diosero
(Francisco Rojas González)
Este libro tiene 13 cuentos, los cuales son: "La parábola del joven tuerto" y "El Diosero", "Las vacas de Quiviquinta", "El cenzontle y la vereda", "Nuestra Señora de Nequetejé", "La cabra en dos patas", "Los diez responsos", "La plaza de Xoxocotla", "La Tona", "Los novios", "Hículi hualula", "La venganza de Carlos Mango" y "La triste historia del Pascola Cenobio".
Todos los cuentos de El Diosero están dentro de la línea indigenista, es decir, son relatos o ritos, creencias, formas de vida de ciertas comunidades, y de la psicología y comportamiento indígenas, son pocos los que se quedan en lo pintoresco; son más los que trascienden ese aspecto menos profundo.
Unos de los más interesantes para mi es: "El Diosero", cuento que da nombre al volumen completo y literariamente uno de los mejores de éste.
El protagonista es Kai-Lan, "señor del caribal de Puná", gran sacerdote y cacique de los lacandones, personaje cuya misión y poder consiste en crear "deidades doblegadoras de las pasiones, moderadoras de los fenómenos naturales que en la selva se desencadenan con furia, domadoras de bestias, amparo contra serpientes y sabandijas y resguardo opuesto a los hombres malos del más allá de los bosques".
Un día se desencadena una terrible tormenta en plena selva lacandona. Kai-Lan fabrica un dios especial, pero éste es impotente para deshacerla. El agua todo lo invade y la tormenta sigue. El Diosero, rabioso, rompe la obra de sus manos. Entonces fabrica otro, un cuadrúpedo fabuloso con airosa cola de quetzal. Éste sí es poderoso y la tormenta cede.
El Diosero lleno de orgullo, sale del templo y lanza alaridos de júbilo. "No hay en toda la selva uno como Kai-Lan para hacer dioses... Mató a la tormenta", dice el propio sacerdote.
El cuento termina con una visión poética, pues "prendido a la copa de un ramón, el arco iris esplende".
Pertenece también a este grupo, aunque con características más terrenas y con una imborrable carga de dolor, tristeza y ternura.
"La parábola del joven tuerto”, este relato, está lleno de ironía y de humor negro. Como su hijo está tuerto y todos se burlan de él, la madre pide a la virgen de San Juan de los Lagos un milagro para que la gente se apiade o el pequeño se componga. Así estaban las cosas, cuando en el atrio del santuario la madre y el hijo preparaban su retorno al pueblo, un fuego artificial estalla en la cara del niño y le revienta el ojo sano. La madre agradece a la Virgen el milagro porque su crío ya no será objeto de burlas por estar tuerto: ahora es ciego.
"El cenzontle y la vereda", Irónico y doloroso testimonio, cuenta el incidente de unos indios
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