El Ecuador En El Momento Actual
Enviado por irene21 • 5 de Septiembre de 2012 • 3.664 Palabras (15 Páginas) • 861 Visitas
El Ecuador en el Momento actual
1. Formación Social del Ecuador
En el Ecuador de nuestros tiempos hay clases, capas y sectores sociales bastante definidos. Unos que se ubican como clases dominantes y explotadoras, por el gran poder económico y político que concentran y, otros que se ubican como clases dominadas y explotadas, que sufren los efectos de la dependencia, de la injusta distribución de la riqueza...
El análisis concreto de una sociedad históricamente determinada demuestra la coexistencia de varios modos de producción, en donde, uno de ellos es el predominante. Esto se denomina formación económico-social o caracterización de la sociedad. De esta situación se desprende el análisis de clases sociales, su naturaleza y contradicciones.
Respecto de la formación económico-social del Ecuador de hoy, nuestro Partido lo define como capitalista, dependiente del imperialismo. La incorporación de nuestro país al capitalismo se produjo en circunstancias de sometimiento a la dominación imperialista, factor que determina su carácter dependiente, deformado y atrasado, más aún, si se toma en cuenta que en varias empresas hay la presencia del capital extranjero tanto en condición de préstamos como de inversiones. Sin embargo, el crecimiento de la industria generaliza las relaciones de producción capital-trabajo asalariado.
Dentro de la división internacional del trabajo, los monopolios imperialistas asignan a nuestro país las tareas de proveer materia prima y desarrollar la industria ligera, sobre todo de bienes de consumo, mientras, por otro lado, impiden la promoción de la industria pesada. Por ende, se trata de una débil y atrasada industria local que no puede resistir los efectos de la competencia en el mercado internacional y los procesos de desnacionalización de la economía que promueven el neoliberalismo y la globalización. A ello obedece que muchas empresas industriales, sobre todo las medianas y pequeñas, quiebren en medio de una confrontación con la gran empresa capitalista.
También destaca que, gracias a las transformaciones y crecimiento industrial operados durante las últimas décadas, las típicas haciendas feudales han cambiado su naturaleza para convertirse en grandes o medianas empresas agroindustriales, en las líneas que demandan los monopolios imperialistas, es decir, cultivos de exportación; también, en los últimos tiempos, hay una presencia de diversas haciendas, cuyas características y entorno son aprovechados para ofertar servicios turísticos y afines. Esta realidad, a su vez, ha provocado un proceso de reconstitución de la gran propiedad sobre las tierras, a costa, desde luego, de las parcelas de los campesinos minifundistas que se ven forzados a venderlas. No obstante este proceso, persisten ciertos rezagos del pasado que forman parte de la fisonomía de nuestro país.
Esta ágil revisión de la caracterización económica y social del Ecuador, permite establecer que estamos ante la presencia de clases, capas y sectores sociales bastante definidos. Unas que se ubican como clases dominantes y explotadoras, por el gran poder económico y político que les otorga el proceso de concentración de riqueza consustancial al sistema y por sus vínculos con el imperialismo; sin embargo, en su seno hay contradicciones debido a la diversa magnitud con el que este proceso se opera. Otras que se ubican como clases dominadas y explotadas, que sufren los efectos de la dependencia, de la injusta distribución de la riqueza y de los gobiernos al servicio de los grupos oligárquicos y pro-imperialistas.
2. Mundialización y Globalización
Es común oír hablar de que, una vez derrumbado el Muro de Berlín y junto con él el llamado socialismo real de la Europa del Este, uno de los signos característicos de estos tiempos es la ausencia de ideologías. Se pretende hacer creer que el orden que se guarda actualmente en gran parte del mundo carece de un sustento teórico político económico, que estamos regidos por una ley natural, como si hubiéramos llegado al estado ideal de cosas y ya no quedara más que transformar socialmente. El error salta a la vista por sí solo. De la misma manera en que el Imperio Romano atribuyó su poderío a la obra y gracia de los dioses y no a las condiciones objetivas de los demás pueblos y de un desarrollo histórico coherente, y de igual forma que se creyó eterna, la hegemonía de ahora a dictado su sentencia: “no existe otro mundo posible que el que planteamos nosotros”. La carga ideológica está implícita tanto en los fundamentos de los defensores del carácter infinito de la Antigua Roma, como hoy en los profetas de la globalización. Algunos críticos del sistema consideran como sector de origen y mantenimiento de esa ideología a las clases pudientes de los países más desarrollados, otros creen que son los gobiernos y sectores políticos de estos mismos y, algunos más, afirman que se trata de un élite internacional que ejerce el control financiero mundial, y que carece de patria. Lo cierto es que, así como el liberalismo clásico sirvió de sustento para la expansión del capitalismo y el desarrollo de su posterior fase, el imperialismo, en el siglo XIX, el neoliberalismo ha representado la base de un nuevo dominio capitalista y el abono para su próxima etapa, la globalización económica. Si el neoliberalismo propone una visión del mundo como gran mercado, la globalización fundamenta su existencia en este y no sólo eso, sino que lo reordena conforme a las condiciones reales de dominio económico. Es en ese reordenamiento en donde la concepción pragmática globalita choca con la retórica neoliberal. El imperialismo supuso la preeminencia de un capital financiero controlado por unas cuantas compañías europeas y dejó a un lado los principios liberales clásicos, como el de la posibilidad de todos los individuos a competir y acceder al mercado. En la mundialización de la economía, hemos visto como el tan defendido concepto de la libre competencia ha dejado su lugar a la vorágine de las empresas medianas y nacionales por parte a las transnacionales. Evidentemente que se trata de la evolución objetiva de las condiciones y la naturaleza estructural del propio sistema capitalista. No puede seguir otro curso porque simplemente la realidad de desigualdad en la que se plantea no se lo permite. En un principio, la diferencia económica y social establecen la dependencia, de la mayoría a una minoría, necesaria para el desarrollo y crecimiento del capitalismo; ahora, es esa misma dependencia la que determina el predominio y el beneficio de unos sobre otros e impide el desarrollo de otro camino dentro del propio sistema.Otro enfrentamiento con el neoliberalismo al interior del proceso de globalización es el que gira alrededor del papel del Estado. Si el primero pugna por una menor injerencia
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