El Genero De Los Nombres
Enviado por bougherra • 4 de Octubre de 2012 • 2.340 Palabras (10 Páginas) • 364 Visitas
ENSAYO
EL POLÉMICO TEMA DEL GÉNERO DE LOS NOMBRES
La gran dificultad que presenta el uso del género gramatical es la escasa presencia de la mujer en el lenguaje. En la actualidad, en numerosos países y en diversas lenguas se están haciendo esfuerzos para hacer visible esta presencia. En este humilde ensayo trataremos de presentar y de interpretar los principales problemas que se ocasionan por el inadecuado uso del género de los nombres en el idioma castellano.
Antes de desarrollar este ensayo, conviene dejar bien clara la distinción entre género y sexo. El término griego ”geno”, designa tanto el género gramatical como el sexo de los seres vivos, pero no así la palabra castellana género, que corresponde a un accidente gramatical y se aplica a las palabras, nunca a las personas. El género es, por así decirlo “el sexo de las palabras”. La confusión entre género y sexo deriva deriva probablemente de las denominaciones de los dos géneros gramaticales, masculinos y femeninos, son idénticas a las de los dos sexos. Aunque en el mundo inanimado no cabe posibilidad alguna de confusión (nadie pensaría que el paludismo sea un macho y la gripe una hembra), en el mundo animado es frecuente que los hablantes estén convencidos de que las palabras de género masculino se aplican a personas o animales de sexo masculino, y las palabras de género femenino, a personas o animales de sexo femenino. Es cierto que muchas veces coincide uno y otro, pero no siempre sucede así. Por ejemplo: “Carlos es un investigador pésimo, pero una bellísima persona”
Aquí se evidencia que los adjetivos pésimo y bellísima, de género masculino el primero y femenino el segundo, hacen referencia ambos a una misma persona de sexo masculino. Por otro lado, una misma palabra de género masculino, como cardiólogo, puede aplicarse, según el contexto, a una persona de sexo masculino, a un conjunto de personas de ambos sexos o a una persona cuyo sexo se desconoce todavía.
¿Cómo se podría marcar la presencia femenina en el lenguaje?
El problema – Como es bien sabido, el género gramatical en la mayoría de las lenguas, no coincide con el género biológico. En nuestra lengua castellana, los desfases entre ambos géneros son notorios.
En el caso de los animales, tanto el género gramatical masculino como el femenino son inclusivos para lo nombrado. Así podemos hablar de: el toro, la jirafa. Para aclarar de qué sexo biológico se trata se suele agregar las expresiones macho y hembra.
Por otra parte, en nuestra lengua, los sustantivos y los adjetivos pueden dividirse en tres clases:
- los que terminan en –o o en –a
- los que terminan en –e
- y los que terminan en consonante
Existe también un pequeño número de nombres sustantivos terminados en –i, -u (ají, tabú), los que no causan mayores problemas con su género gramatical. Conviene recordar que los adjetivos no tienen género, sino terminaciones, los hay de una terminación en –e y en consonante, y de dos terminaciones en –o, -a.
El género gramatical en los sustantivos se conoce sólo en concordancia con el adjetivo, y en la mayoría de los casos, por el artículo que los precede. Es por lo tanto, una convención, algo arbitrariamente fijado. Los nombres sustantivos terminados en –o tienen normalmente un género gramatical masculino con pocas excepciones por ejm: mano y algunos nombres femeninos como Tránsito y Consuelo. En el caso de nombres con terminaciones en –o, -a, hay muchos que admiten diferenciación para el hombre y la mujer ejm: amigo y amiga. Pero muchos nombres en –a son comunes para hombres y mujeres, y sólo se pueden reconocer con seguridad por su concordancia con el adjetivo y el artículo por ejm: artista, atleta, ortodontista, pediatra, etc.
En los nombres en –o se está produciendo un cambio. Muchos de ellos no se usaban en sus formas femeninas, se utilizaban como inclusivos por ejm: ministro, odontólogo, médico, abogado, etc.
Muchas mujeres profesionales, o con cargo de importancia se molestaban cuando se usaba la forma femenina. Esta tendencia cambió, y hoy se han hecho comunes las formas en –a por ejm: tecnóloga, abogada, decana, ministra, etc. Este cambio respeta perfectamente la índole del español.
Por otra parte, los nombre en –e, -es, en general, tenían una sola terminación, y su género gramatical sólo se podía conocer por concordancia con el adjetivo y el artículo ejm: el fuerte, la suerte. Sin embargo, en el caso de adjetivos o participios usados, como sustantivos (presidente, gente) se ha empezado a producir un cambio. Muchos mantienen una sola terminación como: estudiante, docente, vidente. Otros, en cambio, han empezado a admitir la terminación –a como: presidenta, gerenta.
Los nombres terminados en consonante se dividen en tres grupos:
- Los que siempre han admitido una terminación femenina exclusiva como: directora, señora, Juana, actriz, gobernadora, etc.
- Los que normalmente se usaban con una sola terminación inclusiva como: juez, general, y que se han empezado a usar en sus formas femeninas como: jueza, generala, bachillera, etc.
- Los que siguen teniendo una sola terminación inclusiva, pero que se pueden distinguir por el artículo y el adjetivo como: fiscal, alférez, magíster.
Entonces las personas hablantes del idioma castellano caemos en algunos casos en interrogantes como por ejemplo: ¿Por qué se puede decir colegiala pero no fiscala?, ¿Por qué existe capataza pero hay problemas con jueza?, si decimos presidenta, ¿podemos decir estudianta?
En conclusión la cuestión es complicada y delicada. Las personas han hecho caso omiso a los cánones del lenguaje castellano o a los aportes de la RAE, y esto en realidad se ha convertido verdaderamente en un problema lingüístico, además de un caos.
Cuando hablamos de cosas no hay problemas, o son masculinas o son femeninas y punto. Aunque tengamos en el/la mar un complejo ejemplo para discutir, pero no importa, valen los dos, excepto en plural que siempre es masculino. Ahora ¿Qué pasa cuando son animados (personas y animales)?
- Los que terminan en –o hacen el femenino con –a (igual que los adjetivos): bombero/bombera. Pero aparecen como excepciones piloto, modelo y testigo. Y ¿por qué razón entonces no se podría decir pilota, modela y testiga?, a mi parecer no parece que haya razones gramaticales para no hacerlo, salvo que pueda ser un posible atentado para nuestros oídos en algunos casos.
En algunos casos terminan en –isa o –esa por venir del latín: diablo/diablesa.
- Los que acaban en –a suelen ser comunes: el/la atleta. También existen con la terminación –isa o –esa por lo mismo que en el caso anterior: poeta/poetisa. Y son
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